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Antonio del Corro

Biografía

Corro, Antonio del. Sevilla, 1527 – Londres (Reino Unido), 30.III.1591. Gramático, biblista, teólogo y controversista protestante.

Perteneciente a familia de origen cántabro de antiguo asentamiento en la urbe hispalense, A. G. Kinder (1983, 311) le hace “[...] sobrino (o tal vez hijo natural) del inquisidor sevillano del mismo nombre”.

Monje profeso en el monasterio jerónimo de San Isidoro del Campo, inmediaciones de Sevilla, donde adquirió una nada desdeñable formación humanística y teológica, su curiosidad intelectual le llevó a frecuentar la amistad del doctor J. Egido (latinización de Gil), con cuyas ideas heterodoxas terminó simpatizando hasta el punto de difundirlas entre sus hermanos en religión y optar finalmente por abandonar el monasterio y marcharse al extranjero (1557). “Cuando me impuse a mí mismo este destierro voluntario —escribiría más tarde en su Lettre de 1567 a Felipe II—, no tenía razón alguna por qué temer y tampoco era perseguido por nadie por motivos religiosos; antes al contrario, los inquisidores me tenían en gran estima.” Lo cierto es que su ejemplo —reforzado con la lectura de los libros protestantes introducidos en el convento por el buhonero J. Hernández—, cundió, siendo seguido aquel mismo año por otros once monjes tildados de “luteranos” y varios más en un goteo posterior, entre los cuales el prior y plana mayor del monasterio e intelectuales de primer orden, como los biblistas Reina y Valera. Sin embargo, Corro fue el primero en recalar en Ginebra, y también el que con más determinación se reselló como clérigo disidente después de estudiar Teología protestante en Lausana y ordenarse como tal.

Habiendo marchado a Aquitania y el Béarn para pastorear las nacientes comunidades calvinistas del mediodía francés y de la Navarra transpirenaica, regentó varias de ellas hasta que fue llamado a Pau por Juana de Albret, reina de Navarra y conversa a la fe reformada, la cual le encomendó la educación de su hijo el príncipe Enrique (futuro Enrique IV de Francia), para quien escribió unas Reglas gramaticales o doble gramática de las lenguas española y francesa, que años después (1586) puliría, ampliaría y publicaría en Oxford. En Pau acogió y protegió a Reina, su compañero de emigración al término del nada grato exilio de éste en Inglaterra, pero pronto uno y otro tuvieron que abandonar el Béarn, en plena efervescencia político-religiosa.

Corro halló acomodo en el castillo de Montargis, retiro de la princesa Renata de Francia, duquesa viuda de Ferrara, de confesión evangélica, a la cual, así como el también ilustre humanista español emigrado J. Pérez de Pineda, le sirvió como capellán. A requerimiento de la congregación protestante de habla francesa de Amberes, en 1566 pasó a esa ciudad para pastorearla, pero sintiéndose inseguro en los Países Bajos españoles, año y medio después marchó a Inglaterra.

En Amberes escribió dos tratados de controversia religiosa, ambos en francés, incluso el dirigido a Felipe II (Lettre..., 1567), en el que después de justificar su emigración y su fe reformada, hace un penetrante análisis de las turbulencias de los Países Bajos y sugiere como única salida un edicto de tolerancia.

Londres era entonces un hervidero de refugiados protestantes llegados del continente, entre los cuales predominaban los calvinistas radicales. En vano intentó Corro reactivar la comunidad protestante española, huérfana y dispersada con la precipitada marcha de C. de Reina. Aunque teológicamente se sentía próximo a la Iglesia Italiana local, por razones prácticas se adscribió al Consistorio de la Iglesia Francesa, en cuyas filas fue recibido como ministro al tiempo que le fueron encomendadas diferentes funciones pastorales. Pero esas relaciones se fueron enfriando por causa de discrepancias teológicas hasta convertirse en declarada hostilidad, siendo su principal enemigo J. Cousin, dirigente de la misma, quien interceptó y publicó una extensa y comprometedora carta de Corro a Reina. Hasta tal punto llegaron las cosas que el español fue suspendido y excomulgado, y negados los sacramentos a las personas de su entorno, incluida su mujer. “En nuestra Iglesia Reformada —referiría en su Summa ceu epitome orationis, alegato exculpatorio de 1569— he hallado menos humanidad y hospitalidad que entre turcos, paganos y gentiles; mayor y más inicua opresión y tiranía ejercéis que la de los inquisidores españoles.” Entre sus tratados polémicos de esa época cabe destacar Tableau de l’oevre de Dieu (1569 —dos ediciones ampliadas en 1570 y en el mismo año otra latina, Divinorum opera tabula, dedicada a la reina Isabel, y de la que apareció versión refundida en 1584—), y Monas theologica, 1576.

