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Inés López de Ayala

Biografía

López de Ayala, Inés. ?, m. s. XIV – Santa María la Real de Nieva (Segovia), VI.1403. Aya de la infanta doña María, hija de Enrique III, y abuela de María de Castilla, hija ilegítima de Pedro I.

Descendiente del importante linaje de origen alavés de los Ayala y hermana del canciller Pero López de Ayala, casó con Diego Gómez, caballero toledano de origen mozárabe, notario mayor del reino de Toledo y alcalde mayor de la ciudad. Durante la existencia de su marido se limitó a llevar la vida de una aristócrata toledana. Tuvo siete hijos, uno de los cuales murió joven, y apoyó a su cónyuge en su carrera administrativa y guerrera al lado de Pedro I y, a partir de 1366, con Enrique II, al tiempo que le ayudaba a administrar los señoríos jurisdiccionales de Casarrubios, Valdepusa, Arroyomolinos y Móstoles, así como extensas propiedades urbanas y rurales que fue acumulando. A su alta posición social unió sus intereses artísticos y culturales, siendo partícipe, junto con su esposo, de la rehabilitación y mejora de sus casas solariegas de San Antolín de Toledo en elegante estilo mudéjar, que forman aún hoy parte del convento de Santa Isabel de los Reyes, y de la dotación de un estudio de Teología y Artes dirigido por frailes agustinos.

Tras la muerte de su marido, en 1375, su situación cambió y pudo dedicarse, ya sin una figura masculina que la limitara, a ejercer el poder en el linaje de los Gómez de Toledo. De ese modo, proyectó una política matrimonial que uniera a sus hijos con influyentes familias, emparentando con la aristocracia inglesa —a través del matrimonio de Sancha con Gautier Blont, camarero de Juan de Gante, suegro de Enrique III—, la andaluza —pues su hija Aldonza casó en segundas nupcias con Perafán de Rivera, adelantado de la Frontera, y Mayor se unió a García Fernández de Córdoba, señor de Baena— y la toledana —ya que su primogénito Pedro Suárez casó con Juana de Orozco, señora de Pinto; Teresa, que había tenido una hija del rey Pedro, casó con Juan Núñez de Aguilar, y Mencía se desposó con Diego García de Toledo.

Para evitar que su patrimonio familiar fuese administrado por terceros, lo mantuvo en sus manos sin dividir veinte años después de la muerte de su marido. Donó solamente el mayorazgo de Casarrubios del Monte a su hijo mayor, Pedro Suárez de Toledo.

En 1379 también accedió a la concesión de su parte de herencia a su hija Mencía por su matrimonio con el señor de Mejorada. En 1395 se realizó el reparto legal de los bienes de su marido, pero Inés retuvo las propiedades de sus nietos Gutierre, hijo de Pedro Suárez, y Juan Carrillo, de los que era tutora, por lo que no dejó de gestionar el patrimonio familiar.

Inés supo aprovechar el prestigio de su marido y su estrecha amistad con personajes de la Corte, para conseguir de la Monarquía la concesión de privilegios que engrandecieran su fortuna. Enrique II le concedió la construcción y explotación de una alcaicería de paños de color y un mesón de paños, monopolizando el comercio de telas en la ciudad. Juan I le confirmó la renta de 14.000 maravedís procedente del almojarifazgo de Sevilla y otros 6.000 maravedís del señorío de Vizcaya que había gozado su marido, privilegios que confirmó Enrique III en 1393.

Con todo este patrimonio, se convirtió en una mujer de negocios que se dedicó esencialmente a la explotación de su monopolio de comercio de paños, de los que arrendaba anualmente la alcabala y la gestión del mesón a comerciantes traperos, tanto cristianos como judíos; e invertía en la compraventa de cereales y arrendaba alcabalas. Pero fue en el sector financiero en el que mejor se desenvolvió, concediendo crédito, incluso en el entorno real, y tomándolo a su vez, aunque el balance final fuera negativo al final de sus días y, una vez fallecida, le reclamaran deudas de cientos de miles de maravedís. Sus colaboradores y criados en sus negocios fueron García Gómez Francos, recaudador de Toledo y su tierra, Abrahem aben Cota, o Samuel Anacahua, personajes judíos o conversos que la asesoraban en sus inversiones.

Con la llegada de Catalina de Lancaster a la Corte por su matrimonio con Enrique III, se produjo un mayor acercamiento de la Monarquía a la familia Ayala, por ser su nieta María tía de la Reina. Gracias a ello, Inés fue nombrada aya de la infanta María, hija de los Reyes, permaneciendo al lado de la Reina. Fue en un viaje que realizó con ella hasta el monasterio de Santa María la Real de Nieva en Segovia, fundado por Catalina, donde Inés encontró la muerte en junio de 1403, y aunque su deseo era ser enterrada en Toledo, reposa en aquel lugar.

 

Fuentes y bibl.: Archivo de Santo Domingo el Real, docs. n.os 1, 102, 139, 142, 208, 222, 225, 334, 336, 337, 348, 349, 524, 545, 686, 896, 897, 915/1, 1174, 1178/2, 1357, 1604, 1605 y 1068.

S. R. Parro, Toledo en la Mano, Toledo, Severiano López Fano, 1857 (ed. facs., Toledo, Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos [IPIET], 1978, vol. II, pág. 151); V. García Rey, “El monasterio de Santo Domingo el Real”, en Toletum, Boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo (BRABACHT), 10-11 (1922), págs. 48-49; J. Porres Martín-Cleto, Historia de las calles de Toledo, Toledo, Zocodover, 1982, págs. 832, 1024, 1162, 1291, 1146 y 1649; P. Molenat, Campagnes et Monts de Tolède du xiie au xve siècle, Madrid, Casa de Velázquez, 1997, págs. 334-335 y 369; J. L. Barrios Sotos, Santo Domingo el Real y Toledo a fines de la Edad Media (1364-1507), Toledo, IPIET, 1997, págs. 86-117; J. Passini y P. Molenat, Toledo a finales de la Edad Media, II: el barrio de San Antolín y San Marcos, Toledo, Colegio de Arquitectos, 1999, págs. 80-81; B. Martínez Caviró, “Doña Inés de Ayala”, en BRABACHT, 77 (2000), págs. 101-138; J. Passini, Casas y casas principales urbanas. El espacio doméstico de Toledo a fines de la Edad Media, Toledo, Universidad de Castilla-La Mancha, 2004, págs. 131-132.

 

Pilar Morollón Hernández