Royo Villanova, Antonio. Zaragoza, 12.VI.1869 – 7.XI.1958. Político y administrativista.
Nació en una familia muy determinada por las convicciones de su padre, Mariano Royo, ingeniero de Caminos, y uno de los iniciadores de la que Joaquín Costa denominó “política hidráulica” como medio de estimular el desarrollo económico del país. Estudió y se licenció en la Universidad de Zaragoza, en la que ingresó como profesor auxiliar encargado de la Cátedra de Derecho Civil en 1893. Enseñó también Derecho Internacional en la Universidad de Zaragoza. Decidido a perseverar en la carrera docente, obtuvo tras oposición la Cátedra de Derecho Político y Administrativo de la Universidad de Valladolid en 1895, la misma que dejó vacante tras su muerte Juan Sala Bonañ, otro zaragozano con el que le unían estrechos vínculos de amistad. Cuando en 1900 ambas asignaturas se separaron, su vocación por el Derecho Administrativo se definió plenamente, siendo su titular hasta la fecha de su jubilación. Royo confeccionó un manual, Elementos de Derecho Administrativo (1910), cuyo éxito editorial le condujo a la publicación de veinticuatro ediciones, y que sustituyó en las aulas universitarias al de Adolfo Posada, de hondas raíces krausistas, en el que claramente predominaban los temas de derecho político y las ciencias sociales sobre el derecho administrativo.
Junto con el Tratado de Derecho Administrativo (1917) de José Gascón y Marín, inaugura una fase caracterizada por la recepción del método jurídico de Laband y Otto Mayer, pero sin su profundidad y rigor analítico, atendiendo sólo a los aspectos formales y externos. Son manuales esquemáticos y acríticos, que prescinden de cualquier referencia a la historia jurídica o a la evolución de las instituciones que conforman el derecho español, excesivamente determinados por las referencias doctrinales foráneas, básicamente italianas (Orlando) y francesas, y que carecen de investigación científica en la parte expositiva del derecho. Mantiene Royo en sus Elementos [...] una concepción orgánica de la sociedad eminentemente escolástica, que contempla la pluralidad de administraciones públicas y define una de sus constantes: el concepto de descentralización administrativa pero alejado de las tentaciones separatistas, que más tarde trasladará al campo de la controversia política con sus encendidas polémicas con los sectores nacionalistas, sobre todo catalanes.
Desde muy joven fue afirmando unas convicciones políticas muy influenciadas por el regeneracionismo costista, a quien conoció a través de su padre y con el que mantuvo una constante relación. La marcha a Valladolid tras la obtención de la Cátedra le permitió establecer un nexo de unión entre el regeneracionismo aragonés y el castellano representado por la figura de Macías Picavea, teniendo como medio de difusión el diario El Norte de Castilla, que el mismo dirigía. Del mismo modo, frecuentó asiduamente el Ateneo madrileño, convertido en un importante centro de propaganda de los ideales regeneracionistas, y donde se daba cita el núcleo principal de sus divulgadores, como Lucas Mallada, José Gomís, Rafael Labra o Damián Isern. Cercano siempre al oscilante Partido Liberal de la Monarquía alfonsina, se adhirió a la línea ideológica que mantenían las mayorías parlamentarias de Canalejas, Romanones y el marqués de Alhucemas, hasta que finalmente se convirtió en destacado seguidor de la corriente pragmática impulsada por Santiago Alba. Fue parlamentario en varias legislaturas: senador por Valladolid en las legislaturas de 1910-1911, 1914-1915 y 1918-1919; por Huelva en la de 1919-1920 y por la de Teruel en las de 1921- 1922 y 1923, fue designado senador vitalicio por Real Decreto de 6 de febrero de 1923; y diputado por Valderrobres en 1914, por Teruel en 1916 y por Huesca en 1933. La preocupación por los temas coloniales le condujo a la Vicepresidencia de la Liga Africanista y a la defensa de la jurisdicción española sobre Tánger.
Sostuvo una actitud abiertamente hostil hacia la dictadura de Primo de Rivera, manteniendo sus posiciones favorables a la Constitución liberal y negándose incluso a legitimar la decisión del Monarca, motivo por el que se le procesó, si bien la causa fue sobreseída.
