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Andrés Bonifacio Castro

Biografía

Bonifacio Castro, Andrés. Manila (Filipinas), 30.XI.1863 – 10.V.1897. Líder filipino fundador del Katipunan.

El mayor de seis hijos de una familia humilde, Andrés Bonifacio fue bautizado en la iglesia parroquial de Tondo (Manila). La escasez de recursos y la temprana muerte de sus padres le obligaron a abandonar los estudios y a trabajar para llevar adelante a sus cinco hermanos. Durante un tiempo trabaja en un taller artesanal de abanicos y posteriormente entra como comercial de Fressell Company, donde aprende inglés.

Tras una adolescencia difícil, su vida mejora cuando contrae matrimonio, en segundas nupcias, con una viuda llamada Gregoria de Jesús, aunque su humilde procedencia y falta de estudios superiores condicionaron su vida política distanciándose del grupo de intelectuales filipinos (Marcelo Hilario del Pilar, los hermanos Rizal o los hermanos Juan y Antonio Luna, entre otros); sin embargo, su carácter enérgico, facilidad de palabra y espíritu indomable lo convirtieron en un caudillo de masas.

Sus inicios en el movimiento revolucionario independentista surgen a raíz de su afiliación a las logias Taliba y Liga Filipina (esta última fundada por Rizal), pero sobre todo a raíz de su amistad con Hilario del Pilar y el cuñado de éste, Deodato Arellano. Tras el exilio de José Rizal a Dapitan, su recién creada Liga Filipina (logia moderada cuya aspiración más subversiva era que los filipinos contaran con los mismos derechos que los españoles, así como el fomento y desarrollo socioeconómico de las islas) sufre un duro golpe. Ante la falta de acuerdo de sus militantes la Liga termina disolviéndose y surgen dos tendencias; una moderada, que termina creando la Junta de Compromisarios, cuyo fin principal era recaudar fondos para sostener el periódico La Solidaridad, órgano de difusión que los reformistas filipinos publicaban en España; y otra de tendencia radical, encabezada por Andrés Bonifacio, que daría paso al nacimiento del Katipunan (Venerable Sociedad Suprema de los Hijos del Pueblo), cuyo objetivo fundamental era alcanzar la independencia de España por medio de una revolución armada. Los miembros fundadores se habían reunido en la casa de Deodato Arellano y la propia mujer de Bonifacio, Gregoria de Jesús, confeccionó su primera bandera. El Katipunan tenía un Consejo Supremo compuesta de presidente, secretario, fiscal, tesorero y vocales. El primer Consejo Supremo quedó constituido (julio de 1892) bajo la presidencia de Deodato Arellano, mientras que Andrés Bonifacio ocupaba el puesto de secretario; en febrero de 1893, Deodato Arellano fue acusado por Bonifacio de conservador y se le sustituyó por Román Basa (escribiente de la Comandancia General de Marina), pero el nuevo dirigente tampoco satisfizo a Bonifacio, que le acusó de falta de carácter haciéndose con la presidencia a finales de 1893.

El plebeyo Katipunan, como le llamaba el español Miguel Morayta y cuya fundación apoyó, fue una sociedad masónica que adaptó su ideario a la tradición indígena resucitando el antiguo pacto de sangre. La mayoría de los afiliados de la nueva sociedad secreta no eran ilustrados, sino obreros, artesanos y, sobre todo, campesinos que trabajaban las fincas de las órdenes religiosas. Con la presidencia de Bonifacio, el Katipunan (1893-1896) conoció un gran auge y una expansión inaudita; mandó emisarios a Japón e intentó atraer a la causa a José Rizal, que por entonces se encontraba deportado en Dapitan (isla de Mindanao), pero sin conseguirlo. Durante los últimos tres años, el Katipunan logró miles de adictos y a través de imprentas clandestinas se emitían miles de proclamas y panfletos exhortando a la rebelión contra España.

En la asamblea celebrada en 1896, año en que comienza el conflicto armado hispano-filipino, Andrés Bonifacio sigue ocupando la presidencia; pero la guerra convulsiona todo, incluido el Katipunan, que queda dividido entre los seguidores de Aguinaldo (magdalo) y los de Bonifacio (magdiwang). En diciembre de 1896, durante la Asamblea de Imus, se debate la propuesta del grupo Magdalo de crear un gobierno revolucionario, pero no se alcanza ningún acuerdo y se acentúan las posturas. En la Asamblea de Tejeros (marzo de 1897) en función del número de votos, Emilio Aguinaldo es elegido presidente y, sin embargo, a Bonifacio, que le sigue en número de votos, no se le ofrece la vicepresidencia, sino que es nombrado “director de interior”, cargo que tampoco llega a ejercer al ser impugnado por Daniel Tirona (Magdalo) basándose en que no era abogado de profesión. Bonifacio, como supremo del Katipunan, declara nula la asamblea, no reconoce a Emilio Aguinaldo y forma un nuevo gobierno revolucionario con su propio ejército (manifiesto de Naic). Ante la evidente ruptura en el seno de la revolución, Emilio Aguinaldo decide actuar decretando su arresto y ejecución junto a su hermano Procorpio (mayo de 1897).

Tras la desaparición de Bonifacio, Aguinaldo queda como principal artífice de la revolución filipina. Actualmente para algunos autores filipinos, Bonifacio no sólo fue el fundador del Katipunan y principal líder de la revolución de 1896, sino también el primer presidente de Filipinas.

 

Bibl.: J. M. Castillo, El Katipunan o el filibusterismo en Filipinas: crónica ilustrada con documentos autógrafos y fotograbados, Madrid, Imprenta del Asilo de Huérfanos, 1897; E. Reverter, La Insurrección de Filipinas, Barcelona, Alberto Martín, 1899; M. Sastrón, La insurrección en Filipinas y Guerra Hispano-Americana, Madrid, Imprenta de la sucesora de M. Minuesa de los Ríos, 1901; M. Artigas, Andrés Bonifacio y el Katipunan, Manila, 1916; M. Ponce, Cartas sobre la Revolución, Manila, 1932; T. Agoncillo, The revolt of the masses: The story of Bonifacio and the Katipunan, Quezon City, University of the Philippines, 1956; A. Molina, Historia de Filipinas, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1984; T. A. Agoncillo y R. Sagani, History of the Filipino People, Quezon City, Garotech, 1990; A. Castellanos, Filipinas, de la insurrección a la intervención de EE UU, Madrid, Sílex, 1998; “Los dominicos en el contexto anticlerical de la Revolución de Filipinas”, en Actas del VI Congreso Internacional de los Dominicos en Hispanoamérica y Filipinas, Salamanca-Bayamón (Puerto Rico), San Esteban-Instituto de Estudios Históricos Juan Alejo de Arizmendi (1998); L. Cabrero, “Las interferencias de la masonería extranjera en Filipinas en la segunda mitad del siglo XIX”, en Revista de Indias (Madrid), vol. 58 (separata) (1998), págs. 519-527; M. Lozano, Conspiración en Filipinas, Barcelona, Salamandra, 2001.

 

Alicia Castellanos Escudier