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Juan Fernández de Bobadilla y Grandi

Biografía

Fernández de Bobadilla y Grandi, Juan. ?, p. m. s. xviii – Cartago (Costa Rica), 28.I.1781. Gobernador.

Casó con Florentina de Aragón y Bobadilla. Al parecer no tuvo descendencia. Testó en 1781 y dejó como heredera de sus bienes a su mujer.

Ejerció el mando desde el 7 de agosto de 1780 hasta su fallecimiento. Antes de llegar a Costa Rica fue teniente coronel, gobernador y comandante del Darién, gobernador y capitán general desde el 14 de junio de 1773 hasta junio de 1778. Finalizado su nombramiento formal, otorgó poder a Francisco Navera, tesorero juez de las Reales Cajas de Guatemala, para que presentara ante el Rey los atestados que le acreditaran sus servicios a la Corona y el tiempo servido en América, con el propósito de solicitar la promoción a otro cargo que fuese de su agrado. Aunque su gobierno regular duró hasta 1778, fue nombrado posteriormente, en 1780, gobernador interino en sustitución de José Perié, pero falleció cinco meses después de haber asumido el cargo.

Durante su administración se trató de hacer las paces con los misquitos, al extremo de que a uno de sus jefes, Álvarez Talán Dezle, se le dio el título de gobernador de la costa norte. El gobernador informó a la Audiencia de Guatemala de haber invitado al rey misquito a Cartago, ocasión en que le regaló “un vestido completo de seda, un salveque con guarnición de plata y un bastón con un pomo de plata y para su mujer un collar de plata sobredorado y unos aretes, además de una chaqueta y calzón de tafetán carmesí y una camisa de Bretaña”. Se les concedió el derecho de poseer haciendas, así como la libertad de comerciar con esclavos en la región.

La situación de rebelión generalizada en Talamanca, debida a las constantes entradas con misioneros y soldados, era un tema en la agenda de las autoridades hispanas, tanto las de Guatemala como las de Costa Rica. El propio gobernador Fernández de Bobadilla y Grandi sugería a Guatemala que para mantener esa región se hacía necesario el envío anual de una escolta de ciento cincuenta soldados por el camino a Térraba y durante la estación seca.

Tenía contactos con la elite de Cartago, de Nicaragua y de la Ciudad de Guatemala. El 22 de febrero de 1773 dio poder al capitán Juan Fermín de Aycinena para que sirviera de intermediario en la obtención de su título de gobernador de Costa Rica. Los contactos con la familia Aycinena podrían reflejar los nexos del gobernador con la elite de Guatemala. En efecto, Juan Fermín de Aycinena era el comerciante más poderoso de todo el reino de Guatemala, a tal punto que había podido comprar un título nobiliario, único en este medio en el siglo xviii.

En la primera mitad del citado siglo se hizo evidente un nuevo proceso en la provincia de Costa Rica, que consistió en la colonización del Valle Central Occidental.

Los colonos ladinos venían en busca de tierras, la mayoría de las cuales adquirieron mediante la compra de tierras realengas, por la vía de “composiciones colectivas”. Los valles se fueron poblando gracias al crecimiento natural de la población y a las migraciones de campesinos sin tierras. Esta situación no dejó de preocupar a las autoridades de Cartago, debido a que los nuevos pobladores adquirían una forma de hábitat bastante disperso y fuera de control por parte de autoridades civiles, militares y religiosas.

Los vecinos de los valles se resistían a congregarse, de manera que el gobernador Fernández de Bobadilla y Grandi se preocupó por resolver la situación y en 1777 expresó que “[...] muchas personas han desbaratado sus casas y rettiradose (sic) a los campos en perjuicio de su propio veneficio (sic) y en contravención de las leyes que previenen vivan civilizados”. Poco a poco se fueron poblando las villas llamadas Villa Nueva de la Boca del Monte, más tarde San José, Villa Vieja, actualmente Heredia, y Villa Hermosa, hoy Alajuela.

El control fiscal era importante en esta provincia. Durante el gobierno de Fernández de Bobadilla fueron frecuentes los bandos acerca del control de las rentas reales del aguardiente y del tabaco. También frenó los gastos del clero, que se vio obligado a informar acerca de los gastos e ingresos por los servicios eclesiásticos.

 

Bibl.: R. Obregón, De nuestra historia patria. Los gobernadores de la colonia, San José, Oficina de Publicaciones de la Universidad de Costa Rica, 1979; E. Fonseca, Costa Rica colonial. La tierra y el hombre, San José, EDUCA, 1983; C. Molina Montes de Oca, Garcimuñoz. La ciudad que nunca murió, San José, EUNED, 1993.

 

Elizet Payne Iglesias

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