Adaro Magro, Eduardo de. Madrid, 6.II.1848 – 27.II.1906. Arquitecto, coautor de la sede del Banco de España en Madrid.
Autor de variada trayectoria cuyo nombre está unido al del edificio principal del Banco de España en la madrileña plaza de Cibeles, considerado unánimemente como una obra cumbre del eclecticismo decimonónico español. Natural de Madrid, Adaro cursó sus primeros estudios en el colegio de San José, donde en 1858 conoció al que sería su amigo, y futuro gran arquitecto, Enrique María Repullés y Vargas, junto al que adquirió el grado de bachiller y con el que ingresó en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Allí obtuvo el título el 19 de julio de 1872. Inmediatamente después, en 1873, ejerció en la propia Escuela como profesor auxiliar de Mineralogía aplicada a la construcción. Pero en aquellos primeros años sobresale, debido a la enorme repercusión posterior, su nombramiento como arquitecto auxiliar del llamado Banco Nacional (posteriormente conocido como Banco de España), establecimiento del que su padre era un alto directivo.
En sus inicios Adaro se ocupó de algunos cometidos relevantes vinculados al ámbito penitenciario, en el que llegó a especializarse. Entre 1876 y 1883 participó como ayudante en el diseño y ejecución de la Cárcel Modelo de Madrid (proyectada por Tomás Aranguren y actualmente demolida). Consecuencia de esta obra fue un viaje que realizó a Bélgica para estudiar la arquitectura penal de aquel país. Tras su regreso fue enviado en 1880 a la isla de Cabrera, donde el Gobierno pretendía construir un presidio cuyos planos se le encargaron. El mismo año ingresó como vocal en la Junta del Correccional de Santa Rita, para el que construyó su edificio en Carabanchel.
Por esa misma época diseñó algunas otras obras de esta clase, pero ninguna de ellas se llevó a cabo.
A partir de ese momento comenzó su vinculación con la nueva sede del Banco de España. La institución ocupaba entonces un viejo edificio en la calle de Atocha que carecía de espacio suficiente y se hacía necesario, por tanto, construir uno más moderno y amplio. A tal efecto se convocó un concurso, pero sus resultados no fueron satisfactorios y se declaró desierto. Por ello se comisionó a Adaro para que visitase algunas capitales europeas, con el fin de conocer directamente sus principales construcciones bancarias. Al volver se le encomendó, junto a su compañero Severiano Sainz de la Lastra, la construcción del nuevo edificio que iba a erigirse sobre un amplio solar situado en un ángulo del paseo del Prado con la calle de Alcalá. El proyecto se gestó entre 1882 y 1884, año este último en el que recibió una Medalla de 1.ª clase en la sección de arquitectura de la Exposición Nacional de Bellas Artes, a la que los autores concurrieron con numerosos y detallados planos. Con tan importante respaldo comenzaron las obras.
Su enorme magnitud y complejidad hicieron necesaria la colaboración de muchos otros arquitectos, como Alberto de Palacio (también ingeniero), que supervisó las estructuras metálicas, Lorenzo Álvarez Capra y José María Aguilar, que retocaron los diseños originales, y Alejandro Herrero, Amador de los Ríos, Manuel Aníbal Álvarez-Amorós y Luis Esteve, que participaron en algunos aspectos decorativos.
Pese a tantas intervenciones —y sobre todo tras la muerte de Lastra—, Adaro fue el principal responsable de todos los trabajos, que dirigió íntegramente hasta su conclusión en 1891. Gracias a él se resolvieron con inteligencia algunos problemas planteados por la complejidad de la planta, se lograron plasmar unos alzados acertadamente monumentales y se alcanzó la notable exquisitez ornamental que hace de esta obra una de las más representativas del eclecticismo neorrenacentista europeo. Junto a las fachadas hay que resaltar los espléndidos interiores, donde merecen mención especial las escaleras principales y el patio cubierto, al igual que las hermosas vidrieras de la casa alemana Mayer. Toda la labor del arquitecto director recibió encendidos elogios, y tuvo también consecuencias destacables en su propia carrera, ya que posteriormente se responsabilizó de la realización de varias sucursales provinciales del mismo banco.
Paralelamente a esta gran empresa, Adaro ejecutó otros edificios de menor trascendencia. Éste es el caso de las viviendas para Bruno Zaldo (1882), que en colaboración con José Asensio Berdiguer levantó en la calle Juan de Mena, o el panteón Casa Jiménez (1889) en el cementerio sacramental de San Isidro.
Asimismo, es preciso señalar las diversas obras que realizó en varios pueblos andaluces con motivo del gran terremoto acaecido en la zona en diciembre de 1884. A él se deben las iglesias parroquiales de Pariana, Torre del Mar y Fuente Piedra, así como la restauración del templo de Alhama en Granada, localidad para la que proyectó un monumento al rey Alfonso XII. En 1890, con el banco a punto de concluirse, participó en el concurso convocado por la Sociedad Central de Arquitectos para erigir un monumento en honor a los arquitectos Juan de Villanueva y Ventura Rodríguez, en el que su propuesta (finalmente no realizada) mereció el Primer Premio.
