Calparsoro Pérot, José Ramón. Tolosa (Guipúzcoa), 26.XII.1908 – Madrid, 3.IX.2009. Ingeniero papelero.
Al inicio de la Guerra Civil Española se presentó como voluntario en el bando sublevado, primero como requeté y después en Aviación, donde fue el primer piloto español que voló en la Legión Cóndor.
Tuvo una infancia feliz en su Tolosa natal, siendo escolarizado en el colegio de las monjas francesas.
Estudió el bachillerato, interno, en el colegio de los padres jesuitas de Orduña donde, de acuerdo con la época, recibió una educación muy severa. A la edad de catorce años, en un Farman F-40 de la Sociedad General del Trasporte Aéreo, pilotado por el famoso piloto francés Hostein, recibió el bautismo del aire en su primer vuelo desde el hipódromo de Lasarte hasta San Sebastián, quedando seducido por aquella aviación.
Después de un fallido intento de ingreso en la Escuela de Ingenieros de Bilbao, se matriculó en la Escuela de Ingenieros de Lausanne y de allí pasó a la Escuela de Ingenieros Papeleros de Weimar donde, después de realizar prácticas como obrero en la fábrica de papel Zelstoff Waldhof de Mannheim, consiguió su licenciatura.
En aquella época de estudiante y aprendiz de papelero en la Alemania de los años 1926 a 1936, fue testigo de acontecimientos verdaderamente extraordinarios.
Voló como pasajero pionero en aviones que hoy son históricos y tan antiguos como el Junkers F-13 y G-24, el Rohrbach, el Ju-52 con flotadores y el Fokker VII y pudo ver a Hitler cuando éste hacía proselitismo en las calles de Mannheim.
En marzo de 1936 decidió realizar el curso de piloto privado en la Escuela Caudron-Renault en el aeródromo de Parme-Biarritz, con material Caudron C-270 “Luciole”. En la mañana del sábado 18 de julio, José Ramón Calparsoro cambió impresiones con su padre sobre las confusas e inquietantes noticias que llegaban de Marruecos, no obstante lo cual decidió acudir al aeródromo de Biarritz para disfrutar de un vuelo. A última hora, al intentar regresar a Tolosa, se encontró cerrado el puesto fronterizo de Behovia por lo que, el día 23, decidió desplazarse a Berlín para solucionar asuntos profesionales. Durante esta corta estancia, sus colegas papeleros le regalaron entradas para asistir a algunas sesiones de los Juegos Olímpicos; así tuvo ocasión de presenciar el gran triunfo de Jesse Owens y el enfado de Hitler.
El 17 de agosto, Calparsoro llegó a la frontera de Dancharinea (Navarra) y obtuvo un salvoconducto para viajar a Tolosa donde se alistó como voluntario en una de las brigadas del Requeté. Pocos días después se presentó en Aviación alegando ser piloto, lo que era cierto sólo en parte, porque estaba suelto en Caudron, pero no había terminado el curso y carecía de título. Destinado en Logroño por un breve espacio de tiempo, fue trasladado a Tablada para realizar un curso con material Breguet XIX. Su reclutamiento, al igual que el de otros en idéntica situación, fue en calidad de caballero legionario con consideración de alférez.
Terminado su breve curso de Breguet XIX, fue destinado al 1-G-10 Grupo, en el frente de Córdoba. Su respuesta al capitán Soler el día en que realizó su primer servicio es antológica. Soler le había ordenado: “Vaya a Don Benito y compruebe si hay caza enemiga”, a lo que Calparsoro contestó: “A la orden, mi capitán, si no vuelvo es que sí hay”. A primeros de 1937 fue destinado a Zaragoza al 2-G-11 Grupo, dotado de material Heinkel He-46 conocido como la Pava. También voló, cuando tocaba estar de alarma, el caza Heinkel He-51 y la RWD-13 (P. Z.) en misiones de enlace muy concretas.
