Bustos y Moya, Francisco Matías de. Marqués de San Clemente (I). Guanajuato (México), III.1684 – 3.VI.1747. Minero, hacendado, regidor perpetuo del Cabildo de Guanajuato y caballero de la Orden de Calatrava.
Hijo de Francisco de Bustos y Jerez y de Francisca Moya y Monroy, nació en el seno de una familia minera acomodada de la elite política y económica guanajuatense.
Algunos de sus familiares paternos y maternos formaron parte del Cabildo de la villa de Guanajuato, como Nicolás Bustos Jerez. Él mismo llegó a ocupar un lugar prominente en dicho ayuntamiento en diferentes puestos, como regidor perpetuo (1718-1732), teniente de alcalde mayor (1714, 1715, 1724 y 1726), procurador general (1725 y 1726), alcalde ordinario (1729) y alcalde provincial de la Santa Hermandad (1737).
Su gran riqueza y poder provinieron de los ingentes recursos que le proporcionaron las propiedades mineras, agrícolas y ganaderas familiares conseguidas por su padre, que fue el primero de los Bustos en iniciarse en la actividad minera rehabilitando la mina de Mellado. Estas propiedades eran, principalmente, las minas de Mellado y Cata y sus haciendas de minas y agrícolas vinculadas. Heredero de ocho barras de las treinta y dos que componían el accionariado de la rica mina de Mellado, su gran fortuna se gestó, en realidad, con la explotación de la mina de Cata, la cual disfrutó de una magnífica bonanza entre los años 1724 y 1735 y de la que era dueño junto con su hermana Josefa. De hecho, sólo de esta última mina obtuvo unas ganancias cercanas a los cuatrocientos mil pesos, parte de los cuales invirtió en la compra de nuevas propiedades mineras y agrícolas en diferentes lugares del Bajío y de Michoacán. Su destacada actividad como minero le llevó a ocupar el puesto de diputado minero en Guanajuato y a ser beneficiador de azogues en la misma ciudad y en la de Puebla de los Ángeles. De todas formas, esos ingentes recursos no evitaron que, a su muerte, el marqués dejara unas enormes deudas y unas minas necesitadas de fuertes y urgentes medidas de rehabilitación, que obligaron, finalmente, a sus herederos a abandonarlas.
El creciente poder económico y político de Bustos y Moya le permitió lograr en 1730 la merced de Felipe V del primer título nobiliario concedido a un minero guanajuatense, el de marqués de San Clemente con el vizcondado previo de Duarte, tras pagar veintidós mil ducados al monasterio de San Victorián de Aragón. En cualquier caso, ya desde años atrás se había venido manifestando su reconocimiento con los distintos oficios de Cabildo que había obtenido y desempeñado.
En 1738 solicitó y obtuvo su ingreso en la Orden de Calatrava.
Se casó en dos ocasiones. La primera, con Luisa Marmolejo y Esquivel, con la que tuvo, al menos, nueve hijos. La segunda, tras enviudar, con María Lorenza Reinoso y Manso de Zúñiga, unión de la que nacieron cuatro hijos, de los que fue Juan Alejo el más destacado, al ocupar puestos de poder en la elite política local. Fue un hijo del primer matrimonio, Francisco Cristóbal, quien heredó el título de marqués de San Clemente. Mientras, los demás hermanos disfrutaron de distintas suertes, como José Joaquín, quien llegó a ser regidor de Santa María de los Lagos, cuya riqueza provenía del laborío de haciendas agrícolas, o sus hermanas María Manuela, Gregoria Juana, Josefa Antonia o Francisca Anastasia, que acabaron siendo esposas de importantes regidores del Cabildo de la ciudad de Guanajuato. No obstante, al no fundar el marqués un mayorazgo y dilapidar gran parte de sus bienes en gastos suntuosos, toda su fortuna se vio dispersada en las herencias de sus hijos y el pago a acreedores, lo cual llevó a la pronta decadencia de la familia y del título nobiliario.
Entre sus importantes actividades en el Guanajuato colonial, destacan las numerosas obras benéficas que llevó a cabo, como las piadosas a favor de los pobres y de la Iglesia, protegiendo y ayudando a los jesuitas y betlehemitas, fundando capellanías para beneficio de los pobres, destinando importantes cantidades a la parroquia de Boca de Huérgano, en las montañas de León, de donde era originaria su familia. También cabe resaltar la construcción del primer palacio nobiliario de la ciudad, hoy sede del poder legislativo y judicial del estado de Guanajuato.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Escribanía, 201 C; Archivo del Ministerio de Justicia (Madrid), Títulos Nobiliarios, Exp. del marquesado de San Clemente; Archivo General de la Nación (México), Ayuntamientos, 134, exp. 5; Archivo Histórico de la Universidad de Guanajuato, Actas de Cabildo, 1721-1732; Protocolos de Cabildo, lib. 1709-1732; Protocolos de Cabildo, lib. de 1747, fols. 165-173; Archivo Histórico Nacional (Madrid), Órdenes Militares, 161, exp. 378; Órdenes Militares, 297, expedientillo 11.975; Consejos, 8.977, A. 1730, Exp. 746.
G. Lohman Villena, Los americanos en las órdenes nobiliarias, t. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1947, pág. 12; L. Marmolejo, Efemérides guanajuatenses, ts. I y II, Guanajuato, Universidad, 1967-1974, págs. 145 y 165-166 y pág. 29 respect.; D. A. Brading, Mineros y comerciantes en el México borbónico (1763-1810), México, Fondo de Cultura Económica, 1975, págs. 353-354, 404-405 y 460-461; M. González Leal, Crónica de un palacio guanajuatense, Guanajuato, Gobierno del Estado, 1985, págs. 14- 15, 26-41, 44-50; A. Jáuregui de Cervantes, Los Marqueses de Rayas, Guanajuato, Ediciones La Rana, 1998, pág. 43; E. Martín Torres, El beneficio de la plata en Guanajuato 1686-1740, Guanajuato, Presidencia Municipal, 2001, págs. 205-206.
José Luis Caño Ortigosa