Lo cierto es que el emigrado hispano, alejándose de los planteamientos calvinistas más radicales, derivó hacia posiciones próximas al anglicanismo, en cuyas filas tuvo sus mejores valedores (sir William Cecil, el conde de Leicester, los obispos Grindal, Parker y Sandys, etc.). En efecto, un tribunal episcopal anglicano, al que recurrió, certificó la ortodoxia protestante del español. Corro, triunfante, editó las Acta Consistorii de la que fuera su Iglesia para desacreditar a sus enemigos (1571), y tres años después publicó en latín un tratado a modo de diálogo entre san Pablo y un ciudadano romano (en realidad comentario a la Epístola a los Romanos), en que pone en boca del apóstol de las gentes sus propios puntos de vista, que en definitiva eran los oficiales de la Iglesia Anglicana. La obra, traducida al inglés, tuvo amplia resonancia. En 1576 pretendió un doctorado en Teología por Oxford y ser incluido en el claustro de esa universidad. Aunque lo primero fue impedido por el grueso del profesorado (puritanos y calvinistas), el español fue agraciado con cátedras sucesivamente en Gloucester Hall, St. Mary’s, Hart’s Hall y en el Christ College, donde además fue censor teológico, al tiempo que era agraciado con varias prebendas, incluida una muy pingüe en la catedral San Pablo de Londres. Por entonces (1579) escribió su traducción y comentario al Eclesiastés, obra a la que siguieron otras varias, la última de las cuales The Spanish Grammar en 1590. Cuando falleció un año más tarde (30 de marzo de 1591) hacía tiempo que se pensaba en este ilustre humanista y teólogo extranjero naturalizado inglés para proveer un obispado. Sus restos fueron inhumados con todos los honores en el templo londinense de Saint Andrew.

Antonio del Corro, como los otros exiliados protestantes españoles más relevantes, escribió obra extensa y reseñable en la emigración. Pero a diferencia de éstos, no lo hizo en su idioma vernáculo, sino siempre en latín, francés e inglés, exceptuada su ya mencionada carta a C. de Reina, y la gramática castellana que, obviamente, lo fue en la lengua de Cervantes, si bien reeditada en versión inglesa de John Thorius en 1590. De otro lado, aunque se ha dado en atribuir la borrascosa vida del andaluz, pródiga en controversias interminables (con Cousin, Beza, etc.), a un pretendido talante impetuoso, polémico y discutidor, o simplemente, según hace Menéndez Pelayo (1956, II: 127), a ser un “[...] audaz e independiente calvinista”, fue en realidad hombre de paz, de tolerancia y propugnador de la vía media —actitud afín a la de los judeoconversos hispanos de Flandes, a quienes, según Bataillon (2000: 285), se aproximó durante su estancia en ese país—, opción imposible en la época tanto en el campo católico como en el protestante.

Evangélico de corazón, reclamaba respeto y libertad para todas las confesiones —incluida la católica—, en amor y caridad lejos de imposiciones y sectarismos, de acuerdo con la definición que hacía de sí mismo como “christianus nomen, reformatus connomen”.

Se entiende que un fundamentalista como Luis Usoz se olvidara incluirle en su por lo demás espléndida colección de Reformistas Antiguos Españoles.

