Valladares Núñez, Marcial. Vilancosta, A Estrada (Pontevedra), 14.VI.1821 – 20.V.1903. Escritor y lingüista.
Nació en el seno de una familia ilustrada con casa solariega en Vilancosta, en el valle del Ulla, cerca de Santiago de Compostela. Era hijo de José Valladares, abogado y militar, y de Concepción Núñez, hija de abogado también, que se consagró al cuidado de los siete hijos del matrimonio. Su infancia transcurrió feliz en su aldea, entre los juegos con sus hermanos y las clases de Primeras Letras y Gramática Latina que privadamente recibían de un pasante.
Pero creció también en contacto con el mundo rural gallego, su lengua, sus tradiciones y costumbres.
A los doce años, su padre decidió enviarlo a Santiago para empezar los estudios de Filosofía y pasar luego a la Universidad, donde obtendría el título de bachiller en Leyes en 1840 y el de licenciado en Jurisprudencia en 1842. Sus últimos años de estudiante resultaron determinantes en la conformación de su ideología y gustos literarios. Porque, en efecto, Valladares, junto a Neira de Mosquera, Faraldo, Díaz de Robles, Añón, Camino..., forma parte de la primera generación de jóvenes galleguistas que tomó conciencia del valor de lo propio y denunció el atraso y marginación que padecía Galicia.
Este grupo de inquietos universitarios floreció en la Compostela romántica de su resurgida Academia Literaria, desde la cual se difundieron las nuevas corrientes de pensamiento europeo, como el socialismo utópico, la democracia cristiana, el tradicionalismo o el historicismo alemán. La generación sería luego conocida como de los “Provincialistas”, por sus ideas políticas, o “Precursores”, por ser pioneros en el cultivo del gallego como lengua literaria en el siglo XIX. En este contexto es precisamente cuando en 1843 Valladares fecha sus primeros poemas típicamente románticos.
Este mismo año, con su padre, colaboró en el Diccionario de Pascual Madoz, aunque la correspondencia apenas duró un año, ya que en 1844 su padre fue nombrado intendente de Zamora y él mismo se trasladó allí para acompañarlo. Durante su estancia de más de cinco años, se incorporó en 1845 al Colegio de Abogados de la ciudad y ocupó diversos puestos en la Administración provincial. Su tiempo de ocio lo invirtió en conocer la región y aprovechó para tomar notas para una Crónica histórica sobre Zamora a la que puso fin en 1855. Asimismo empezó a redactar un diario familiar titulado Memorias de familia (1844), y, entre tanto, siguió componiendo versos en gallego que reflejan las saudades por Galicia y los sentimientos amorosos por una dama de la ciudad desde 1846. Inesperadamente su noviazgo con ella se truncaría en 1850, cuando todo indicaba una formalización definitiva. Su aflicción por el fracaso lo acompañó de por vida y, de hecho, hizo promesa de soltería. La etapa zamorana se cerró al cesar su padre en 1850 y con él toda la familia decidió regresar a Galicia.
Valladares entraba ahora en la treintena de años y hasta 1852 residió ocioso en su aldea escribiendo composiciones en las que recuerda con pesar la rotura con la dama zamorana, pero que alternan ya con otras de motivos costumbristas; algunas de ellas fueron recogidas en la antología poética más importante del momento, el Álbum de la Caridad (1862). Esa vida de quietud en Vilancosta se interrumpió en 1852 al ser elegido diputado provincial en Pontevedra, iniciándose así una nueva etapa en su vida como hombre público.
Excepto en el bienio progresista (1854-1856) que estuvo cesante, durante catorce años ocupó varios puestos en la Diputación y en el Gobierno provincial, lo que le obligó a residir en la capital pontevedresa.
Buena parte de este período, coincidió con el gobierno de O’Donnell y su centrada Unión Liberal, de la que, ideológicamente, él no estaba distante. Fue un período de reconocimiento personal, ya que 1858 fue distinguido como “Individuo de mérito” por la prestigiosa Sociedad de Amigos del País de Santiago, reelegido diputado provincial y, luego, nombrado consejero en el Gobierno Civil. En los años siguientes, ocupó interinamente el cargo de gobernador civil en varias ocasiones, coincidiendo una de ellas con su presidencia de los Juegos Florales celebrados en la ciudad (1861). No obstante, la inestable e intrigante política española en 1864 y 1865 provocó que fuese destituido y repuesto en sus cargos varias veces, circunstancias que favorecieron su decisión de abandonar la actividad pública y retirarse en 1866, con sólo cuarenta y cinco años, a su hacienda de la Ulla. Unos años antes, en 1861, habían reconocido sus servicios con los honores de “Jefe de Administración Civil”.
Desde 1866 vivió permanentemente en Vilancosta como señor de aldea, en compañía de varias hermanas y consagrado a sus aficiones de literato.
