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Rodrigo Arias Maldonado de Talavera

Biografía

Arias Maldonado de Talavera, Rodrigo. Señor de Babilafuente, Ayedillo y Bezuela. ?, m. s. xv – ¿Salamanca?, 16.VIII.1517. Doctor en Leyes, catedrático de Salamanca, regidor, miembro del Consejo Real y embajador regio.

Según Luis de Salazar y Castro, fue hijo de Gonzalo Méndez y Elvira Maldonado, y se casó con Marina Álvarez de Castro, hija del bachiller Gonzalo García, y de una hija del doctor Ruiz (Esteban de Garibay difiere al respecto, pues afirma que sus padres fueron Rui Díaz Maldonado y María de Sese, y su mujer Marina Rodríguez de Salamanca). Fue abuelo del famoso comunero Pedro Maldonado Pimentel, y tío abuelo de Francisco Maldonado —ejecutado en Villalar junto a Juan Padilla y Juan Bravo—.

Tuvo al menos cinco hijos legítimos. Tres mujeres, Francisca, Isabel y Catalina Maldonado. Esta última fue dama de la Corte de Isabel la Católica, quien la casó con Juan Pacheco Osorio. Isabel Maldonado se casó con Diego de Guzmán, nieto de Gil Gregorio Dávila, señor de Cespedosa. Los dos varones se llamaron Ruy y Arias. El primero, Ruy Díaz Maldonado, comendador de la Orden de Santiago, murió en 1488, en la guerra de Granada. Arias Maldonado casó con Juana Pimentel, hija del conde de Benavente; miembro de la Orden de Santiago, llegó a ser el primer comendador de Estriana, cargo en el que aparece en 1492; en esa misma fecha su padre renuncia a su favor el cargo de conservador de la Universidad de Salamanca. Tuvo además una hija natural, Elvira Maldonado. En el título XIV de la Crónica incompleta de los Reyes Católicos puede encontrarse un retrato literario de Rodrigo Arias.

El doctor Talavera, caballero de la Orden de Santiago y señor de Babilafuente, Ayedillo y Bezuela, consiguió una muy destacada posición en Salamanca, de la que fue regidor, y a la que procuró embellecer y favorecer en la medida de sus posibilidades. En febrero de 1491 estaba con los reyes en Sevilla, en el momento en que éstos se muestran favorables y hacen gestiones respecto a la construcción de un nuevo templo catedralicio en Salamanca. Concorde con la actitud regia, y con su propio criterio, Rodrigo Arias escribió desde Sevilla al corregidor salmantino, Honorato Hurtado de Mendoza, requiriendo su colaboración y apoyo al obispo, que buscaba recursos para poder iniciar la construcción de una nueva catedral, pero pidiéndole también que evitara cualquier daño colateral a la ciudad que pudiera derivarse de la necesidad de “mudar” algunas calles como consecuencia de esa obra. Esta actitud pone de manifiesto su mentalidad moderna y abierta a las nuevas ideas de la época en materia de urbanismo, pero también su respeto y afecto a la ciudad en la que él mismo intervino urbanísticamente.

En 1486 el cabildo salmantino le vendió cuatro pares de casas en la zona de la Puerta del Sol, y él compró en 1493 otras casas y solares colindantes; es aquí donde ordenó construir un palacio con dos torres, hoy conocido como Casa de las Conchas; en su decoración intervino posteriormente, introduciendo algunos elementos ornamentales su hijo Arias Maldonado.

Fundó una capilla funeraria en la antigua capilla del Salvador, que había servido también como sala capitular, ubicada en el claustro de la catedral vieja, contigua a la capilla de Santa Bárbara, donde se procedía a la colación de grados universitarios. Esa capilla, conocida a partir de la mencionada fundación como “la de Talavera”, fue dotada con once capellanes, un sacristán y tres mozos de coro, siendo aprobadas sus constituciones el 11 de septiembre de 1517, año en que en ese recinto se introdujo el rito mozárabe en la iglesia salmantina.

