Moliner, Fernando. Aguaviva (Teruel), 31.V.1776 – Zaragoza, 4.I.1852. Escolapio (SChP), lector de Filosofía y Teología, provincial.
Después de sus estudios primarios en Aguaviva, pasó al colegio de Escuelas Pías de Alcañiz para continuar y afianzar los estudios medios y más tarde al noviciado de Peralta de la Sal (Huesca), donde tomó el hábito escolapio el 17 de septiembre de 1791 y profesó el 29 del mismo mes de 1793. Finalmente, hizo los estudios eclesiásticos de Filosofía y Teología bajo la dirección del padre Camilo Foncillas, terminándolos brillantemente con la defensa de varias tesis teológicas en la misma casa de estudios. Fue ordenado sacerdote y destinado a distintos colegios; primeramente para enseñar y educar a los más pequeños de primaria y después los superiores le encomendaron la formación espiritual y teológica de los futuros escolapios. Ocupó el cargo de rector en los colegios de Sos del Rey Católico (Zaragoza) y en Peralta de la Sal. Fue elegido provincial de Aragón en 1833 y continuó en el cargo hasta 1845, provincialato ciertamente largo, pero obligado por las circunstancias.
Demostró en los tres primeros años de vida normal y relativa tranquilidad política, su valía y el aprecio de sus súbditos.
Corrían tiempos difíciles para la Iglesia española con la supresión de las órdenes y congregaciones religiosas y con la Ley de Desamortización de los Bienes Eclesiásticos. Fue amenazado de muerte en las revueltas y matanzas de frailes en Zaragoza en 1836, pero no abandonó a sus religiosos y permaneció al mismo tiempo junto a los niños pobres de sus escuelas. Todo ello le valió ser desterrado a Cádiz (1836-1844). A su regreso del destierro, lo juzgaron y pudo librarse de la cárcel después de pagar una buena cantidad y de acogerse al fuero eclesiástico. Su tesón, el amor a su vocación y su entrega a los niños y a sus religiosos lograron rehacer cuanto se pudo la provincia, las casas y las escuelas. También las guerras carlistas tuvieron incidencia en varios colegios de Aragón y rompieron la unidad en algunas ocasiones. Fueron veintidós religiosos los que murieron, algunos violentamente, y más de cuarenta los que abandonaron la Orden en los años aciagos de su provincialato. El padre Moliner puso todo su talento, toda su virtud y todo su trabajo en restablecer la Escuela Pía hasta conseguir el mismo estado que tenía en 1833. Siendo el padre Juan Cayetano Losada comisario apostólico (27 de agosto de 1845), Gregorio XVI designó al padre Moliner asistente general, que se encargaría del gobierno de las Escuelas Pías de España a la muerte del padre Losada, hasta el nombramiento del nuevo comisario padre Jacinto Felíu, que confirmó en su cargo de asistente al padre Moliner. No descansó hasta lograr la restauración de la Orden, al lado siempre de sus superiores.
Sólo estuvo un año gobernando toda la Escuela Pía española, pero suficiente para dejar todo en regla al padre Felíu. Pocos años después murió en Zaragoza el venerado padre Moliner.
Obras de ~: De invicta hispanorum napoleonico bello in Religionem et Regem Fide, Zaragoza, 1817; Circulares a los Religiosos (inéd.); Relaciones sobre la situación de Zaragoza entre 1835-1845 (inéd.).
Bibl.: M. Pérez de la Madre de Dios, Corona Calasancia, Madrid, Imprenta de las Escuelas Pías, 1865, págs. 40-43; F. Latassa, Biblioteca de escritores aragoneses, vols. I y II, Zaragoza, Imprenta de Calisto Ariño, 1884, pág. 416 y pág. 325, respect.; T. Viñas, Index biobibliographicus scriptorum Scholarum Piarum, vol. I, Roma, Tipografía Vaticana, 1908, págs. 172-173; C. Lasalde, Historia bibliográfica y literaria de las Escuelas Pías de España, vol. II, Madrid, Tipografía San Antón, 1927, págs. 155-156; A. Clavero, Historia de las Escuelas Pías de Aragón, Zaragoza, 1947, págs. 357-372 (ms. inéd.); D. Cueva González, Las Escuelas Pías de Aragón, vol. I, Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1999, págs. 258-266.
Pedro Sanz Navío, SChP