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Francisco Verdugo

Biografía

Verdugo, Francisco. Talavera de la Reina (Toledo), ¿1531? – Thionville (Francia) 20.IX.1595. Militar.

La biografía de Francisco Verdugo, encarnación y prototipo del soldado español de los Tercios de Flandes, es un ejemplo de una meteórica carrera militar en el seno del ejército español durante la Guerra de los Países Bajos.

Aunque muchos autores afirman lo contrario, según las últimas investigaciones realizadas por el historiador Antonio Rumeu de Armas basadas en los expedientes de pruebas de caballería de la Orden de Santiago pertenecientes al hijo y nietos del coronel Verdugo, y volcadas en el artículo titulado Nuevos datos para la biografía de Francisco Verdugo, parece ser que éste nació en el seno de una familia de hidalgos acomodados.

De la misma manera, y también basándose en los mencionados expedientes de caballería, la fecha de su nacimiento ha sido cambiada por Rumeu de Armas, al retrasar a 1531 la fecha de nacimiento de Verdugo que el soldado e historiador de hechos militares del siglo XVII, Carlos Coloma, ponía en 1537. Sus padres fueron Alonso Núñez de Prado, hidalgo castellano originario de Medina del Campo, y Catalina Verdugo, hermana del familiar del Santo Oficio de la Inquisición, Juan Verdugo, cofrade de la hermandad talaverana de San Bartolomé, en la que se exigía para entrar limpieza de sangre por los cuatro costados.

Poco se sabe de su infancia, aparte de que la pasó en su ciudad natal, Talavera de la Reina, hasta sus veintisiete años, cuando se alistó como “soldado raso” sentando plaza en la compañía que en dicha localidad levantó el capitán Bernardino Ayala en 1557, cuando se reclutaron soldados para la guerra contra Francia. Carlos Coloma, en su obra Las guerras de los Estados Bajos nos habla de él, y nos dice que en la batalla de San Quintín “empezó Verdugo a mostrar sus aceros mereciendo ocho escudos de ventaja en tiempo en que se daban bien limitadas”.

A los pocos años, y trasladado a Flandes, se encuentra en Bruselas como “entretenido” en la fastuosa Corte de la Gobernadora de los Países Bajos, Margarita de Parma, bajo cuyas órdenes levantó tropas para reprimir los primeros tumultos iconoclastas de 1566, antes de la llegada del duque de Alba. Su compañía perteneció al regimiento valón del célebre coronel Cristóbal de Mondragón. Un año después, y siguiendo con el testimonio de Coloma, el duque de Alba “le nombró Sargento Mayor de todo el ejército, cargo que hasta allí no se había visto” y que le otorgaba categoría de jefe de Estado Mayor, el cual, por aquel entonces no se limitaba sólo a lo militar, sino que trascendía a lo político y diplomático. Ya con el duque de Alba como gobernador de los Países Bajos, Verdugo participará en las sangrientas jornadas de Groningen y Jemmingen contra el ejército reclutado por Luis de Nassau, hermano de Guillermo de Orange. En 1570 interrumpe brevemente sus obligaciones militares regresando a España al ser nombrado Cristóbal de Mondragón con todo su regimiento, en el cual se encontraba Verdugo, para dar escolta a Ana de Austria, al embarcarse en Flandes en su viaje desde Austria hasta España para esposarse con Felipe II.

En 1572, vuelto de nuevo al escenario bélico de los Países Bajos y rebeladas las ciudades de Zelanda, Verdugo participa en estas gloriosas campañas junto a Sancho Dávila y el coronel Mondragón, destacando en la jornada en la que el Ejército español tuvo que vadear el Escalda con el agua al cuello para acudir al sitio de Goes. En 1573, retirándose el duque de Alba por su mala salud a la villa de Nijmegen (Nimega), cedió el mando de sus tropas a su hijo Fadrique con la misión de pacificar las ciudades rebeladas de Holanda. En el asedio de la villa de Haarlem, después de sólo dieciséis años de servicio, Verdugo vuelve a subir de categoría llegando a coronel. El cargo de “Coronel” indicaba en aquella época el mando de una unidad llamada también “Regimiento” de tropas aliadas auxiliares y siempre extranjeras. Una vez tomada la plaza, Verdugo es nombrado gobernador de dicha villa. Si con el duque de Alba, Verdugo fue ampliamente reconocido, no lo fue menos con su sucesor, el comendador mayor Luis de Requesens, quien le nombrará almirante de la Armada de Flandes después de la derrota del conde Bossu.

Como reconocimiento a su buen gobierno de la villa de Haarlem, Felipe II le recompensará con una renta vitalicia de quinientos ducados con cargo a las rentas del Reino de Nápoles. Siendo gobernador de Haarlem, Francisco Verdugo tuvo un hijo natural, fruto de su unión con una joven burguesa de dicha villa llamada Esther Vandeyck. Este hijo, cuyo nombre era Guillermo Verdugo y Vandeyck se convertirá con el tiempo en otro brillante militar siguiendo la senda de su padre.