Destacado jurista, además de conservador fue catedrático de la Universidad de Salamanca, tras renunciar a su favor el doctor Rodríguez de San Isidro. Esperabé Arteaga considera que, debido a que aún no es doctor, el 19 de enero de 1469 nombra un sustituto para que desempeñe la cátedra hasta doctorarse. El 2 de febrero de 1477 renunció a su cátedra de Vísperas de Leyes. A partir de este año aparece colaborando estrechamente con los reyes, hasta el punto de que Jerónimo Zurita dice que pasaban por sus manos todos los asuntos importantes del reino.

Cuando, inmediatamente después de la proclamación de la reina Isabel en Segovia en diciembre de 1474, y de la posterior llegada de Fernando a esa ciudad en los primeros días de 1475, surgió el conflicto político entre los nuevos reyes, Rodrigo Arias participó en su resolución por la parte castellana, aportando sus conocimientos jurídicos, que sirvieron para alcanzar la concordia suscrita el 15 de enero.

Fue miembro del Consejo Real de Castilla, incorporado a ese organismo en enero de 1475, con una quitación de 30.000 maravedís; en 1480 es mencionado como uno de sus seis letrados, a raíz de las decisiones político-administrativas tomadas en ese momento por los reyes en el contexto de las Cortes de Toledo, en esa fecha tiene registrada una quitación de 150.000 maravedís. Como miembro del Consejo aparece cobrando en las cuentas de la hacienda regia, concretamente 200.000 maravedís en las de 1488, 1491 y 1494; en 1480, 150.000; y en 1481 y 1493, 100.000; por otro lado, recibe en ocasiones cantidades extraordinarias, como los 250.000 que se le entregan en 1490 para el casamiento de sus hijas.

Intervino en la resolución de algunos pleitos de interés para la marcha general de las relaciones internacionales, como el que en 1491 condenó a Juan Ibáñez de Motrico al pago de cierta suma, como autor del robo de una carabela en la que el rey de Portugal enviaba a Tánger la paga de su guarnición, y dos judíos portugueses ciertas mercaderías.

Fue uno de los más fieles e inteligentes consejeros de Isabel, a la vez que uno de sus embajadores en misiones de paz. Ya durante la Guerra de Sucesión le fueron encomendadas algunas gestiones, entre ellas la reconciliación entre Diego de Solís, comendador de Magacela, y Alonso de Monroy, clavero de Alcántara, quien recuperó con ello la libertad. Con motivo del conflicto surgido en torno a la provisión del maestrazgo de Santiago, fue el encargado de negociar en los últimos días de 1476 con el conde de Osorno, Gabriel Manrique; después, en abril de 1477, fue comisionado por los reyes para entrevistarse con uno de los aspirantes al cargo, Alfonso de Cárdenas; consiguió entonces que éste aceptara el arbitraje de cinco personas (dos nombradas por los reyes, dos por Cárdenas y un quinto elegido por esos cuatro) que se reunirían en Guadalupe y fallarían en el plazo de cuarenta días. Por encargo de la Reina, interviene, con fray Hernando de Talavera y Juan Díaz de Alcocer, en la resolución del conflicto por el dominio sobre Canarias, suscribiendo el dictamen que sirvió de base para la firma del convenio, en octubre de 1477, con los Herrera-Peraza. Colabora con Isabel I en el proceso de pacificación de Andalucía, de manera que en septiembre de 1477 es nombrado juez en los pleitos de Sevilla para recuperar sus términos, siendo apartado de esa responsabilidad en octubre del año siguiente, cuando ese asunto pasa al Consejo; unos meses antes, en febrero de 1478 había sido encargado de hacer las averiguaciones precisas para llegar a saber qué términos y heredades cordobeses estaban indebidamente ocupados.