Incluso llegó a suspender sus campañas anticatalanistas, motivo de honda satisfacción entre los nuevos dirigentes, hasta que no se restablecieran los cauces de libertad. No obstante, y representando al Senado, participó como miembro de la Asamblea Nacional Consultiva creada en el año 1927, una institución que la dictadura pretendía que se convirtiera en sustituta de las Cortes, pero vacía de contenidos y meramente deliberadora. Royo la calificaba de estéril convencido de que el parlamentarismo y su eficacia se basaban en el control y fiscalización de las decisiones del poder y en la libertad y publicidad de las deliberaciones sostenidas en las Cortes, circunstancias que la Asamblea vetaba expresamente. En el año 1928 ingresó en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas con un discurso sobre el terrorismo, que recibió la contestación de Niceto Alcalá Zamora. Ocupó buena parte de sus esfuerzos en la defensa de la unidad territorial de España frente a los planteamientos de los nacionalistas catalanes de Prat de la Riba y Durán y Ventosa, para él meras invenciones intelectuales sin corroboración en la historia. Durante la Segunda República, su vibrante oratoria parlamentaria tuvo como objetivo fundamental la crítica a la elaboración y firma del Estatuto de Cataluña.
Dos fueron las enmiendas principales que presentó durante su discusión, sin que ninguna de ellas prosperase.
En la primera proponía que los catalanes tuviesen la obligación de conocer el idioma castellano, mientras que la segunda afectaba a la necesidad de que los ayuntamientos y provincias tuviesen la facultad de integrarse o abandonar las regiones autónomas si existiese suficiente mayoría de electores para ello.
Detentó numerosos cargos públicos a lo largo de su dilatada carrera, destacando los de director general de Primera Enseñanza (1913), y consejero de Instrucción Pública (1916) durante los gobiernos del conde de Romanones.
Su actitud intransigente con respecto a los proyectos autonomistas le impidió obtener una cartera ministerial en los primeros años de la República, aunque finalmente durante unos pocos meses del año 1935 ocupó la cartera de Marina, intranscendente y escasa de contenidos, en el Gobierno de coalición de derechas presidido por Alejandro Lerroux en representación de los colectivos agrarios, por expreso deseo del jefe de la minoría agraria Martínez de Velasco. Pero poco tiempo después, presentó su dimisión descontento con la política de transferencias competenciales del Estado al Gobierno de Cataluña en virtud del cumplimiento del Estatuto, en concreto en materia de Obras Públicas. En las elecciones de febrero de 1936 fue incluido en las listas por Madrid, sin que pudiera obtener escaño en el nuevo Parlamento, y desde entonces permanecerá alejado de la primera línea política.
El estallido de la Guerra Civil le sorprendió en San Rafael (Segovia), donde conoció la noticia del asesinato de su hijo mayor Alejandro, juez de primera instancia e instrucción en Colmenar Viejo, durante los primeros días del conflicto. Su última publicación, Treinta años de política antiespañola (1940), está escrita en clave de justificación de su pasado republicano liberal y de adscripción a los ideales franquistas, teniendo como nexo común la preocupación por el “germen del separatismo”. En el año de 1954 le fue concedida la Gran Cruz de Isabel la Católica.
Su ideario político está marcado por cuatro parámetros fundamentales, en los que no resulta difícil ver la huella tanto de su padre como de Costa: la política de fomento agrario, la pasión pedagógica que le lleva a considerar la educación como uno de los primeros puntos programáticos de cualquier gobierno, la necesidad de desarrollar la autonomía municipal y sus profundos sentimientos de desconfianza ante las pretensiones de los autonomistas catalanes.