Fue Francisco Verdugo gobernador de Breda en el convulso período de interregno que se dio tras la muerte del comendador mayor y la llegada de su sucesor Juan de Austria. Éste, tras el acuerdo alcanzado en la Pacificación de Gante y en cumplimiento del Edicto Perpetuo, tuvo que verse obligado a ordenar la retirada de todo su ejército del territorio flamenco, por lo que Verdugo tuvo que dejar su plaza de Breda.

Sin embargo, Verdugo no viajó hasta Italia como la mayoría de sus compañeros en armas; las provincias de Namur y Luxemburgo, que siempre se habían mantenido fieles, quedaban por tanto excluidas del acuerdo, por lo que Verdugo pudo instalarse en Luxemburgo, siendo nombrado gobernador de Thionville. El mal llamado “Edicto Perpetuo” duro poco tiempo, viéndose obligado Felipe II a llamar nuevamente a sus ejércitos para pacificar la convulsa situación creada por los Estados Generales de Flandes. En la batalla de Gembloux (enero de 1578), en la que don Juan derrotó a las tropas de los Estados Generales, llega Verdugo a desempeñar el cargo de maestre de campo general, un escalafón tan sólo por debajo de capitán general de los Países Bajos que ostentaba el propio don Juan, quien, al salir de su cuartel general en la ciudad de Namur, le confió a Verdugo la dirección de dicha villa.

El vertiginoso ascenso de Verdugo no sólo se dio en el campo militar. Según el historiador italiano del siglo XVII Famiano Strada, el coronel Verdugo contrajo matrimonio con una hija ilegítima del conde flamenco Pedro Ernesto de Mansfeld, Dorotea Mansfeld, entroncando así con la más alta aristocracia del lugar y lo que es aún más importante, entrando a formar parte del privilegiado estamento nobiliario. Es, pues, Francisco Verdugo, un caso sin par de ascenso no sólo militar sino también social, lo cual era mucho más raro en la Europa del siglo XVI. Tuvo el coronel Verdugo de este matrimonio cuatro hijas.

Después de la muerte de don Juan (octubre de 1578), Verdugo vuelve a los campos de batalla bajo el mando del nuevo capitán general del ejército de Flandes, Alejandro Farnesio, duque de Parma, tomando parte en el sitio de Maastricht. En 1579, después de haber conseguido el duque de Parma que los estados de Artois y Henault volvieran a la obediencia de Felipe II en lo que se llamó la Unión de Arras, los Estados valones pidieron que los tercios abandonaran el país por segunda vez. Verdugo, en su calidad de maestre de campo general, acompañará al ejército español hasta la frontera de los Países Bajos, retirándose luego a su casa de Thionville, por aquel entonces en la provincia de Luxemburgo, donde por primera vez después de muchos años podrá disfrutar de una tranquila vida familiar. Aunque no será por mucho tiempo; en 1581 se le comunicará su nuevo cargo y destino como gobernador de la remota y fría región de Frisia, en el nordeste de la actual Holanda, que mantenía, en estos momentos, tratos secretos con el príncipe de Orange. Verdugo, quien tenía orden de Felipe II de obedecer en todo al duque de Parma, aunque remiso y aduciendo no conocer ni haber estado jamás en Frisia ni saber nada de lo que pasaba en esas provincias, no tuvo más remedio que aceptar. Aquí, Verdugo pasará catorce años de su vida defendiendo como pudo estas olvidadas tierras hasta que se perdieron. Con el fin de justificar su actuación y culpar a los malos consejeros del duque de Parma del desastre final por haber desoído repetidamente sus consejos y llamadas de auxilio, Verdugo empuña la pluma al final de su vida para escribir su Comentario de la Guerra de Frisia, como un alegato de autoexculpación en la responsabilidad por la pérdida de esta provincia: “Siendo advertido de la corte de estos Estados de los malos oficios que en ella algunos me hacen contra razon, procurando por sus pasiones, o particulares intereses, escurecer mis servicios, me ha parecido convenirme cortarles el hilo de sus tramas y desiños por este medio, no pudiendo por ahora hacerlo en persona. Y así, forzado, divulgaré mi proceder en los catorce años que he tenido esta provincia y ejército a mi cargo”.

