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Mario Méndez Bejarano

Biografía

Méndez Bejarano, Mario. Sevilla, 5.XII.1857 – Madrid, 16.I.1931. Literato, investigador, filólogo y publicista.

Su padre, Rafael Méndez Romero (1830-1907), fue un curioso comerciante con aspiraciones políticas que ocupó la alcaldía sevillana en tiempos de Amadeo I, a quien se atribuyó la revolucionaria y popular decisión de liberar a todos los quintos de ese año del servicio militar, y autor de una Historia de Sevilla, cuyo manuscrito no se ha podido localizar. De su madre, Antonia Bejarano, cabe decir que fue la fiel secretaria en todos los numerosos trabajos bibliográficos emprendidos por su hijo.

Por rama agnaticia, Méndez era pariente muy próximo —primo hermano— de José Canalejas y Méndez (1854-1912), el presidente del Gobierno asesinado cuando ojeaba el escaparate de una librería en la madrileña Puerta del Sol. Este parentesco Mario Méndez Bejarano lo llevó muy a gala, y afloró en más de un escrito.

Méndez residió pocos años en Sevilla, no obstante, en su Universidad Literaria concluyó la carrera de Filosofía y Letras, y cursó la de Derecho, que habría de terminar en Granada, en donde desempeñó su primera Cátedra de Francés (1887). Inquietudes por la cultura de su ciudad natal le llevaron en los albores de su juventud a fundar El Liceo Sevillano (sociedad literaria que componían, entre otros, Montoto, Cano y Cueto, Velilla, Peñaranda, Cavestany, Velarde y Más y Prat) y las revistas El Universo y El Pensamiento Moderno.

Repartió sus días escribiendo y enseñando. Aunque de pensamiento y talante liberal, Cánovas del Castillo, de cuya política era adversario, le ofreció en comisión la Cátedra del instituto del Noviciado en Madrid, para, al mismo tiempo, darle representación en las Cortes, que no aceptó. Ganada esta interinidad en legítima oposición, pasó en 1900 al desempeño de la Cátedra de Literatura del madrileño Instituto Cardenal Cisneros, su más célebre ocupación docente.

Ese mismo año fue nombrado consejero real de Instrucción Pública, y en el Consejo dejó huella por dos cuestiones principales: la primera, conseguir la declaración de oficialidad a favor de la, a la sazón, Escuela de Medicina de Sevilla; la segunda, la resistencia y oposición del proyectado arrebato a los institutos de segunda enseñanza en orden a la colación del grado de bachiller.

Su carrera política, a la que debió no pocos sinsabores, lo llevó a las Cortes como diputado por el distrito de Cazalla de la Sierra. Poco antes había pronunciado en el Congreso un discurso al que se achacó el fracaso de la ley del terrorismo de Maura, de tanta trascendencia como el que en 1910, y a propósito de la riada del Guadalquivir, hizo viajar a Sevilla al rey Alfonso XIII.

Fue uno de los integrantes de la gran colonia que se ha dado en llamar “sevillanos en Madrid”, y que ya en aquella época era habitual y numerosa, después abanderada por nombres como los del conde de Colombí —José María Gutiérrez Ballesteros—, Manuel Díez Crespo, Manuel Halcón, Rafael Montesinos y muchos más. Recién llegado, recibió nombramiento de académico correspondiente de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, y en 1915, el de académico preeminente en Madrid.

La propuesta de Mario Méndez Bejarano, en julio de 1908, para ocupar un sillón en la Real Academia Española como académico de número, resultó una aspiración que no llegó a ser feliz realidad y que pretendió dar posesión a Méndez de la vacante causada por fallecimiento del conde de Liniers. La presentación se debió a la iniciativa de los académicos Benito Pérez Galdós, José Ortega Munilla (padre de Ortega y Gasset) y José Echegaray. La votación, que se verificó en octubre de ese mismo año, designó como académico a José Alemany y Bolufer (1866, filólogo y catedrático de la Universidad de Madrid).

La elevación del nombre de Méndez Bejarano a la sucesión académica y su posterior resolución fueron precedidas de una amarga batalla, en la que no tuvo poca parte el secretario Catalina, en boca de quien se han puesto estas palabras: “Aquí no se entra por méritos, sino por votos”. Mariano Catalina y Cobo era del Partido Conservador y de ideas contrarias a Méndez, acaso de ahí provenga la animadversión hacia su candidatura. Catalina, propietario de la conocida Colección de escritores castellanos, fue diputado en 1884 y senador en 1899.

También fracasó su incorporación a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, esta vez derrotado por Romanones.

Agobiado por estos desengaños y recluido en su piso de la calle de San Bernardo de Madrid, fue apurando la vida. Murió, y su cuerpo fue depositado en el cementerio de la Almudena, donde permaneció por bastante tiempo. Sin embargo, una circunstancia vino a cambiar el destino definitivo de sus restos. Poco antes de su muerte, en 1929, Méndez había manifestado su deseo de ser enterrado en el precioso pueblo sevillano de Alcalá de Guadaira. No tenía con él mayor vinculación que la propia y natural atracción de sus bellezas naturales, simpatía de la que en más de un escrito hizo mérito. El Ayuntamiento de dicha ciudad procedió a la donación de un terreno en su camposanto para la construcción del oportuno panteón, donde descansa actualmente.

 

Obras de ~: Literatura (Parte general), Madrid, Imprenta de Antonio Marzo, 1902; N. Boileau Despréaux, Arte poética de Boileau-Despréaux, trad. y notas de ~, Sevilla, Tipografía de la Revista de Tribunales [1907]; Historia política de los afrancesados (con algunas cartas y documentos inéditos), Madrid, Imprenta de los Sucesores de Hernando, 1912; Bio-bibliografía hispánica de ultramar o papeletas bio-bibliográficas de escritores nacidos en la provincia de Sevilla que han tratado de las tierras y misiones de Ultramar, Madrid, Imprenta del Patronato de Huérfanos e Intendencia e Intervención Militares, 1915; Instituciones de Historia Literaria, Madrid, Imprenta Española, 1915; Vida y obras de Don José María Blanco y Crespo (Blanco-White), Madrid, Imprenta de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1920 (pról. de M. Moreno Alonso, Sevilla, Editorial Renacimiento, 2009); Histoire de la Juiverie de Seville, Madrid, Imprenta Ibero- Africano-Americana, 1922 (trad. y notas de S. Hassan Benasayag y A. Benelbas Benasayag, Sevilla, Rodríguez Castillejo, 1993); Diccionario de Escritores, Maestros y Oradores naturales de Sevilla y su actual provincia, Sevilla, Imprenta de Gironés, 1922-1925, 3 vols. (Sevilla, Padilla Libros, 1989); Historia de la filosofía en España hasta el siglo XX, Madrid, Renacimiento, 1927; Andalucía y Ultramar: breviario apologético, Madrid, 1929; Poetas españoles que vivieron en América: recopilación de artículos biográficos-críticos, Madrid, Imprenta Renacimiento, 1929.

 

Bibl.: A. Ribelot Cortés, “Mario Méndez Bejarano”, en E. Barrero González, Diccionario de Ateneístas de Sevilla, vol. I, Sevilla, Ateneo, 2002, págs. 286-288; F. López Casimiro, “CL aniversario del nacimiento de Mario Méndez Bejarano, catedrático de instituto”, en Hespérides: Anuario de investigaciones, n.º 15 (2007), págs. 79-90.

 

Alberto Ribelot Cortés

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