En efecto, desde su retiro pastoril y al amparo del ideario del “Rexurdimento” cultural gallego tras la publicación del simbólico Cantares Gallegos (1863) de Rosalía de Castro, Valladares contribuyó a este renacer con una pionera y polifacética obra. Sus esfuerzos se centraron inicialmente en la recogida de literatura popular. En 1865 data un cancionero musical y en 1867 otra colección titulada Cantigueiro popular, ampliada en 1879 y 1887 con sendos Apéndices. También colaboró con otros folcloristas, como Murguía (1865), Saco-Arce (1880), Rodríguez Marín (1881) o Machado y Álvarez (1880-1884). Parte del material enviado a este último fue editado en Miscelánea. Folk-Lore Gallego (1884), que constituía la presentación de la recién creada Sociedad de Folk-Lore Gallego, de la que el propio Valladares fue nombrado “Socio de mérito”. Ya en 1888 publicó sus cuentos populares en la revista Galicia Humorística y en 1890 en A Monteira parte de su colección de refranes. Esta pasión por el folclore gallego corre paralela al trabajo de abnegado lexicógrafo en su gran obra, el Diccionario Gallego-Castellano (1884). En 1869 afirma tener acabada una primera versión que, no obstante, ampliará hasta su versión definitiva impresa de 1884. En su portada se presentaba como “Correspondiente de la Real Academia Española”, y así era desde 1880, merced a su amigo y también correspondiente Laverde Ruiz, quien en 1878 ya había informado de su existencia. Su interés por la lengua vernácula se manifiesta igualmente en los trabajos, sobre codificación escrita del gallego, aparecidos en la prensa (1879, 1888), aunque su texto más determinante en este sentido sea Elementos de Gramática Gallega, que, acabado en 1892, permaneció inédito hasta 1970. Tampoco abandonó su actividad creativa. En 1879 y durante la década siguiente publicó en la prensa varios poemas de temas populares y costumbristas, que se tiñen a veces de leves críticas sociales juzgadas desde la óptica regionalista. Pero con todo, Valladares es celebrado en las letras gallegas por ser el autor de la primera novela gallega, Majina ou a filla espúrea, que había escrito en 1870, aunque no se publicaría hasta 1880 en la madrileña La Ilustración Gallega y Asturiana.
En la correspondencia de la última década de su vida se quejaba de encontrarse viejo y emperezado. A pesar de ello, en 1893 retomó su labor lexicográfica y consiguió dejar dispuesto un Nuevo Suplemento al diccionario, poco antes de que en 1903 un paro cardíaco acabase con su vida. Un año antes había fallecido su hermana Avelina, también literata, con la que había convivido en la casa familiar los últimos cuarenta años.
Obras de ~: Memorias de familia, 1845-? (inéd.); Crónica de la muy noble y muy leal ciudad de Zamora, 1855 (inéd.); Flora ó hasta donde llega una mujer, 1857 (inéd.); Ayes de mi país, 1865 (inéd.); Cantigueiro popular, 1867 (ed. de X. Luna Sanmartín, Fundación Cultural da Estrada, 2003); Asela, 1868 (inéd.); Majina ou a filla espúrea, 1870 (ed. en La Ilustración Gallega y Asturiana, vol. II, 1880, págs. 266, 281, 293-294, 306, 317, 341-342, 376-377, 389-390, 402-403, 429-430 y 460-461; ed. con est. de R. Carballo Calero, Vigo, Galaxia, 1970; X. M. Dobarro et al., La Coruña, Vía Láctea, 1987; A. Tarrío et al., Vigo, Xerais, 1991; X. A. Fernández Salgado, A Estrada, Xixirín, 2005); “Del apóstrofo en la escritura gallega”, en La Ilustración Gallega y Asturiana, vol. I (1879), págs. 123-124; La cruz perdida, 1883 (inéd.); Los tres expósitos, 1883 (en Galicia. Revista Regional, 1888, págs. 347-350; 485-488, 605-609; 1889, págs. 57-59); Diccionario Gallego-Castellano, Santiago, Est. Tipográfico del Seminario Conciliar Central, 1884; “Escritura gallega”, en Galicia. Revista Regional (1888), págs. 267-270; “Una reflexión”, en Galicia. Revista Regional (1888), págs. 397-399; “Contos”, en Galicia Humorística, Santiago, 1888; Refrás, proverbios e dicires gallegos, en A Monteira, vols. 60-65, Lugo, 1890; Elementos de Gramática Gallega, 1892 (Vigo, Fundación Penzol/Galaxia, 1970); Nuevo Suplemento al Diccionario Gallego-Castellano, 1896-1902 [ed. de M. García Ares, en Cadernos de lingua, anexo 4 (2000)]; Poesía, ed. de X. A. Fernández Salgado, Vigo, Xerais, 2003.
Bibl.: F. Bouza-Brey, “Achegos pra a bibriografía de Marcial Valladares como etnógrafo”, en Boletín de la Real Academia Gallega (BRAG), XXVII (1956), págs. 10-23; Cantigueiro popular, 1867 (ed. de X. Luna Sanmartín, Fundación Cultural da Estrada, 2003; contiene el Apéndice ó Cantigueiro popular, 1879); M. Bergueiro López, “Marcial Valladares”, en Faro de Vigo, 18 de abril de 1970; “Semblanza Valladarista”, en Faro de Vigo, 7 de mayo de 1970; F. Bouza-Brey, “Semblanza de Marcial Valladares”, en BRAG, XXX (1970), págs. 430-437; R. Carballo Calero, O señor de Vilancosta. Loubanza de don Marcial Valladares Núñez no Día das Letras Galegas, Santiago de Compostela, Universidade, 1970; X. A. Fernández Salgado, Marcial Valladares (1821-1903). Lingua, Literatura e Folclore, Santiago de Compostela, Universidade, 2002; “A colección de refráns de Marcial Valladares”, en Tabeirós Terra, XIII (2003), págs. 9-16; “Cen anos sen Marcial Valladares: retallos da vida e obra”, en A Trabe de Ouro, 57 (2004), págs. 89-102; “O Diccionario Gallego-Castellano (1884) de Marcial Valladares”, en Verba, 31 (2005); “A obra gramatical de Marcial Valladares”, en Cadernos da Lingua, 26 (2005); Marcial Valladares. Biografía dun Precursor no Rexurdimento galego, Pontevedra, Deputación Provincial, 2005.
Xosé Antonio Fernández Salgado