El Comentario, verdadera memoria autobiográfica, supone el mejor testimonio con el que el historiador puede contar para conocer, de primera mano, la actuación de este importante militar de los tercios durante su duro servicio a la Monarquía en las lejanas tierras de Frisia. En él aparecen relatados todos los hechos de armas más importantes, como la batalla de Nordhoon contra el combinado de tropas inglesas y holandesas comandadas por el inglés Norrys o la batalla de Lochum contra el conde Holac. Fue Verdugo también durante esos años gobernador de Deventer y Zutphen, al sur de Holanda, plazas que también acabaron perdiéndose. El tono del relato es, no obstante, el de quien se siente decepcionado y hasta amargado por el abandono y olvido al que le tenían relegado desde el Gobierno central de los Países Bajos. Efectivamente, el Comentario de Verdugo, es un retrato fiel de la desmoralización del Ejército, de la mala fe de los naturales, de la mala voluntad de algunos cortesanos que por envidia le tenían olvidado, sin enviarle los refuerzos en hombres y dinero que él pedía para combatir con éxito los intentos de Guillermo de Orange por recuperar estas provincias. Como él mismo cuenta en su relato: “[E]l mayor enemigo que he tenido todo el tiempo que he servido en Frisia, y el que más daño ha hecho al servicio de su Majestad, que ha sido y es la calumniosa invidia”. Tampoco ayudaban los naturales del país, quienes se negaron desde el principio a colaborar con Verdugo en su lucha contra los enemigos, como cuando estando falto de pólvora al asediar la villa de Lochum, pidió al drosarte de la vecina ciudad de Lingen que le prestase pólvora para continuar el asedio, a lo que éste se negó en rotundo, amparándose en que Verdugo no tenía aún la patente de gobernador de aquella provincia, no siendo ésta la verdadera razón, sino el no querer contrariar a Mauricio de Nassau y a los holandeses rebeldes contra los cuales iba a ser utilizada dicha pólvora. Abandonado y traicionado así por todos, sólo y con escasos medios, al final ocurrió lo que Verdugo pronosticó en repetidas ocasiones sin que nadie le escuchara: el 26 de julio de 1594, tras catorce años de duras luchas, la capital de Frisia, Groningen, acabó cayendo en poder de los holandeses al mando de su jefe Mauricio de Nassau, y con ella toda la región, completando así las siete provincias que conformarían las “Provincias Unidas de Holanda”, independizándose de facto de la monarquía hispánica. Leyendo el Comentario, uno puede llegar a entender la afirmación que de Verdugo hace Raffaelle Puddu al decir de él que acabó convirtiéndose en “el más duro, cínico, frío y falto de ilusiones de todos los capitanes españoles del siglo XVI”.

Desde que dejó su gobierno de Frisia se dedicó Verdugo a la redacción de su Comentario, sin poder darle su forma definitiva por sorprenderle la muerte. No obstante, todavía habría de seguir batallando a las órdenes del conde de Fuentes, nuevo gobernador de los Países Bajos a la muerte del duque de Parma. En los últimos momentos de su vida hubo de luchar contra los franceses, que habían invadido Luxemburgo, obligándoles a retirarse hasta las puertas de Sedán. Poco después, cuando se preparaba para acudir al cerco de Châtelet, le sorprendió la muerte en su casa de Thionville.

Al igual que en la fecha de su nacimiento, en la de su muerte tampoco hay unanimidad por parte de los historiadores que han escrito sobre la vida de Verdugo, pues si la mayoría fijan como fecha de fallecimiento el año de 1597, Rumeu de Armas da la de 1595.

Después de la muerte de Verdugo se hicieron multitud de copias de su Comentario, una de las cuales fue a parar a poder de su yerno Francisco Juan de Torres, quien después de contraer matrimonio ya en España con una de sus hijas, pasó a Nápoles en una importante misión. Este ejemplar del Comentario fue traducido al italiano y modificado algo el texto original por Girolamo Franchetta, quien lo publicó en Nápoles en 1605.

Cinco años más tarde, en 1610, Alfonso Velázquez de Velasco, un soldado de Flandes que luchó junto a su amigo Francisco Verdugo, publicó el Comentario, también en Nápoles, pero esta vez en el texto original en castellano, basándose en una copia manuscrita que le había dado el propio Verdugo antes de morir.

 

Obras de ~: Il Comentari di Francesco Verdugo delle cose successe in Frisia nel tempo che egli fu Governatore e Capitan generale in quella provincia: con la vita del medesimo Verdugo, trad. y ed. de Girolamo Franchetta, Nápoles, 1605; Comentario del Coronel ~ de la Guerra de Frisa en XIIII años que fue gobernador y capitan general de aquel estado y exercito por el rey D. Phelipe II nuestro señor, ed. de A. Velázquez de Velasco, Nápoles, 1610 (“Colección de libros españoles raros o curiosos”, vol. II, Madrid, Imp. de M. Rivadeneyra, 1872); H. Lonchay, Francisco Verdugo: Comentario de la guerra de Frisia en XIV años..., est. prelim. de ~, Bruselas, Librería Kiessling, 1899.

 

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José Miguel Cabañas Agrela