Arrieta, Domingo. Cádiz, 1808 – Vallenar, Obispado de la Serena (Chile), 3.XI.1877. Militar.
Era hijo de Manuel Domingo Arrieta y de Isabel María Ibáñez, ambos naturales de Cádiz. A la edad de trece años se trasladó al Perú, donde residía un hermano de su padre, pero al llegar a Lima se encontró con que su tío había sido desterrado al Alto Perú y confiscados sus bienes. El 11 de noviembre de 1820 sentó plaza como soldado distinguido en el Batallón 7.º de Infantería del Ejército Libertador, que a las órdenes del general San Martín había desembarcado en las costas peruanas para liberar a aquel país. Con su cuerpo de infantería participó en la segunda campaña a la Sierra, de abril a agosto de 1821, bajo el superior comando del general Arenales. Se embarcó en el Callao con la expedición para los Puertos Intermedios, en octubre de 1822, asistiendo en aquella campaña bajo las órdenes del general Cirilo Correa, integrando el Regimiento del Río de la Plata. Tras las derrotas sufridas por su general, Rudesindo Alvarado, se embarcó en el puerto de Ilo rumbo al Callao.
Por sus servicios fue ascendido a sargento segundo en enero de 1823 y a sargento primero, un mes más tarde. Sufrió el sitio de las fortalezas del Callao, hallándose en la última de las retiradas que aquel ejército patriota hizo de Lima a Trujillo con motivo de la sublevación de la guarnición del Callao en 1824.
Pasó a servir al Regimiento de Granaderos a Caballo del Ejército de los Andes, bajo el mando del general Mariano Necochea, a cuyas órdenes se halló en la famosa batalla de Junín. Por su actuación en la heroica batalla de Ayacucho, bajo las órdenes del general Antonio José de Sucre, fue declarado benemérito de la Patria en Grado Eminente y disfrutó de una Medalla de Plata cedida por decreto del Libertador Simón Bolívar.
Concluidas las luchas de la independencia, Arrieta se embarcó de regreso a Argentina, donde se incorporó a las fuerzas destinadas a operar contra Brasil.
Participó en la batalla de Ituzaingó, bajo las órdenes del general Carlos M. de Alvear, por la que mereció un escudo de oro. Asistió al combate de Camacuá, también dirigido por Alvear, y continuó en la campaña hasta la culminación de la guerra, regresando a Buenos Aires a fines de 1828. A las órdenes del coronel Pedernera marchó a la campaña contra las provincias del interior. Allí tomó parte en el combate de San Roque, en contra del general Juan José Bustos; en las batallas de Tablada y Oncativo, contra las fuerzas del general Juan Facundo Quiroga, bajo las órdenes del general unitario José María Paz. Bajo el mando del coronel Pedernera participó en el combate de Fraile Muerto contra el coronel Ángel Pacheco, en 1831, donde recibió una grave herida de lanza en la espalda. Formó parte de la retirada emprendida por Lamadrid, en dirección al Norte, llegando a Tucumán.
El 10 de julio de 1831, Arrieta fue hecho prisionero y juzgado por un Consejo de guerra de oficiales generales que presidió el general Pedernera, acusado, junto a otros oficiales, del delito de sedición. Fue condenado a muerte el 19 de julio, pero el general Alvarado conmutó la pena de muerte por la del destierro.
Arrieta debió marcharse a Colalao del Valle, donde permaneció hasta agosto de ese año, cuando fue indultado y regresó a Tucumán. Allí asistió a la preparación del ejército para hacer frente al general Quiroga. Arrieta tomó parte en la batalla de Ciudadela, donde fueron derrotadas las fuerzas del general Lamadrid. Arrieta logró huir a Salta, donde fue incorporado al Estado Mayor del destruido ejército unitario.
Arrieta, junto al coronel Hilarión de la Plaza, logró emigrar a Bolivia, a finales de 1831. Allí se hizo cargo de la mina Dolores, perteneciente al conde de Oploca, Manuel Yánez. Años después pasó a Chile y se estableció en Vallenar, donde contrajo matrimonio en 1857 con Casilda Navarro, hija de Hipólito Navarro y de Dolores Martínez. Pobre y desvalido, Arrieta murió en aquel paraje; su esposa obtuvo años más tarde una pensión del Gobierno argentino, por lo que debió establecerse en aquel país.
Bibl.: J. Yaben, Biografías argentinas y sudamericanas, Buenos Aires, Talleres Gráficos de A. Conteras, 1938, págs. 343-345.
Sandra Fabiana Olivero