Obras de ~: El problema de la soberanía en la Constitución española, Madrid, 1896; La regeneración y el problema político, Madrid, Imprenta de los Hijos de M. G. Hernández, 1899; Las relaciones internacionales y los principios del catolicismo, discurso leído en el Congreso Católico de Burgos, Burgos, Imprenta de Agapito Díez y Cía., 1899; La descentralización y el regionalismo: apuntes de actualidad, Zaragoza, Librería de Cecilio Gasca, 1900; Ciencia política, Barcelona, Juan Gili, 1903; Cervantes y el derecho de gentes: la guerra en el Quijote, Zaragoza, Mariano Salas, 1905; La supresión de los consumos: el impuesto y la reforma social, Zaragoza, Tipografía de Emilio Casañal, 1906; El problema catalán (impresiones de un viaje a Barcelona), Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, 1908; Cuestiones obreras, Valladolid, Imprenta Castellana, 1910; La nueva descentralización: discurso leído en la Universidad de Valladolid en la solemne inauguración del curso académico de 1914 a 1915, Valladolid, Imprenta Castellana, 1914; La pedagogía como ciencia social. Discurso pronunciado en Valladolid en el Congreso de las Ciencias, Gijón, Imprenta y Librería de L. V. Sangenís, 1915; Las haciendas locales, Zaragoza, 1915; Los derechos de la escuela. Conferencia pronunciada en el Ateneo de Madrid, Madrid, Imprenta de la Enseñanza, 1916; Las bases doctrinales del nacionalismo, Madrid, Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, Madrid, 1917; E. Prat de la Riba, La nacionalidad catalana, trad. y pról. de ~, Valladolid, Imprenta Castellana, 1917; El nacionalismo regionalista y la política internacional de España, Madrid, Imprenta de Justo Martínez, 1918; La autonomía y la municipalización, Madrid, Imprenta Municipal, 1919; Bolchevismo y sindicalismo, Madrid, Reus, 1920; El terrorismo, la libertad y la policía (discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y contestación del Excmo. Sr. D. Niceto Alcalá Zamora, 27 de noviembre de 1921), Madrid, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 1921; El problema de Marruecos y la política liberal, Madrid, 1922; El Estatuto municipal y la libertad de los Ayuntamientos, Madrid, 1927; Las ideas jurídicas de Don Antonio Cánovas, Zaragoza, 1928; La Regencia y el derecho público español: homenaje a la Reina Doña María Cristina, Madrid, Reus, 1929; Moret, Presidente de la Academia de Jurisprudencia, Madrid, 1930; La descentralización administrativa y la repoblación forestal, Santiago de Compostela, Tipográfica de José María Paredes; Por la nación única. Un grito contra el Estatuto, Madrid, Sociedad Administrativa de Ediciones Literarias, 1932; Vázquez de Menchaca y el derecho de gentes, Madrid, 1932; La Constitución española de 9 de Diciembre de 1931, con glosas jurídicas y apostillas jurídicas, Valladolid, Imprenta Castellana, 1934; Treinta años de política antiespañola: 1906, Solidaridad catalana, 1917, Asamblea de parlamentarios, 1930, Pacto de San Sebastián, 1936, Frente Popular, Valladolid, Santarén, 1940.
Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 123 n.º 43, 127 n.º 43, 137 n.º 48, 139 n.º 24 y 139 n.º 48; Archivo del Senado, Expedientes personales, HIS-0393-06.
D. Pérez García, Figuras de España, Madrid, Compañía Iberoamericana de Publicaciones, 1930; L. Jordana de Pozas, “In Memoriam. Don Antonio Royo-Villanova”, en Revista de Administración Pública (RAP), año IX, n.º 27 (1958), págs. 159-163; S. Royo-Villanova, Aspectos de la reforma administrativa. Discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid, 1960; S. Martín-Retortillo, “Memoria de Don Antonio Royo-Villanova”, en RAP, 40 (1963), págs. 413-419; J. Blasco Ijazo, Aragoneses que fueron ministros, 1717-1969, Zaragoza, Publicaciones de La Cadiera, 1969; M. Navarro Rubio, Aragoneses en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Zaragoza, Ibercaja, 1989, págs. 74- 79; A. Gallego Anabitarte, “Las asignaturas de Derecho político y administrativo: el destino del derecho público español”, en RAP, 100-102 (1983), págs. 705-804; F. Castán Palomar, Aragoneses contemporáneos (época 1900-1934), vol. III, Zaragoza, El Día de Aragón, 1987; A. Gallego Anabitarte, “La influencia extranjera en el Derecho administrativo español desde 1950 a hoy”, en RAP, 150 (1999), págs. 75-114; A. Calonge Velázquez, Antonio Royo Villanova (1869-1958). Académico, político y periodista, Valladolid, Ediciones Universidad de Valladolid, 2017.
Luis Blanco Domingo