Cuando en 1479 se inician las conversaciones de paz entre Castilla y Portugal, tras el encuentro en Alcántara de la reina Isabel y su tía Beatriz, va a Portugal acompañando a ésta en su viaje de regreso, para participar en las negociaciones como representante castellano; cumpliendo esa función envía informes escritos a la reina y recibe instrucciones muy precisas de ésta; el día 2 de junio, los reyes le nombraron embajador especial al tiempo que le daban amplios poderes para cumplir con su misión. Concluidas las conversaciones y alcanzado el acuerdo, en los últimos días de septiembre de 1479, poco antes del día 27, entregó en mano a Isabel I, en Trujillo, los protocolos definitivos del acuerdo de paz (los tratados de Alcaçobas). Seguramente como premio a su dedicación, servicio y lealtad, sus recursos se vieron poco afectados por la sentencia declaratoria del Consejo Real del 5 de abril de 1480 de suspensión o reducción de juros, ya que únicamente le supuso una reducción del 21 por ciento.

Alcanzada la paz con Portugal y concluido el proceso de afianzamiento de la Reina en Castilla, siguió colaborando muy estrechamente en su política. Así, en 1482, junto con fray Hernando de Talavera, recibe las propuestas de Juan II de Portugal respecto a la renegociación de las Tercerías de Moura, contestando a los embajadores portugueses en nombre de los reyes el 28 de junio de ese año. Ese mismo año interviene en un conflicto surgido en Talavera de la Reina debido a que, con motivo de la guerra contra Granada, se habían tomado ciertos maravedís que estaban depositados en el convento de Santa Clara.

También participa en las negociaciones con Navarra; así, en 1483 formó parte de la embajada que llevó a la regente Magdalena de Foix el pésame por la muerte de su hijo el rey Francisco Febo, al mismo tiempo que la propuesta de matrimonio del príncipe Juan con Catalina de Navarra, hermana y sucesora del fallecido; con este motivo, Fernando el Católico ordena al lugarteniente general de Cataluña que le dejen pasar la frontera por cualquier parte, y le faciliten llegar a su objetivo para que pudiera entrevistarse con el conde de Foix y de Bigorre; en cumplimiento de esta misión mantuvo conversaciones con Pierres de Peralta y con el cardenal Pedro de Foix y los beamonteses, estuvo en Pamplona y Roncesvalles, y permaneció un tiempo instalado en Pau.

En 1486-1487 formó parte de la comisión de expertos reunida en Salamanca para estudiar las propuestas de Cristóbal Colón, cuyas conclusiones son contrarias a la propuesta del almirante. Según él mismo declara, a petición de Diego Colón, en la probanza de un pleito, en 1515, en ese momento tuvo oportunidad de hablar con Cristóbal Colón sobre el particular.

Luego, en abril y mayo de 1492 intervino en la preparación de los documentos entregados al descubridor en Santa Fe y en Granada. Cuando Colón regresó del primer viaje, Maldonado está en Barcelona con la Corte y allí habló de nuevo con él.

En 1490, cuando se celebra la boda de la infanta Isabel con el príncipe Alfonso de Portugal, se encuentra en Sevilla con los reyes. Más adelante, con Enrique Enríquez de Quiñones y Gutierre de Cárdenas, participó en la negociación del famoso Tratado de Tordesillas de 1494. En 1498 está con el Rey en Medina del Campo, alojándose en las casas de Rui Fernández Morejón.

Recibió mercedes de los reyes, como los 18.000 maravedís de juro situados en Asturias y Salamanca, que le concedieron en marzo de 1475. Pero también la Reina solicita de él ciertos servicios particulares, como los treinta reposteros que le ordenó encargar en Salamanca, en 1497, para su hija la reina de Portugal, que costaron sesenta y nueve mil maravedís; seguramente porque había cumplido bien una misión similar que se le encargó realizar, en 1491, en Zamora y Salamanca, también para la infanta Isabel, y que ascendió en esa ocasión a 177.100 maravedís. Además, como a otros miembros de la Corte, Isabel la Católica recurría a él cuando necesitaba ciertos recursos u objetos, como lo demuestra el hecho de que en 1497 recibiera 15.914 maravedís por cinco onzas de oro castellanas que pesó una cadena de varias vueltas que la Reina le mandó tomar.