 

Obras de ~: Carta a Casiodoro de Reina, Londres, 24 de diciembre de 1563, ed. de J. Pérez [de Pineda], Breve Sumario de indulgencias de Juan Pérez [de Pineda], en L. Usoz y Río (ed.), Reformistas Antiguos Españoles, Madrid, 1862, págs. 59-76; Lettre envoiée a la Magesté du Roy des Espagnes [...], Amberes, 1567; Summa ceu epitome orationis coram habitae ab Antonio Corrano divini Verbi Ministro [...], London, 1569; Tableau de l’oevre de Dieu, London, 1569; Epístola a Casiodoro de Reina (en esp.), eds. en cast., ingl. y alem., 1570 y ss. en Inglaterra y Alemania; Epistola (a los pastores de Amberes) (en latín y trad. ingl. de G. Fentur, London, 1570); Acta Consistorii Ecclesiae Londino-Gallicae, cum responso Antonii Corrani [...], London, 1571; Fabulae divinorum operum de humani generis creatione, London, 1574 (trad. ingl., 1574); Dialogus theologicus. Quo Epistola Pauli Apostoli ad Romanos explanatur [...], London, 1574 y Articuli fidei orthodoxae, quam profidetur Corranus (trad. ingl. y reeds., London, Th. Purfoot, 1575; London, Vautrollerius, 1581; Heidelberg, 1575, y Frankfurt, 1588); Supplicatio sobre los sucesos de los Países Bajos, London, 1577 (trads. ingl. y franc.); Paraphrasis and Comentary on Ecclesiastes, London, 1579; Sapientissimi Regis Salomonis Concio de summo hominis bono, quam Hebraei Cohelet, Graeci et Latini Ecclesiasten vocant, London, 1579 (vers. lat. anot. de A. Scultet, reeds. en London, 1581; Oxford, 1585, y Frankfurt, 1618); Reglas gramaticales para aprender la lengua española y francesa confiriendo la una con la otra, según el orden de las partes de la oración latina, Oxford, 1586 (vers. ingl. de J. Thorius, en J. Wolfe (ed.), The Spanish Grammer, with certeine Rules teaching both the Spanish and the French, London, 1590, ed. y est. de L. Nieto Jiménez, Madrid, 1988); A. G. Kinder (ed.), “Obras teológicas de Antonio del Corro. Las dos redacciones de la Tabla de la obra de Dios y la Monas Theologica”, en Diálogo Ecuménico, t. XXX, n.º 98 (1995), págs. 311-339.

 

Bibl.: C. A. Wilkins, Spanish Protestants in the Sixteenth Century, London, W. Heinemann, 1897; E. Shäffer, Beiträge zur Geschihte des Protestantismus und der Inquisition im 16. Jahrhundert [...], Güeterlosloh, 1902, 3 vols.; E. Boehmer, “Antonio del Corro”, en Bulletin de la Société de l’Histoire du Protestantisme Français (abril de 1901), separata; Bibliotheca wiffeniana. Spanish reformers [...], Strasburg-London, 1874-1904, 3 vols.; W. McFadden, The life and works of Antonio del Corro, tesis doctoral, Belfast, Queen’s University, 1953 (inéd.); M. Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, vol. II, Madrid, La Editorial Católica, 1956 (Biblioteca de Autores Cristianos, 151); M. Bataillon, Erasmo y España. Estudios sobre la historia espiritual del siglo XVI, trad. de A. Alatorre, México, Fondo de Cultura Económica, 1966 (2.ª ed. esp.); P. J. Hauben, Del monasterio al ministerio. Tres herejes españoles y la Reforma, Madrid, Editora Nacional, 1978 (1.ª ed. ingl., Ginebra, 1967); M. F. van Lennep, La Historia de la Reforma en España en el siglo XVI, Grand Rapids (Michigan), Subcomisión Literatura Cristiana, 1978 (reed. 1984); A. G. Kinder, Spanish Protestants and Reformers in the Sixteenth Century, London, Grant & Cutler, 1983; “Antonio del Corro”, en Bibliotheca Dissidentium, VII (1986), págs. 121-176; B. A. Vermaseren, “The Life of Antonio del Corro (1527-1591)”, en Archives et bibliothèques de Belgique, 61, 1990; C. López Lozano, Precedentes de la Iglesia Española Reformada Episcopal, Madrid, Iglesia española Reformada Episcopal, 1991; J. B. Vilar, Intolerancia y libertad [...] Los orígenes del Protestantismo español actual, Madrid, Istmo, D. L., 1994; M. Bataillon, Erasmo y el erasmismo, Barcelona, Crítica, 2000.

 

Juan Bautista Vilar y Mar Vilar