Dada su formación como hombre de empresa habituado a la dirección y gestión de recursos, sus conocimientos de vascuence, francés y alemán y su gran capacidad de trabajo, el jefe de la Región Aérea con sede en Zaragoza, el teniente coronel Julio García de Cáceres, se fijó en él y le nombró ayudante. Esto solamente representó un trabajo extra, porque José Ramón tuvo muy a gala no haber faltado nunca a un servicio de guerra, programado o no. Pero como no todo habían de ser penalidades, aprovechando un permiso en octubre del 1937 contrajo matrimonio, aunque no en el Pilar como parecerá obligado estando destinado en Zaragoza, sino en Santa Engracia, una iglesia perteneciente a la diócesis de Huesca.
Durante su estancia en el 2-G-11 Grupo, como viera que la Pava tenía un buen margen de peso, sugirió que se montaran, bajo fuselaje, dos bombas de cincuenta kilos, dirigiendo Calparsoro su propio proyecto, así como los vuelos de prueba para su puesta a punto. En marzo de 1938 recibió la orden de incorporarse a la patrulla He-111. Su nuevo destino significó, en este caso con algún entrenamiento previo, la suelta en el Heinkel 111 del grupo 1.K-88 de la Legión Cóndor. Fue el primer piloto español en la Cóndor, donde su integración estuvo facilitada por su dominio del idioma alemán.
En ella realizó vuelos al mando con tripulaciones totalmente alemanas. Esta situación se mantuvo por un tiempo hasta que se fueron incorporando más españoles y se pudieron formar tripulaciones totalmente constituidas por españoles.
A mediados de julio de 1938 realizó el Curso de Vuelos sin Visibilidad con material Junkers-52 y profesor alemán. Cuando se formó el primer grupo español dotado de He-111, el 10-G-25, pasó destinado a la nueva unidad hasta el fin de la contienda. El día 6 de abril de 1939, el teniente Calparsoro realizó su último vuelo militar trasladando su avión He-111 desde Alfamén (Zaragoza) hasta Azuqueca (Guadalajara), después se desplazó a Cuatro Vientos y se presentó al coronel Moreno Abella, al que pidió directamente permiso para abandonar la aviación. Estaba en posesión de dos Cruces Rojas al Mérito Militar, una Cruz de Guerra, la Medalla de Campaña y la Medalla Militar individual.
Terminada la guerra, José Ramón Calparsoro, que como muchos compañeros suyos podía haber hecho carrera en la aviación, prefirió volver a su actividad en la vida civil como papelero porque, como solía decir, creía que los asuntos militares debían ser llevados por profesionales y que el hecho de haber estado treinta y dos meses en la aviación se debía exclusivamente a circunstancias excepcionales.
Con el aval inicial de su padre, pero arriesgando mucho, se instaló como papelero en Castellón de la Plana (Papelera del Cid), trabajando intensamente en las difíciles condiciones de la posguerra, y en el año 1950 abrió una nueva fábrica en Tetuán. Se puede decir que en la industria papelera llegó a lo más alto, tanto en lo específico de la producción como en el campo de la investigación de técnicas y nuevos productos, éxitos ampliamente reconocidos en los ambientes profesionales.
En la década de 1980 empezó a cancelar sus negocios para retirarse definitivamente hacia 1985. Coincidiendo con el fin de siglo se instaló en una residencia elegida por él para realizar lo que había dado en denominar “su último máster”.
Bibl.: J. Salas Larrazábal, Guerra Aérea, Madrid, Instituto de Historia y Cultura Aeronáutica, 1998-2003; C. Yusta Viñas. José Ramón Calparsoro. Un piloto español en la Legión Cóndor, Valladolid, Quirón Ediciones, 2003; J. I. Luque Arana y J. M.ª Díez Sierra, Monografía del He-111 en la Guerra Civil Española (1936-39), Madrid, Editorial Índigo, 2004; J. L. González Serrano, R. Madariaga Fernández, J. M. Salas Larrazábal, J. Warleta Carrillo y C. Yusta Viñas, Mirando al cielo. Crónica de un siglo de Aviación Militar en España, Madrid, Ministerio de Defensa, 2007.
Cecilio Yusta Viñas