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Juan Velázquez de León

Biografía

Velázquez de León, Juan. ?, ú. t. s. XV – México, 30.VI.1520. Conquistador, capitán del ejército de Hernán Cortés en la conquista de México.

Pariente próximo del gobernador de Cuba, Diego Velázquez de Cuéllar, y cuñado de Pánfilo de Narváez.

Luchó en Italia y Flandes. Marchó a Cuba, donde tomó parte con Diego Velázquez en la fundación de la ciudad de Trinidad, entre mayo y junio de 1514. Entre febrero de 1519 y junio de 1520 participó con Hernán Cortés en la conquista de México.

El gobernador de Cuba, que era el que había organizado la expedición, había designado a Hernán Cortés para que asumiera el mando, pero cambió de parecer en el último momento, por lo que éste, al que le llegaron rumores de que iba a ser depuesto, decidió salir de la isla a toda prisa y se hizo a la mar el 10 de febrero de 1519, antes de la fecha prevista. En la expedición marchaban tanto hombres de confianza de Cortés como numerosos amigos y parientes del gobernador Velázquez que desconocían las intenciones de su comandante de liberarse de la autoridad del gobernador de Cuba. La armada estaba formada por once navíos, uno de los cuales fue capitaneado por Juan Velázquez de León. Algunos cronistas de la época han sugerido que, cuando se unió a la expedición, tenía alguna cuenta pendiente con la justicia de Cuba, probablemente la muerte de un hombre.

Los españoles arribaron a la isla de Cozumel, frente a la costa de Yucatán, donde rescataron oro de los indígenas a cambio de las telas y cuentas de vidrio que habían llevado de Cuba. De allí marcharon a Tabasco, donde los indios les presentaron batalla. Juan Velázquez comandó un ala del ejército cortesiano en la batalla de Centla contra los tabasqueños, en la que los españoles salieron victoriosos. Tras la victoria y para sellar la alianza de paz, los españoles fueron obsequiados por el cacique indio con un presente de joyas y objetos preciosos.

Siguiendo la costa del golfo de México hacia el norte, desembarcaron en San Juan de Ulúa el día de Jueves Santo, según el cronista Bernal Díaz del Castillo.

Allí, los amigos y parientes del gobernador Velázquez fueron plenamente conscientes de que no habían marchado a una expedición meramente comercial, sino de conquista, lo que contravenía las órdenes del gobernador de Cuba, que había prohibido terminantemente colonizar aquellos territorios. Desoyendo las protestas de los partidarios de Velázquez, Cortés fundó un pueblo, requisito necesario para iniciar cualquier conquista. Éste quedó terminado el 10 de julio de 1519 y recibió el nombre de Villa Rica de la Veracruz (actual Veracruz). Acto seguido se procedió a elegir a los miembros del Ayuntamiento, que juraron sus cargos en nombre del rey de España, con lo que la armada pasó a convertirse en un municipio español. El Cabildo de la ciudad, formado por leales a Cortés, nombró a éste capitán general y justicia mayor. El siguiente paso en el golpe de mano dado por Cortés consistió en enviar un barco a España con parte del oro obtenido de los indígenas, junto con cartas suyas, del Ayuntamiento y del Ejército en las que se explicaban los acontecimientos y se solicitaba permiso a Carlos V para conquistar el imperio azteca.

A poco de zarpar el barco, el 30 de julio, estalló un motín de los partidarios de Diego Velázquez, organizado, entre otros, por Juan Velázquez de León. Pretendían apoderarse de uno de los barcos y regresar a Cuba para informar a su gobernador de lo que estaba sucediendo.

La conspiración fue descubierta por Cortés, quien mandó ahorcar a dos de los cabecillas para dar un castigo ejemplar. Después, optó por la vía de la conciliación, asegurando que no negaría licencia a quien quisiera partir, con lo que consiguió, por el momento, apaciguar los ánimos de algunos velazquistas, aunque persistió en su actitud un núcleo, en el que se encontraba Juan Velázquez, que abiertamente enfrentado con Cortés, seguía demandándole el cumplimiento de las instrucciones recibidas del gobernador de Cuba y acusándole de traidor. Ante la negativa de Juan Velázquez a aceptar su autoridad, Cortés decidió ponerle en prisión encadenándole en uno de los barcos.

