O’Conor, Hugo. ?, 1732 – Quinta de Miraflores (México), 8.III.1779. Gobernador de Texas e inspector general de las provincias internas del norte de Nueva España.
De ascendencia irlandesa, debido a su condición católica se alistó pronto al servicio de las armas españolas para combatir a los ingleses. Sirvió en Cuba en el Regimiento de voluntarios de Aragón y estuvo a las órdenes de Alejandro O’Reilly, otro insigne irlandés, hasta 1765. Posteriormente estuvo destinado en la ciudad de México, ascendiendo a comandante de su mismo regimiento. Debido a su particular tez y color de pelo, fue llamado el Capitán rojo.
Su verdadera carrera política y militar empezó a partir de 1765, cuando como inspector general de las provincias internas del este se vio obligado a realizar constantes visitas e inspecciones que le llevaron a conocer en profundidad el sistema presidial del norte del virreinato. Durante tres años, de 1767 a 1770, gobernó de facto la provincia de Texas como sargento mayor, sucediendo a Ángel Martos Navarrete, quien había sido depuesto por cohecho.
Su principal misión en Texas, donde fue enviado personalmente por el virrey Cruillas, fue investigar los sucesos que habían provocado una enconada disputa entre el gobernador Martos Navarrete y el capitán del presidio de Oreoquiza Rafael Martínez Pacheco. En junio de 1767 pudo finalmente elevar un informe al virrey que acusaba al anterior gobernador de todos los males acaecidos en la provincia en los últimos años, y, en especial, los que tenían relación directa con el deplorable estado de las defensas y los soldados.
Como gobernador de Texas, O’Conor hizo todo lo posible para mantener amistosas relaciones con los indios, aunque tuvo que recurrir a las armas en más de una ocasión. A finales de 1767, por ejemplo, venció en una dura batalla a un contingente de más de trescientos indios con un destacamento de sólo veinte soldados. Reforzó el presidio de San Antonio de Béjar y el de los Adais. En febrero de 1770 se vio obligado a dejar el cargo al nuevo gobernador de Texas, Riperdá, quien se encontró con una provincia desolada por los ataques indios.
El virrey marqués de Croix, siguiendo las instrucciones de la larga visita de inspección realizada por José de Gálvez en la frontera norte, promulgó, en 1771, la Instrucción para formar una Línea o Cordón de quince presidios sobre las fronteras de las Provincias Internas, que creaba el cargo de comandante inspector. O’Conor, que había sido ascendido el 18 de febrero de ese año a teniente coronel, fue nombrado para el puesto de comandante de la frontera de Chihuahua y Sonora, lo que le ponía en relación inmediata con los problemas presidiales de la frontera.
En diciembre de 1771, fue nombrado oficialmente comandante inspector de la frontera norte y durante seis años, en los que llevó a cabo varias misiones exploratorias, implementó profundas reformas militares y reorganizó por completo el cordón presidial que unía los territorios españoles desde California hasta el este de Texas. En abril de 1772 realizó una primera expedición en busca de indios que le llevó hasta los presidios de Santa Rosa y Monclova, llegando a cambiar de lugar el primero de ellos. Al regresar a Chihuahua después de seis meses de expedición, era ya oficialmente comandante inspector de todos los presidios que se extendían desde California hasta México, lo que hacía que todos los gobernadores le estuvieran subordinados.
En calidad de máximo responsable de las defensas españolas de los presidios novohispanos, continuó con importantes y permanentes expediciones punitivas contra los belicosos indios apaches. Los éxitos de las campañas, así como su labor de control y administración de la larga línea de presidios, pusieron de manifiesto la necesidad de dividir el espacio de la frontera norte en dos entidades diferenciadas, ya que el control centralizado se consideraba, llegado a este punto, como un lastre debido a la propia inmensidad de los territorios a defender y administrar.
En 1773 realizó una nueva expedición hasta río Grande, en cuyo tránsito tuvo un feroz encuentro con más de quinientos indios a los que pudo derrotar. Llevó a cabo importantes inspecciones en los presidios del Príncipe, El Paso, San Buenaventura y Janos, regresando a Chihuahua en febrero de 1774.
En julio de 1775, mientras inspeccionaba la zona más occidental del sistema de presidios, llegó al de Terrenate, donde conoció al capitán del presidio de Tubac Juan Bautista de Anza. Ambos coincidieron en las dificultades del terreno y lo difícil de su defensa, de manera que O’Conor decidió el traslado de dicho presidio a Tucson, cerca de la misión de San Javier del Bac, en agosto del mismo año. Continuó con sus visitas de inspección que le llevaron desde el río Colorado hasta el Gila, e incluso hasta el este del río Grande.
En abril de 1776, emprendió una poderosa campaña general con una expedición de dos mil hombres, y que afectaría a las gobernaciones de Coahuila, Sonora y Nuevo México. En esta acción visitó e instauró diversas rancherías, y pudo vengar con diversas acciones la muerte en combate años antes del capitán Francisco Tovar y de más de veinte de sus soldados a manos de los indios.
O’Conor fue promovido a gobernador de Yucatán por orden de 29 de julio de 1776, cuando Teodoro de Croix se hizo cargo, sustituyéndole, del empleo de comandante de las provincias internas, pero antes de partir a su nuevo destino militar, realizó un importante informe sobre la situación de la frontera norte, su visión de la defensa de estos territorios y sus principales hitos durante su mandato al frente del cordón presidial. El nombre genérico que recibió, Informe de Hugo de O’Conor sobre el estado de las provincias internas del norte, 1771-1776, lo sitúa entre los más ricos e interesantes estudios estratégicos y militares contemporáneos sobre la difícil frontera norte del virreinato. Uno de los aspectos fundamentales de este informe es que consideraba como segura una victoria de las armas españolas en su larga lucha de desgaste contra los apaches si se continuaba con la política de ataques permanentes. Estableció, tácticamente, números de días y rutas para las tropas españolas en sus marchas entre los diferentes presidios.
O’Conor valoró en su estudio las diferentes cualidades de las tribus indias, en especial de los apaches, de quienes hizo una elaborada descripción de las diferentes tribus, de sus armas y de sus tácticas de combate.
Debido a su maltrecha salud fruto de tantos años de campañas en las inhóspitas tierras de frontera, murió al poco tiempo en Quinta de Miraflores, al este de la ciudad de Mérida, en el virreinato de Nueva España.
Fue caballero de la Orden de Calatrava. En 1998 le fue erigida en la ciudad de Tucson un monumento en su honor como fundador de la moderna ciudad en su actual posición.
Obras de ~: Informe de Hugo de O’Conor sobre el estado de las provincias internas del norte, 1771-1776, pról. de E. González Flores, notas de F. R. Almada, México, Cultura, 1952.
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José Manuel Serrano Álvarez