 

Bibl.: E. de Garibay, Los quarenta libros del compendio historial de las chronicas y universal historia de todos los reynos de España, Barcelona, Sebastián de Cormellas, 1628 (ed. facs., Lejona [Vizcaya], Gerardo Uña, 1988); M. Villar y Macías, Historia de Salamanca, Salamanca, Francisco Núñez Izquierdo, 1887; E. Esperabé Arteaga, Historia pragmática e interna de la Universidad de Salamanca, Salamanca, Francisco Núñez Izquierdo, 1914; J. Puyol (ed.), Crónica incompleta de los Reyes Católicos. Según un manuscrito anónimo de la época, Madrid, Real Academia de la Historia, Tipografía de Archivos, 1934; A. de la Torre y E. A. de la Torre, Cuentas de Gonzalo de Baeza, tesorero de Isabel la Católica, ts. I y II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1955-1956; A. de la Torre y L. Suárez Fernández (eds.), Documentos referentes a las relaciones con Portugal durante el Reinado de los Reyes Católicos, t. II, Valladolid, CSIC, Patronato Menéndez Pelayo, 1963; L. Suárez Fernández, Política internacional de Isabel la Católica, vols. 1 y 2, Valladolid, Universidad, Departamento de Historia Medieval, 1965-1966; A. Prieto Cantero, Casa y descargos de los Reyes Católicos, Valladolid, Instituto de Historia Eclesiástica Isabel la Católica, 1969; V. Beltrán de Heredia, Cartulario de la universalidad de Salamanca. La universidad en el siglo de Oro, Salamanca, Universidad, 1970; J. Álvarez Villar, La Universidad de Salamanca, III. Arte y tradiciones, Salamanca, Universidad, 1970; V. Beltrán de Heredia, Cartulario de la Universidad de Salamanca, t. II, Salamanca, Universidad, 1970; M. Á. Ladero Quesada, La hacienda real de Castilla en el siglo xv, La Laguna, Universidad, 1973; M. Villar García, Historia de Salamanca, libro VI. Desde la jura de los príncipes de Asturias a la venida de Felipe III, Salamanca, [Librería Cervantes], 1974; L. Suárez Fernández, Fernando el Católico y Navarra, Madrid, Rialp, 1985; J. Manzano Manzano, Cristóbal Colón. Siete años decisivos en su vida. 1485-1492, Madrid, Cultura Hispánica, 1989; L. Suárez Fernández, Los Reyes Católicos. La conquista del trono, Madrid, Rialp, 1989; Los Reyes Católicos. El tiempo de la guerra de Granada, Madrid, Rialp, 1989; J. Manzano Manzano, Colón y su secreto. El predescubrimiento, Madrid, Cultura Hispánica, 1989; T. de Azcona, Isabel la Católica, estudio crítico de su vida y su reinado, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1993; J. Rivera Blanco, “Arquitectura”, en Historia del arte de Castilla y León, t. V, Valladolid, Ámbito, 1995, págs. 35-149; M. Á. Ochoa Brun, Historia de la diplomacia española, t, IV, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 1995; J. R. Nieto González, “El siglo de Oro de Salamanca. La arquitectura y sus promotores”, en C. Kent (coord.), Salamanca en la Edad de Oro, Ohio-Salamanca, Ohio Wesleyan University-Librería Cervantes, 1995; J. L. Hernando Garrido, “La escultura románica en el claustro de la catedral de Salamanca”, en Locvs amoenvs, 4 (1998-1999), págs. 50-75; M. Á. Ladero Quesada, “La receptoría y pagaduría general de la Hacienda regia castellana entre 1491 y 1494 (de Rabi Meir Melamed a Fernán Núñez Coronel)”, en En la España Medieval (Madrid, Universidad Complutense), 25 (2002), págs. 425-506; R. de Andrés, El último decenio del reinado de Isabel I a través de la tesorería de Alonso de Morales (1495-1504), Valladolid, Universidad, 2004; J. Álvarez Villar, “El Camino de Santiago y los Maldonado en Salamanca”, en J. A. Rodríguez Mouriño (dir.), Ruta Cicloturística del Románico Internacional, XXVI (2008), págs. 309-313.

 

María Isabel del Val Valdivieso

 

 

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