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Andrés de la Rosa

Biografía

Rosa, Andrés de la. Carmena (Toledo), 15.III.1554 ant. – Yecla (Murcia), 18.II.1624. Franciscano (OFM), taumaturgo y vidente.

Nació en el seno de una modesta familia de campesinos. Hijo de Bartolomé Hernández y María Rodríguez, fue bautizado el 15 de marzo de 1554. Debido a sus orígenes humildes, siendo muy niño comenzó a trabajar como criado y a ayudar a sus padres en las faenas agrícolas, aunque ya despuntó en él la vocación religiosa. El 24 de noviembre de 1576 marchó a Jumilla (Murcia), donde tomó el hábito franciscano y el nombre de fray Andrés de la Rosa, debido a una mancha que tenía en su rostro en forma de esa flor y que, algunas veces, desprendía un delicado aroma.

No tardó en ser enviado al convento que su Orden poseía en la vecina Yecla y allí comenzó a advertir sus portentosas facultades como taumaturgo y vidente. La primera curación fue a una tal Antonia Marcos, a la que sanó de un brazo, simplemente ensalivando y haciendo sobre el miembro enfermo la señal de la cruz. Ésta fue la tónica seguida durante innumerables casos semejantes, siendo algunos de ellos verdaderamente difíciles de creer, especialmente los de los zaratanes de mujeres, si no fuera porque están avalados por el juramento de decenas de testigos, de todas las clases sociales, desde humildes y devotos campesinos hasta los condes de Barajas, pasando por un vicario general de las provincias Descalzas de España e Indias, fray Jerónimo Planes, al que pronosticó que sería expulsado de la Orden.

También poseía la facultad de la bilocación, de la que dio prueba en casi todos los pueblos por donde pasó en su andarina y ajetreada vida. Como vidente era capaz de saber perfectamente el pasado y el futuro de las personas, de lo que dio fe, entre otras muchas personas, Isabel de la Cueva, señora del pueblo de Montealegre, cuando le profetizó la caída de uno de sus hijos desde gran altura. Dada la veneración que se le tenía, cuando falleció, el Ayuntamiento solicitó que su cuerpo fuese expuesto durante varios días, durante los cuales el cadáver permaneció incorrupto, a una elevada temperatura y sudando gotas del “tamaño de garbanzos”, según los innumerables testigos, y de su cuerpo se cortaron cabellos y dedos que sirvieron durante siglos de reliquias.

Su proceso de beatificación comenzó al año siguiente de su fallecimiento, siendo paralizado después, sin que consten los motivos.

 

Bibl.: A. de Panes, Chronica de la Provincia de San Juan Bautista de religiosos descalzos de la regular observancia de Nuestro Seraphico Padre San Francisco, vol. II, Valencia, Geronimo Vilagrasa, 1665, págs. 175-179; J. Blázquez Miguel, Fray Andrés de la Rosa, el Padre Santo de Yecla, Yecla, La Levantina, 1982.

 

Juan Blázquez Miguel

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