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Manuel de Escobar

Biografía

Escobar, Manuel de. Cajatambo (Perú), c. 1640 – Lima (Perú), 1695. Maestro albañil y alarife de Lima (Perú).

Sus primeros datos biográficos adolecen de una cierta falta de concreción documental. En su testamento, otorgado en Lima el 19 de diciembre de 1692, declaró ser “natural de la provincia de Cajatambo, en el lugar que llaman de Gorgor”, en Perú. Hijo de Alonso de Escobar y de Inés del Águila, debió nacer entre 1637 y 1640. Casó en primeras nupcias, en una fecha desconocida, con Mariana López, con la que no tuvo descendencia. En la capital peruana desarrolló toda su trayectoria como maestro albañil, teniendo en las obras de la iglesia de San Francisco, a partir de 1657, una gran escuela para el oficio. Bajo la traza de Constantino de Vasconcelos, director del proyecto, adquirió una importante capacitación profesional, además de consolidar una duradera relación que le comportó el mecenazgo del tracista.

Alternó con tesón los trabajos franciscanos con otros encargos y fue experto artífice en la construcción de las bóvedas de materiales firmes de cal y ladrillo, iniciándose con el maestro Francisco de Ibarra en la reconversión de la planta de la iglesia de San Juan de Dios, en 1657. El 12 de mayo de 1660, se concertó para realizar la bóveda de Nuestra Señora de las Maravillas, su primera obra importante como maestro. Por esa época realizó unas casas frente a la Merced y, el 16 de diciembre de 1662, firmó el compromiso para levantar el primer cuerpo del segundo claustro de la iglesia mercedaria, trazado por fray Pedro Galeano; si bien concentró el mayor esfuerzo constructivo en la iglesia franciscana, para la que trabajó en la capilla mayor, el crucero, la media naranja y otras bóvedas, terminadas en 1662.

A lo largo de su trayectoria mantuvo relaciones profesionales de distinto grado con otros artífices. De animadversión hacia el maestro fray Diego Maroto, desde que el dominico eligiera a Miguel de Garay para realizar los reparos de la catedral, en 1655; un enfrentamiento agudizado con ocasión de la controversia de pareceres suscitada cuando la construcción del sagrario catedralicio, en 1663. De confianza con Ibarra, Juan Durán Velo o con el propio Vasconcelos. En 1663, participó en el remate del puente sobre el río Chancay, labor que le ocasionó algún desencuentro con la justicia por una discrepancia económica que le llevó a prisión; pagando la fianza necesaria, el 5 de junio, el alarife Pedro Miguel. También con el ensamblador Mateo del Tovar tuvo buen trato pues, en enero de 1664, éste le nombró albacea de sus bienes al testar. En el mismo año, continuó las obras iniciadas por Ibarra para la iglesia de San Juan de Dios.

Consolidó las bóvedas de la Recoleta de la Magdalena, en 1666. En 1667, levantó la espadaña de la Merced del Callao y se le encomendó, en marzo de 1668, la Casa de las Amparadas, fundada por el virrey conde de Lemos. En septiembre, se encargó de terminar el claustro de Guadalupe en San Francisco y, al año siguiente, abordó las obras de la iglesia de los Desamparados. Por el mismo tiempo, trabajó en la portada y en las cubiertas de San Francisco; bóvedas que los terremotos finiseculares destruyeron. Permaneció la portada lateral, firmada con una inscripción autógrafa.

Construyó varias celdas monásticas y viviendas, según diversas cartas de pago de 1668, 1672 ó 1674. Asimismo, en 1670, aderezó el arco del puente. Participó en la inspección de la ciudad, en 1674, junto a los alarifes Egoaguirre, Fernández de Valdés y Cano Melgarejo, tras una inundación originada por las acequias.

Fue nombrado alarife de la ciudad de Lima en 1675.

A finales de dicho año estuvo de nuevo preso por pequeñas deudas, hasta que el alarife Ibarra depositó la fianza correspondiente. No volvió a ser elegido alarife hasta 1679, perdurando en el cargo hasta su fallecimiento, en 1695; compromiso que compartieron con él otros maestros. Intermitente fue también su elección como medidor de tierras, cargo que ostentó desde 1674 a 1676; 1679 y 1680; 1683; 1693 y 1695.

Después del terremoto de 1678, trabajó en una polémica reparación para la iglesia de la Encarnación, afectada por serios desplomes; realizó reparos en la iglesia y en el claustro del monasterio de Santa Catalina y reformó la iglesia de San Agustín.

Tuvo una faena limitada en la obra de las defensas de Lima, en 1684, trabajos que, sin embargo, fueron alabados por el virrey, destacándole como “alarife de primer crédito de esta ciudad [...] entre los más maestros de Europa”.

