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María Francisca de Isla y Losada

Biografía

Isla y Losada, María Francisca de. Santiago de Compostela (La Coruña), c. 1735 – ?, 1803 post. Poetisa, promotora de la obra de su hermano, el padre Isla.

Fue hermanastra de José Francisco de Isla, que había ingresado en los jesuitas en 1719. Tras quedar viudo, su padre casó en segundas nupcias con una ilustre señora de Santiago, matrimonio del que nació María Francisca. Su progenitor debió de cuidar de su formación, que no se conoce, lo cual le permitió desarrollar de manera temprana su claro ingenio y sus habilidades literarias.

En 1754 se casó con Nicolás de Ayala. Su vida transcurrió de forma tranquila en su ciudad natal, dedicada a las tareas intelectuales por las que mostraba un gran interés. Tuvo una excelente relación con su hermano José Francisco, que admiraba su capacidad hasta el punto de que le enseñaba sus obras antes de publicarlas, aceptando muchas de las correcciones que ésta le hacía. Tuvieron correspondencia durante mucho tiempo, ya que el género epistolar les interesaba de manera especial, dejando el jesuita abundantes epístolas inéditas. A lo largo de muchos años estuvo preparando una colección de Cartas familiares, que tenía como destinatarios a su hermana y a su cuñado, según la información que proporciona Serrano y Sanz. En una misiva que le dirigió el 10 de noviembre de 1758 desde el convento de Villagarcía de Campos hacía referencia a la misma diciendo que habría de incluir una “Carta al autor de una dama hermana suya”, siguiendo el ejemplo de otra de Plutarco, que había conocido en una traducción hecha por el abate Andrés Dacier, asegurando que su relación con ella era muy valiosa: “¿Quieres que te diga una verdad? Más aprecio tu aprobación que la de todo el mundo entero, porque más te amo a ti que a todo el mundo junto. Como mis trabajos contribuyan para aliviarte un breve rato, no quiero otro premio de ellos; y esto no va en el estilo poético, sino en el idioma del corazón” (Serrano y Sanz, 1903- 1905: 536). Y en el “Prólogo” de un libro de piedad del italiano que tradujo del sacerdote Francisco Bellati, Arte de encomendarse a Dios, le pondría esta sentida dedicatoria: “Hija, hermana y señora mía: hija, porque te saqué de pila; hermana, porque tuvimos un mismo padre, aunque con gran distancia de años; y señora mía, por el respeto que se debe a tu sexo, sin ofensa del fraternal amor ni de la más avanzada ancianidad”.

Esta situación se tiñó de tristeza en 1767 cuando fue disuelta su congregación y su hermano hubo de partir al exilio, para residir en Bolonia.

Esta afición a la literatura de María Francisca la puso en relación con otras escritoras locales, como María Teresa Caamaño y sor María Tomasa, una carmelita residente en la ciudad que gozaba de cierto renombre como autora de versos. En cuanto a su labor como poetisa, debió de ser una mujer fecunda, pero son muy pocas las composiciones que hasta hoy han llegado.

Parece ser que ella misma quemó su producción antes de su muerte, formada por cuartetas, décimas y otros poemillas de asuntos varios que por las referencias que se conocen no debían de ser de gran calidad.

Queda manuscrito en la Biblioteca Nacional un canto heroico titulado “Despedida de Lida y Armido”. También mantuvo correspondencia literaria con personajes relevantes, como Diego Antonio Cernadas y Castro, cura de Fruime, poeta al que le dirigió un romance en gallego, o con Francisco Alejandro Bocanegra, famoso predicador y autor de numerosos libros de sermones, de piedad y de educación cristiana, que fue obispo de Guadix y Baza, y luego arzobispo de Santiago, quien le consultaba sobre diversos asuntos. Su habilidad como escritora de epístolas llegó al conocimiento de los lectores de la Corte, ya que en el número de diciembre de 1773, se halla, en el periódico Mercurio Histórico y Político —cuya carrera se inició en 1738—, una elogiosa semblanza suya: “Doña María Francisca de Isla y Losada, dama que reside en Santiago de Galicia, posee un particular talento de dictar a un tiempo ocho cartas sobre ocho diversos asuntos. Ahora añadimos, para que crezca la admiración que debe causar este raro esfuerzo de la retentiva y del ingenio, que por certificación autorizada de un alcalde, un escribano y once testigos, consta que dicha señora ha dictado a un tiempo doce cartas a otros tantos sujetos. En todas ellas se nota facilidad de estilo, coordinación en los pensamientos, y en cada una total independencia de los asuntos”, recordaba.

