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Ricardo Villa González

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Biografía

Villa González, Ricardo. Madrid, 23.X.1871 – 10.IV.1935. Violinista, compositor y director de orquesta.

Nació en Madrid el 23 de octubre de 1871. Hijo del también violinista, compositor y director Ricardo Villa Morana (1847-1881) y de Avelina González Torres, fue iniciado en la música por su padre, y tras fallecer éste continuó sus estudios, como su hermano, Luis (que llegaría a ser un prestigioso violoncellista, integrante del Cuarteto Francés y de la Orquesta Sinfónica de Madrid), en el Real Conservatorio de Madrid, donde consiguió el primer premio de solfeo (1883). En 1890 obtuvo el segundo de violín, enseñanza en la que fue discípulo de Jesús de Monasterio; en 1893 el primer premio de armonía, con el maestro Pedro Fontanilla, y en 1898 el primero de composición, disciplina en la que tuvo como profesor a Emilio Serrano. Con diecisiete años entró a formar parte de la orquesta del teatro Apolo, y trabajó también en varios cafés, en la orquesta del Teatro Real (de la que llegó a ser concertino) y en la de la Sociedad de Conciertos.

En 1896 presentó su Misa en fa, interpretada, bajo su dirección, en la madrileña iglesia de Montserrat, en la que había sido niño cantor y donde conoció a su esposa, Francisca Menéndez. Muy vinculado, como la mayoría de los músicos de su generación, con el nacionalismo o regionalismo, en 1899 se estrenó en el Teatro Real, bajo la dirección de Tomás Bretón, su suite Cantos regionales asturianos, que le había valido un año antes el primer premio de un certamen convocado por la Sociedad de Conciertos de Madrid.

Del mismo año es la Marcha solemne para gran banda, interpretada en la Plaza de la Armería con motivo de la coronación de Alfonso XIII. En 1900 estrenó su poema sinfónico La visión de fray Martín (Teatro Real, 1900), basado en un poema de Núñez de Arce.

La ópera Raimundo Lulio (1902) le fue encargada por Ruperto Chapí para el Teatro Lírico, inaugurado ese mismo año, y construido por el empresario Luciano Berriatúa en el solar del antiguo frontón Euskal-Jai, en la calle del Marqués de la Ensenada. También es de 1902 un cuarteto con piano que presentó al concurso convocado por la Sociedad Filarmónica de Madrid, creada un año antes; esta obra fue estrenada en 1903 por el Cuarteto Francés, integrado por Julio Francés, Odón González, Conrado del Campo y su hermano Luis Villa, más el pianista José Bonet. Es asimismo de 1902 el Himno a Sarasate, para voces y orquesta, estrenado en Pamplona, en los conciertos de San Fermín promovidos por Pablo Sarasate, el cual estrenó en 1905, en el mismo foro, la Rapsodia asturiana para violín y orquesta de Villa. Este último año, a instancias de Ruperto Chapí, fue nombrado director teatral y musical del Teatro Real, de cuya orquesta fue director titular hasta 1909. La Gran Fantasía Española (Zaragoza, 1908), compuesta originalmente para piano y orquesta y dedicada a la pianista Berta Marx Goldschmidt, posteriormente sería transcrita por él mismo para banda. Además de dirigir las orquestas de varios teatros madrileños (Alhambra, Lírico, Real), Villa dirigió también conciertos en diversos lugares de España, Portugal y Suiza. En 1909 se le encomendó, junto con el músico militar jubilado José Garay Retana, la organización de la Banda Municipal de Madrid, creada bajo los auspicios del alcalde Nicolás Peñalver Zamora, conde de Peñalver, por acuerdo municipal del 4 de agosto de 1908. Garay quería configurar una banda de sonoridad militar, con predominio de los instrumentos de metal, pero Villa (que ni siquiera hizo el servicio militar, por ser hijo de viuda) consiguió imponer su concepción de una banda con sonoridad lo más parecida posible a la orquesta sinfónica, incluso reforzándola con algunos instrumentos de cuerda (violoncellos y contrabajos), a los que en 1930 se uniría el arpa, plaza que fue adjudicada a Nicanor Zabaleta (1907-1993). Ambos planteamientos respondían a concepciones muy distintas del papel que debería desempeñar la Banda Municipal de Madrid: Villa pensó en una agrupación que sirviera no sólo para dar lustre a la corporación municipal en las grandes solemnidades, actuar en festivales benéficos o amenizar el paseo dominical de los madrileños sino, sobre todo, que acercase la música culta al pueblo.

Desde el primer concierto de la Banda, celebrado el día 2 de junio de 1909 en el Teatro Español de Madrid, la música de Tchaikovsky, Liszt, Weber, Wagner, fue ofrecida al público junto con obras de Chapí, Barbieri, Fernández Caballero, Vives; música sinfónica, fragmentos de óperas, fantasías de zarzuela, pasodobles, chotis, todo ello interpretado con la misma calidad y respeto, ignorando las elitistas jerarquías y barreras establecidas entre los diversos tipos de música.

En un artículo de Ricardo Villa publicado en la revista Música del día 1 de febrero de 1917, comentaba el músico: “la cultura del público es, afortunadamente, muy superior a aquellos tiempos en que se consideraba indigna de figurar en un programa serio la rapsodia ‘España’, de Chabrier”.

