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Toribio Montes y Pérez

Biografía

Montes y Pérez, Toribio de. San Mamés (Cantabria), 7.V.1749 (baut.) – Murcia, 31.XII.1828. Teniente general, capitán general de Puerto Rico, presidente de la Real Audiencia de Quito y caballero Gran Cruz de San Fernando.

Fue bautizado el 7 de mayo de 1749 en la parroquia de San Mamés del Valle de Poblaciones, siendo sus padres Pedro de Montes Caloca –capitán de fragata, Comisario Real de Guerra y Marina  y Ministro principal de los Reales Astilleros de La Habana– y su Ángela Pérez Alonso.

Ingresó en el Ejército en el mes de marzo de 1766 con el empleo de capitán y destino en el Regimiento del Príncipe.

Tras permanecer guarneciendo Orán durante cuatro años y cinco meses, en 1775 participó en la expedición a Argel dirigida por O’Reilly, resultando herido tras el fracasado intento de desembarco. Destinado dos años después al Regimiento de América, se halló con él a partir de julio de 1779 en el bloqueo a Gibraltar y en julio de 1781 en la reconquista de Menorca.

En noviembre de 1786 alcanzó el empleo de sargento mayor y en 1792 el de teniente coronel, volviendo a servir en el Regimiento del Príncipe, en cuyas filas combatió en la campaña del Rosellón a partir de septiembre de 1793, encontrándose el 17 de este mes en la batalla de Peyrestortes y el 22 en la de Trouillas, tras lo cual cooperó en el socorro a la plaza de Argelès para posteriormente retirarse al Sur del río Tech. En diciembre se halló en el ataque a las líneas, baterías y campamento enemigo de Villalongue, y posteriormente se paralizaron las operaciones por la llegada del invierno.

En enero de 1794 obtuvo el empleo de brigadier y se hizo cargo del mando del Regimiento de Murcia.

Al comenzar en abril la ofensiva francesa, defendió la línea del Tech, recibiendo una herida el 29 de mayo que le dejó inútiles tres dedos de una mano. Durante los meses de septiembre a noviembre estuvo al mando de tres mil doscientos hombres que cubrían en Llansá el flanco derecho del despliegue español, retirándose el 21 de noviembre hacia Rosas, donde embarcó con uno de los batallones de su Cuerpo para dirigirse a Gerona —los otros dos habían caído en poder de los franceses—, siendo a su llegada nombrado gobernador del castillo de Montjuic.

Al término de la guerra pasó a acantonarse en la Alta Cataluña, de donde en 1801 se trasladó a Extremadura para formar parte del Ejército Expedicionario a Portugal, asistiendo en el mes de mayo a los sitios y tomas de las plazas de Olivenza y Campomayor, y trasladándose al año siguiente a San Roque (Cádiz) para establecer el bloqueo de Gibraltar, cuyo gobierno militar desempeñaría de forma interina. En octubre de 1802 fue ascendido a mariscal de campo.

En abril de 1804 fue nombrado capitán general de Puerto Rico, donde permaneció durante cerca de cinco años, demostrando una gran preocupación por el bienestar de la isla y la igualdad entre sus habitantes.

Según testimonio de Pedro Tomás de Córdova en sus Memorias geográficas, históricas, económicas y estadísticas de la Isla de Puerto Rico (1831-1833), al referirse al general Montes escribe: “La reedificación de las casas del Rey, la composición de los caminos, el establecimiento de escuelas, el abasto de carnes para la Capital, el arreglo de correos, el de urbanos y la imprenta que fijó por la primera vez en la Isla, dando un periódico para la ilustración del vecindario, harán siempre el elogio de un gefe tan zeloso como emprendedor”.

Al estallar en la Península el alzamiento contra Napoleón se apoderó de la parte española de la isla de Santo Domingo que se había entregado a los franceses por el Tratado de Basilea, consiguiendo apresar a toda la guarnición, compuesta por más de mil ochocientos hombres. A continuación solicitó que se le permitiese regresar a la Península para participar en la guerra contra Napoleón, pero en su lugar se le nombró en febrero de 1809 subinspector general de las Tropas Veteranas y de Milicias de Infantería y Caballería del reino del Perú y gobernador de la plaza y puerto de Callao, cargo que desempeñó hasta que en noviembre de 1811 le llegó el nombramiento de presidente de la Real Audiencia de Quito y comandante general de esta provincia; dos meses después fue ascendido a teniente general.

Al ocupar este cargo, Ecuador se consideraba libre desde el mes de diciembre y había dictado su primera Constitución, que de poco le serviría, ya que el general Montes partiendo de Lima y después de atravesar los Andes, consiguió entrar en Quito el 7 de noviembre de 1812. No obstante, Ecuador recuerda todavía la meritoria labor desarrollada por este general durante su mandato con una calle de Quito que todavía lleva su nombre.

Durante los cinco años que permaneció en el puesto intervino en diecinueve acciones de guerra, en las que se apresaron más de tres mil fusiles, setenta y cinco cañones, mil pares de pistolas y otros materiales de guerra, siendo recompensado por su destacada actividad con la Gran Cruz de San Fernando.

Ya en la Península, los años siguientes desempeñó los cargos de vocal de las Asambleas de las Órdenes de Isabel la Católica (1819) y San Fernando (1820), y de la Junta Militar de Indias (1820), concediéndosele en septiembre de 1821 pasar a la plaza de Murcia en situación de cuartel.

Cuando en el mes de julio de 1823, como consecuencia de la entrada en España del ejército aliado, se retiraron de esta plaza todas las autoridades constitucionales, se encargó del mando militar de la provincia, desarmó a la Milicia Nacional y consiguió restablecer el orden en todos sus pueblos. Posteriormente, formó, vistió y armó un Regimiento, al que dio el nombre de la Reunión Murciana y al que envió de guarnición a Cartagena una vez ésta se hubo rendido.

En el mes de octubre de 1827, cuando tenía setenta y ocho años y quedaban dos para su muerte, remitió al Rey una instancia exponiéndole su mala situación económica, ya que durante la etapa constitucional le habían dejado a deber diecisiete pagas y los constitucionalistas le habían forzado a darles 16.000 reales; por otra parte, desde 1825 se hallaba cobrando media paga y carecía de bienes raíces o de otro auxilio, no teniendo su esposa, Vicenta Blanco, con la que se había casado en segundas nupciasopción a viudedad por haberse casado con ella después de haber cumplido los sesenta años. Teniendo una hija de cinco años y temiendo dejar a su familia en el más completo abandono tras su próxima muerte, solicitó al Rey que concediese a su esposa la viudedad que le correspondiese o una pensión equivalente. En 1813 una hija de su primer matrimonio, Claudina, había fallecido durante su estancia en Quito.

Poseía las Grandes Cruces de San Fernando (1817), San Hermenegildo (1817) e Isabel la Católica (1815).

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar, Secc. 1.ª, leg. M-3939.

J. L. Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando. Infantería, t. I, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001; A. de Ceballos-Escalera y Gila, J. L. Isabel Sánchez y L. de Cevallos-Escalera y Gila, La Real y Militar Orden de San Fernando, Madrid, Palafox & Pezuela, 2003.

 

José Luis Isabel Sánchez

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