Su hermano murió en noviembre de 1781, y ella dedicó, a partir de entonces, su tiempo a publicar las obras inéditas de él, para lo cual encontró algunas dificultades con la censura. Editó sin problema algunas de ellas como: Arte de encomendarse a Dios, o sea la virtud de la oración (Madrid, J. Ibarra, 1783), traducción de Bellati; Reflexiones cristianas sobre las grandes verdades de la fe y sobre los principales misterios de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo (Madrid, J. Ibarra, 1785); Cartas familiares escritas a su hermana y a su cuñado D. Nicolás de Ayala (Madrid, Imprenta del Consejo de Indias, 1785-1786), cuatro volúmenes de sabor ensayístico; Aventuras de Gil Blas de Santillana (Madrid, 1787-1788), traslación de la famosa novela de Le Sage; Rebusco de las obras literarias, así en prosa como en verso (Madrid, P. Aznar, 1790), edición preparada por ella, a la que precede una “Nota previa”; Sermones morales (Madrid, Viuda de Ibarra, 1792-1793, 6 vols.), entre otras. Menos fortuna tuvo cuando en 1790 intentó publicar una Colección de dichos y hechos singulares, a la que el censor fray Pedro Centeno contestó negativamente. Por medio de su representante en la Corte, Blas Antonio Alcolado, recurrió la prohibición escribiendo ella misma un largo alegato defensivo que hizo llegar al censor, al que éste respondió airado contra las razones que daba ella: “He visto la respuesta que a la censura por mí dada a la obra de don Francisco de Isla Colección de dichos y hechos singulares ha presentado a V. A. doña María Francisca de Isla; y queriendo V. A. que en su vista informe lo que me parezca en orden a la segunda parte de dicha contestación, de que se sirvió mandar se me diese copia, a este efecto debo decir, con la imparcialidad que debo y puedo, que lejos de satisfacer dicha contestación a los reparos que expuse en mi censura, se inculca de nuevo en ellos la autora del escrito, empeñándose en sostener unas preocupaciones contrarias a la verdad, a la razón, a la sana Teología, y a las respetables órdenes de V. A.” (Serrano y Sanz, 1903-1905: 538). El proceso concluyó con el “no ha lugar” que se esperaba.

También inspiró diversos textos apologéticos en memoria de su hermano, en especial el titulado Compendio histórico de la vida, carácter moral y literario del célebre padre José Francisco Isla (1803), en el que ella misma había colaborado junto a Juan José Tolrá, con el seudónimo de José Ignacio de Salas, y que inicia con una introducción suya “Al que leyere”. Se desconoce el lugar y la fecha de su muerte, pero en marzo de 1803, cuando gestionaba la publicación de este libro, la presentan como “vecina de esta corte”.

 

Obras de ~: Despedida de Lida y Armido. Canto heroico, Madrid, Biblioteca Nacional, ms. 22058; [Oficio presentado para la edición de Colección de dichos y hechos singulares], Archivo Histórico Nacional (Madrid), 1790, Matrícula de impresión, leg. 31; “Nota previa” y ed. a J. F. de Isla, Rebusco de las obras literarias, así en prosa como en verso, Madrid, P. Aznar, 1790; “Al que leyere”, en Compendio histórico de la vida, carácter moral y literario del célebre padre José Francisco Isla. Compilado por don José Ignacio de Salas, presbítero. Dalo a luz doña María Francisca de Isla y Losada, hermana del mismo P. Isla, Madrid, Viuda de Joaquín Ibarra, 1803.

 

Bibl.: M. Serrano y Sanz, Apuntes para una biblioteca de escritoras españolas desde el año 1401 al 1833, vol. I, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1903-1905, págs. 536-541; M. Bravo Guarida, “Genealogía del P. Isla”, en Archivos Leoneses, 3 (1949), págs. 6-38; C. Eguía Ruiz, “La predilecta hermana del P. Isla y sus cartas inéditas”, en Humanidades, VII (1955), págs. 255-268; J. L. Pérez de Castro, “Recuerdos y cartas de doña María Francisca de Isla en su solar de Asturias”, en Cuadernos de Estudios Gallegos, 15 (1960), págs. 239-247; C. Martínez Barbeito, “Doña María Francisca de Isla y su romance en gallego al cura de Fruime”, en Cuadernos Hispanoamericanos, 130 (1960), págs. 84-98; L. Fernández, “María Francisca de Isla y Losada, defensora a ultranza del Fray Gerundio”, en Liceo Franciscano, XXVIII, 82-83-84 (1975), págs. 263-269; El padre Isla. Su vida, su obra, su tiempo, León, Diputación Provincial, 1983; F. Aguilar Piñal, Bibliografía de Autores Españoles del siglo XVIII, vol. IV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1986, pág. 611; M. Bolufer Peruga, Mujeres e Ilustración: la construcción de la feminidad en la Ilustración española, Valencia, Editorial Alfons el Magnànim, 1998; C. Martínez, R. Pastor, M. J. de la Pascua y S. Tavera (dirs.), Mujeres en la historia de España. Enciclopedia biográfica, Barcelona, Planeta, 2000; E. Palacios Fernández, La mujer y las letras en la España del siglo XVIII, Madrid, Ediciones del Laberinto, 2002.

 

Emilio Palacios Fernández y Elena Palacios Gutiérrez

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