El 16 de agosto de 1519, el ejército conquistador emprendió la marcha hacia la capital del imperio azteca, en el centro de México. En el transcurso del viaje, la actitud de Juan Velázquez hacia Cortés iría cambiando, hasta llegar a convertirse en uno de sus más leales capitanes. No fue ajeno a este cambio el comportamiento de Cortés hacia él, que viendo un peligro en su actitud de rebeldía y valorando al mismo tiempo sus dotes militares, abandonó la vía de la fuerza para someterle y le trató con especial deferencia hasta conseguir ganarse su confianza con regalos de oro y promesas de privilegios.

En su camino hacia el centro de México, el ejército de Cortés pactó una alianza con el señorío de Tlaxcala, enemigo de los aztecas, cuyos dirigentes encontraron en los conquistadores una ocasión para librarse del dominio tributario al que los tenía sometidos el emperador Moctezuma. Para sellar la alianza, los dirigentes tlaxcaltecas ofrecieron a los españoles varias jóvenes de la nobleza, que Cortés distribuyó entre los capitanes de su Ejército, privilegiando especialmente a Juan Velázquez, a quien le entregó a una de las más escogidas: la hija del cacique Mexicatzin, que fue inmediatamente bautizada con el nombre de Elvira.

El 8 de noviembre de 1519, los españoles llegaron a Tenochtitlán, la capital del imperio azteca, engrosadas sus filas con cientos de guerreros tlaxcaltecas. Fueron bien recibidos por Moctezuma, que los alojó en el centro de la ciudad, mientras planeaba la manera de librarse de ellos.

Seis días después, Cortés decidió poner en prisión a Moctezuma acusándole de traición y eligió a cuatro de sus capitanes, entre los que se encontraba Juan Velázquez de León, para que le acompañaran al palacio del Emperador. Cortés intentaba evitar el uso de la fuerza y convencer a Moctezuma para que se sometiera a la autoridad de la Corona española y permitiera ser confinado en sus aposentos, asegurándole que lo hacía por la seguridad de su persona. Ante la resistencia del Emperador, se inició un intercambio de razonamientos entre ambos que, por lo prolongado, alteró los ánimos de Juan Velázquez, quien echando mano a la espada se aproximó a Moctezuma y, con grandes voces, le amenazó con darle de estocadas si seguía resistiéndose. Su intervención resultó definitiva para que el Emperador se aviniera a permanecer en sus aposentos custodiado por una pequeña guardia capitaneada por el propio Juan Velázquez.

A finales de 1519 fue comisionado por Cortés para explorar los territorios de Coatzacoalcos y Pánuco en la costa del golfo de México y fundar allí una colonia.

Tuvo que regresar a marchas forzadas a Tenochtitlán para prestar auxilio a Cortés contra Pánfilo de Narváez.

Otra de las actuaciones destacadas del capitán Velázquez fueron las negociaciones con Narváez, a quien había enviado Diego Velázquez desde Cuba para someter a Cortés. Estando los españoles en Tenochtitlán, llegaron noticias de que el ejército de Narváez, compuesto por mil cuatrocientos hombres, había desembarcado en Veracruz con órdenes de capturar, vivo o muerto a Cortés. La superioridad numérica de las tropas de Narváez hizo que Cortés optara por la vía de la negociación e iniciara un intercambio de mensajes con éste, cuya finalidad oculta era atraerse a sus soldados. Viendo remiso a Narváez, hizo un último intento de negociación y envió a Juan Velázquez para que se entrevistara con él. Pensó Cortés que el parentesco de éste con el gobernador de Cuba y con el propio Narváez haría que fuera bien recibido, lo que le proporcionaría ocasión de observar de cerca el campamento militar, las fuerzas con las que contaba el adversario y la disposición de los soldados a cambiar de bando con promesas y regalos de oro. Era, en definitiva, más que una negociación, una misión de espionaje y de compra de voluntades.

Juan Velázquez fue recibido por Narváez y sus hombres con toda clase de atenciones, pensando que venía a unirse a ellos, lo que le permitió cumplir con detalle su misión informativa, si bien, el intento de mediación no surtió efecto, ya que, cuando propuso a Narváez que se amistara con Cortés, éste le tachó de traidor y le echó en cara que siendo pariente se hubiera puesto de parte de su enemigo.