Esta amplitud de miras (especialmente destacable en un wagneriano como Ricardo Villa), unida a una exigente selección de los integrantes de la Banda entre los mejores profesionales del momento y a un riguroso trabajo, tanto en los ensayos como en la adaptación de las obras de su repertorio, facilitó la labor de elevar la cultura musical del pueblo, en unos momentos en que era muy difícil que éste tuviese acceso a la música culta. Este planteamiento respondía a la poderosa influencia del Regeneracionismo educativo. En relación con ello, la Banda Municipal de Madrid ha alternado siempre sus actuaciones de pago en teatros y auditorios cerrados con sus conciertos gratuitos al aire libre en Rosales, Recoletos y, sobre todo, en el quiosco de El Retiro; a ello habría que unir los numerosos discos para gramófono grabados por la Banda bajo la dirección de Ricardo Villa. Su labor al frente de la Banda Municipal no le impidió mantener otras actividades musicales; así, volvió al atril del Teatro Real en numerosas ocasiones entre 1910 y 1925, año en que fue cerrado, y posteriormente siguió dirigiendo óperas en otros teatros madrileños. En 1915 se estrenó su zarzuela en tres actos El Cristo de la Vega (teatro Price), y en 1918 la zarzuela en dos actos El minué real (teatro Apolo).

Cuando en 1923 se repuso La Dolores, de Tomás Bretón (1850-1923), su autor dirigió la primera representación, pero las siguientes fueron dirigidas por Ricardo Villa. En 1928 estrenó en el quiosco de música de Rosales, al frente de la Banda Municipal, su obra Madrid, canción de la maja, para sopranos, coro y banda, y en 1930 se estrenó su última obra, la zarzuela La Nazarita (teatro Price). Otras obras de Ricardo Villa fueron las Escenas montañesas (1908); las zarzuelas Pepa la naranjera, Molinos y gigantes, El patio de Monipodio (1919); de 1916 es la fantasía La guitarra del amor, compuesta por varios autores, entre ellos Villa, Vives, Bretón, Gerónimo Giménez, Pablo Luna y Reveriano Soutullo.

De 1929 es la Oración al Cristo de la Buena Muerte, o Plegaria al Cristo de Mena (1929). Desde 1931 hasta 1934 se centró en la transcripción de obras sinfónicas para la Banda Municipal de Madrid. Su debilitado estado físico le impidió dirigir a la Banda durante el primer trimestre de 1935; falleció este año en Madrid, el día 10 de abril, en su casa de la Travesía de Bringas.

Santiago Ramos Castro compuso con tal motivo la marcha fúnebre A la memoria del maestro Villa. Ricardo Villa recibió numerosas condecoraciones por su labor, como la Gran Cruz de Alfonso XII, las medallas de oro de la ciudad de Lisboa y del Ayuntamiento de Madrid, la popular madrileña de 1921 y la palma de oro de Bélgica; fue nombrado comendador de la orden de Santiago de España y Portugal, caballero de la Corona de Italia y de la Orden de Wassa, de Suecia. Llevan su nombre los premios Maestro Villa a las mejores composiciones para banda sinfónica, que anualmente concede el Ayuntamiento de Madrid.

 

Obras de ~: Misa en fa, 1896; Cantos regionales asturianos, 1899; Marcha solemne, 1900; La visión de fray Martín, 1900; Raimundo Lulio (ópera), 1902; Himno a Sarasate, 1902; Rapsodia asturiana, 1905; La Gran Fantasía Española, 1908; Escenas montañesas, 1908; El Cristo de la Vega, 1915; La guitarra del amor, 1916; El minué real, 1918; Madrid, canción de la maja, 1918; El patio de Monipodio, 1919; Oración al Cristo de la Buena Muerte, o Plegaria al Cristo de Mena, 1929; La Nazarita, 1930; Pepa la naranjera; Molinos y gigantes.

 

Fuentes y bibl.: La Crónica, n.º 1.280, 17 de diciembre de 1881; J. Gómez, “Directores de banda: Ricardo Villa”, en Harmonía, 2 de febrero de 1916; R. Villa, “Lo que dice el maestro Villa. Su opinión acerca de la música sinfónica española”, en Música. Álbum-revista musical, año 1, n.º 3 (1 de febrero de 1917); A. Sagardía, El músico Ricardo Villa, Madrid, Instituto de estudios madrileños, 1953, M. Sanz de Pedre, La Banda Municipal. Su origen. Cincuenta años de labor artístico cultural, Madrid, 1958; La Banda Municipal, Madrid, Publicaciones Españolas, 1959; R. A. de Santiago,: “Amadeo Vives y Ricardo Villa”, en Villa de Madrid, n.º 33 (1970), págs. 57-61; J. Subirá, “Dos directores madrileños: Ricardo Villa y Emilio Vega”, en Anales del Instituto de Estudios Madrileños (1970), págs. 465- 473. A. Iglesias, “Villa González, Ricardo”, en E. Casares Rodicio (dir. y coord.), Diccionario de la música española e hispanoamericana, vol. X, Madrid, SGAE, 2002, pág. 900.

 

José Miguel Muñoz de la Nava Chacón

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