Desarrolló una actividad importante tras los terremotos de 1678, 1687, 1688 y 1690, que obligaron a la reconstrucción de la capital, elaborando numerosas tasaciones. Desmontó la armadura deteriorada de la iglesia de Nuestra Señora de Copacabana y reparó los daños del monasterio de la Concepción; una labor que generó dilatadas controversias, a pesar de su correcto trabajo. Construyó, por esos años, la bóveda sepulcral en Santa Ana, comenzada en 1683 y, en 1685, el claustro del Noviciado de la Magdalena.

A raíz del terremoto de 1687 elaboró, junto a Maroto, Asensio y Fernández de Valdés, los informes sobre los daños producidos. Los terremotos destruyeron sus más importantes edificaciones, no volviendo a construir más bóvedas; estructuras que, en lo sucesivo, levantaron los maestros carpinteros con madera y yeso, materiales más propicios para resistir en el complejo medio sísmico limeño. Fue también consultado con ocasión de la reconstrucción de la catedral, en 1688 y en 1692.

A partir del 10 de abril de 1691, inició expediente para contraer segundas nupcias con Clara Ladrón de Guevara, época en la que cesaron sus trabajos. Con su segunda esposa tuvo siete hijos, reconociendo en su testamento, el 19 de diciembre de 1692, a tres hijas más; aclarando que Josepha Mauricia, a la que crió, no era su hija “aunque ella estaba en que soy su padre”.

Falleció en marzo de 1695, siendo enterrado el día 4 en la bóveda sepulcral de la iglesia de San Juan de Dios. Doce días después su viuda inventarió sus bienes, entre los que se encontraba una atractiva biblioteca que incluía, entre otros, los tratados de Vitrubio, Serlio, López de Arenas, Alberti o Fray Lorenzo de San Nicolás.

 

Obras de ~: Iglesia de San Francisco, Lima, 1657-1669; iglesia de San Juan de Dios, Lima, 1657-1669; capilla del Loreto en Santa Ana, Lima, 1658; bóveda de Nuestra Señora de las Maravillas, Lima, 1660; viviendas frente a la Merced, Lima, 1660; segundo claustro de la Merced, Lima, 1662; puente Chancay, 1663; bóveda de San Bartolomé, Lima, 1664; bóvedas de la Recoleta Magdalena, Lima, 1666; espadaña de la iglesia de la Merced, Callao, 1667; Casa de las Amparadas, Lima, 1668; claustro principal de Guadalupe, Lima, 1668; varias celdas monásticas, Lima, 1668-1676; Iglesia de los Desamparados, Lima, 1669; aderezo del arco del puente, Lima, 1670; contrafuertes de la iglesia de la Encarnación, Lima, 1678; consolidación de la bóveda de Santa Catalina, Lima, 1678; claustro del Noviciado de la Recoleta Magdalena, Lima, 1680; bóveda sepulcral en Santa Ana, Lima, 1683; reforma de la iglesia de San Agustín, Lima, 1683-1684; muralla, Lima, 1684; cúpula de la iglesia de Nuestra Señora de Copacabana, Lima, 1688; reparos del Monasterio de la Concepción, Lima, 1688.

 

Bibl.: E. Harth-Terré, Artífices en el Virreinato Peruano, Lima, Imprenta Tores Aguirre, 1945, págs. 207-222; R. Vargas Ugarte, Ensayo de un diccionario de artífices de la América Meridional, Burgos, Imprenta de Aldecoa, 1968, págs. 208- 209; J. Bernales Ballesteros, Lima, la ciudad y sus monumentos, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1972, pág. 372; A. San Cristóbal, Arquitectura virreynal religiosa de Lima, Lima, Studium, 1988, págs. 40, 99, 119, 128, 245, 307, 312; A. San Cristóbal Sebastián, “Los alarifes de la ciudad de Lima durante el siglo xvii”, en Laboratorio de Arte (Universidad de Sevilla), n.º 6 (1993), págs. 129-155; M.ª A. Durán Montero, Lima en el siglo xvii, Sevilla, Diputación Provincial, 1994, págs. 62, 88, 143; “Las bóvedas de quincha en la Iglesia del Prado en Lima”, en Laboratorio de Arte, n.º 8 (1995), págs. 175-192; Fray Diego Maroto, Alarife de Lima, 1617-1696, Lima, Epígrafe, 1996, pág. 228; La Catedral de Lima: estudios y documentos, Lima, Museo de Arte religioso de la Catedral de Lima, 1996, págs. 102-106; “Algunas bóvedas de crucería en la década de 1620”, en Revista del Archivo General de la Nación (Lima), n.º 14 (1996), pág. 96; Manuel de Escobar, Alarife de Lima (1640-1695), Lima, Universidad de San Martín de Porres, 2003; La casa virreinal limeña de 1570 a 1687, Lima, Fondo editorial del Congreso de Perú, 2004, pág. 321.

 

María Dolores Crespo Rodríguez