Narváez insistió para que Velázquez de León se uniera a sus tropas prometiéndole el segundo puesto en el mando, ofrecimiento que fue rehusado. Aducía Juan Velázquez que lo que Cortés había hecho no era traición, sino servicio a la Corona de España. Esta actitud terminó por exasperar los ánimos de Narváez y de algunos de sus capitanes, que aconsejaron a éste que lo prendiera inmediatamente. La intervención de los clérigos del ejército de Narváez y de alguno de sus capitanes, desaconsejando esta acción, hicieron que Narváez cambiase de idea y volviera a la vía de la negociación.

Finalmente, y sólo para apaciguar a Narváez, Juan Velázquez le prometió que a su regreso a Tenochtitlán intentaría convencer a Cortés de que se sometiera a la autoridad del gobernador de Cuba.

Al regresar a Tenochtitlán, informó del resultado de su visita a Cortés, quien se aprestó a preparar un ataque contra el cuartel general de Narváez. El 28 de mayo de 1520, se produjo el encuentro armado entre los dos ejércitos, del que salió victorioso Cortés, que consiguió apresar a Narváez, ayudado por parte de las tropas de éste que cambiaron de bando tras haber recibido las joyas y el oro que Juan Velázquez les entregara en su visita de negociación y alentados por las promesas que les hizo de obtener mayores beneficios si participaban en la conquista del imperio azteca.

No obstante, Cortés y sus hombres no tuvieron tiempo de disfrutar de la victoria, ya que mientras marchaban a la costa para combatir contra Narváez tenían lugar en Tenochtitlán graves sucesos. Allí había quedado un destacamento de unos cien hombres, bajo el mando del capitán Pedro de Alvarado. Los indígenas se disponían a preparar la fiesta del Toxcatl, uno de sus principales rituales religiosos. La celebración había sido autorizada por Cortés antes de salir de la ciudad, pero Alvarado confundió ésta con los preparativos de un combate y, al frente de sus soldados, asaltó el Templo Mayor donde se celebraba, perpetrando una tremenda matanza entre la gente que allí se hallaba congregada.

La matanza del Toxcatl provocó el levantamiento en masa de la ciudad. Alvarado y sus hombres se refugiaron en el palacio que les servía de cuartel general, donde fueron sitiados por los aztecas. Mientras, Cortés y sus hombres volvían a marchas forzadas a Tenochtitlán, adonde llegaron el 24 de junio. La ciudad, en medio de un lago del que partían cuatro calzadas, se iba a convertir en una trampa mortal para los españoles. Los aztecas dejaron que las tropas de Cortés entraran y se reunieran con la guarnición de Alvarado. A continuación, quitaron los puentes de las calzadas, cavaron trincheras y construyeron barricadas en las calles. Viéndose impotente para contener el ataque, Cortés reunió a sus capitanes para organizar la huida, decidiendo como mejor camino la calzada de Tacuba por ser la más corta y la que conducía a Tlaxcala, donde esperaban ser acogidos por sus aliados indígenas. Para salvar las ocho zanjas que la cortaban, construyeron un puente de madera portátil.

En la vanguardia marcharon los soldados encargados de proteger el puente, Cortés mandaba el centro, y al mando de la retaguardia iba Juan Velázquez de León.

En la noche del 30 de junio de 1520, el ejército de Cortés abandonaba sigilosamente la capital del imperio azteca. El tiempo, lluvioso y con niebla, parecía favorecer la huida, pero cuando ya iban por la mitad del camino, fueron sorprendidos por un centinela. Al dar éste la voz de alarma, inmediatamente se precipitó sobre ellos una avalancha de guerreros. Parte de los que marchaban en la vanguardia y en el centro consiguieron llegar al final de la calzada, pero no así la retaguardia.

Se calcula que esa noche, conocida como la Noche Triste, perdieron la vida a manos de los indios más de trescientos españoles, entre ellos, Juan Velázquez de León.

 

Bibl.: A. de Solís, Historia de la conquista de Méjico, Madrid, Espasa Calpe, 1970; W. H. Prescott, Historia de la conquista de México, México, Porrúa, 1970; F. López de Gómara, Historia de la conquista de México, Caracas, Ayacucho, 1979; S. de Madariaga, Hernán Cortés, Madrid, Espasa Calpe, 1979; B. Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Madrid, Historia 16, 1985; A. de Herrera y Tordesillas, Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del mar océano, ed. y est. de M. Cuesta Domingo, Madrid, Universidad Complutense, 1991; Diccionario de Historia, Biografía y Geografía de México, México, Porrúa, 1995; T. Mañueco Baranda, Diccionario del Nuevo Mundo, Valladolid, Ámbito, 2006.

 

Cristina González Hernández

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