En los años siguientes Adaro, consolidado como uno de los arquitectos más acreditados del momento, proyectó y dirigió dos de sus mejores trabajos en el campo de la arquitectura doméstica: la casa-palacio del vizconde de Torre-Almiranta (concluida en 1893) en la calle de Sagasta y la casa-palacio de Bruno Zaldo (1901-1905) en la calle Alfonso XII, frente al parque del Retiro. Ambos edificios exhiben una elegancia propia de la arquitectura palaciega, interpretada bajo la perspectiva de un eclecticismo clasicista que combina alusiones renacentistas y barrocas. A la vez, realizó también una obra más sobria y modesta, como es el edificio de viviendas para Luis Loubinoux (1900-1901) en la calle Zurbano, donde empleó una interesante versión moderna del neomudéjar basada en la aplicación racional del ladrillo visto.
A comienzos del siglo XX su carrera estaba en el punto culminante, acumulando cargos y galardones.
Era representante de la Sociedad de Higiene, presidente de la Sociedad Central de Arquitectos y vocalsecretario de la Junta de Construcciones Civiles, y además había recibido condecoraciones tan prestigiosas como la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso XII y las de Caballero y Comendador de Carlos III.
Pero todo ello se vio truncado en 1903, cuando la tuberculosis comenzó a minar irremediablemente su salud. Ese mismo año había sido elegido académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, pero la enfermedad le impidió leer el discurso de ingreso, que dejó escrito. Tampoco pudo dirigir los trabajos de la que sería su obra póstuma, la sede del Banco Hispano Americano (1902-1905) en la plaza de Canalejas, que fue ejecutada por el arquitecto José López Salaberry. En este magnífico edificio (reformado actualmente en su interior) Adaro optó por un estilo más neobarroco y afrancesado que en sus anteriores proyectos, y recurrió en las estructuras al empleo generalizado de modernos entramados metálicos.
A finales de febrero de 1906 su enfermedad se agravó hasta el fatal desenlace, acaecido el día 27.
Acababa de cumplir cincuenta y ocho años de edad.
Al entierro acudieron, además de sus familiares, algunos ministros y ex ministros (fue presidido por el de Instrucción y Bellas Artes), así como los directores y consejeros de los dos bancos para los que trabajó (el de España y el Hispano), junto con numerosos compañeros y amigos. Uno de ellos, el arquitecto Enrique María Repullés y Vargas, se encargó poco después de redactar una sentida nota necrológica publicada en algunas famosas revistas de la época.
Obras de ~: con T. Aranguren y Carlos Velasco, Cárcel Modelo, Madrid, 1876-1883 (demolida); con J. Asensio berdiguer, viviendas para Bruno Zaldo en la calle Juan de Mena, Madrid, 1882; con S. Sainz de la Lastra et al., Banco de España en la plaza de Cibeles, Madrid, 1882-1891; panteón del marqués de Casa Jiménez en el cementerio de la Sacramental de San Isidro, Madrid, 1889; proyecto de monumento a Juan de Villanueva y Ventura Rodríguez, 1890-1891; casa-palacio y viviendas para el vizconde de Torre-Almiranta en la calle Sagasta, Madrid, 1893; viviendas para Luis Loubinoux en la calle Zurbano, Madrid, 1900-1901; casa-palacio para Bruno Zaldo en la calle Alfonso XII, Madrid, 1901-1905; Banco Hispano Americano (actual Banco Central Hispano) en la plaza de Canalejas, Madrid, 1902-1905.
Escritos: “La nueva cárcel de Madrid”, en Anales de la Construcción y de la Industria, 2 (1877); “La higiene en la construcción”, en Resumen de Arquitectura (RA), 1 (1899).
Bibl.: E. M. Repullés y Vargas, “El nuevo edificio del Banco de España”, en Revista de Arquitectura, 1 (1891), págs. 89-92; “Eduardo Adaro”, en Arquitectura y Construcción, 164 (1906), págs. 68-71 y 81-87; “Eduardo Adaro, necrología”, en La Ilustración Española y Americana, 10 (1906); B. de Pantorba, Historia y crítica de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas en España, Madrid, Alcor, 1948 (reed., Madrid, José Ramón García-Rama, 1980); P. Navascués Palacio, Arquitectura y arquitectos madrileños del siglo XIX, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1973; E. Ruiz Palomeque, Ordenaciones y transformaciones urbanas del casco antiguo de Madrid durante los siglos XIX y XX, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1976; J. R. Alonso Pereira, Madrid 1898- 1931 de corte a metrópoli, Madrid, Comunidad de Madrid, 1985; C. Díez de Baldeón, Arquitectura y clases sociales en el Madrid del siglo XIX, Madrid, Siglo XXI, 1986; J. Hernando, Arquitectura en España 1770-1900, Madrid, Cátedra, 1989; C. Saguar Quer, Arquitectura funeraria madrileña del siglo XIX, Madrid, Universidad Complutense, 1989; A. Urrutia Núñez, “Bibliografía básica de arquitectura en Madrid. Siglos XIX y XX”, en Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid, 3 (1991), págs. 199-266; Arquitectura española siglo XX, Madrid, Cátedra, 1997; VV. AA., Arquitectura de Madrid: casco histórico y ensanches, Madrid, Fundación COAM-Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, 2003.
Óscar da Rocha Aranda