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Andrés de Ichaso

Biografía

Ichaso, Andrés de. Olazagutía (Navarra), 1605 – Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), 1.V.1647- 3.I.1648. Escultor.

Hijo de Juanes de Ichaso y de Epifanía de Celaya, nació en 1605 en Olazagutía (Navarra), en el valle de Burunda. Como tantos otros navarros más, acabaría desplazándose en su juventud hasta Valladolid, para entrar a trabajar en el obrador de Gregorio Fernández y familiarizarse así con la nueva deriva que estaba tomando el arte de la escultura en tierras de Castilla.

Consta que en 1625 seguía todavía bajo la tutela de este último, si bien poco después decidió trasladarse hasta Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), para ejercer el oficio en solitario, en vista de los alicientes profesionales que ofrecía esta localidad. En este sentido, su matrimonio en esta ciudad con María de Luzuriaga y Tabliega en 1628, con la que tuvo al menos seis hijos que le sobrevivieron, y sus sólidos contactos con otros colegas no sólo le sirvieron para vincularse de por vida a esta población, sino para revelarse en muy poco tiempo como uno de los pocos escultores que podía competir en calidades con Juan Bazcardo.

En su testamento, dictado en Santo Domingo de la Calzada el 1 de mayo de 1647, constan sus contactos profesionales con el pintor local Juan de Elguero, a quien por entonces le había dado a encarnar una Resurrección para Viloria de Rioja, o la excelente relación que siempre mantuvo con su primo Diego de Ichaso, pues no en vano pasó dos años y medio trabajando como arquitecto en su obrador. De ahí que lo nombrara como uno de sus cabezaleros o que le dejara en herencia los dos mejores bancos del oficio que tenía. También estuvo relacionado, entre otros muchos, con Diego López de la Candina, a quien en 1634 daba poder para salir como fiador suyo a propósito de la obra de cajones y otras piezas más de arquitectura, que se había obligado a hacer para la capilla de Nuestra Señora de la Concepción, construida a expensas del prohombre local Pedro Ruiz del Castillo en la iglesia de Villalba de Rioja para utilizarla como panteón familiar. Capilla para cuyo retablo, el propio Andrés de Ichaso se había responsabilizado de esculpir en 1633 el programa iconográfico o los bultos orantes en piedra de los comitentes para el lucilo sepulcral, obras en las que dejará la impronta de sus querencias vallisoletanas, tanto en la forma de tratar los pliegues de las vestimentas como en el propio modelado de las cabezas. Basta con fijarse en esa espléndida imagen de la Concepción, que se convierte en un fiel trasunto de las utilizadas por Gregorio Fernández.

En un memorial de deudas adjunto a su testamento figuran, asimismo, otros contactos profesionales con el arquitecto Juan de San Esteban o Santisteban, a propósito del retablo mayor de Anguciana, que ambos se habían comprometido a fabricar el 16 de febrero de 1642 y que dejaron inacabado, con el escultor vitoriano José de Angulo o el arquitecto de Briones, Sebastián de Oyarzábal. Para entonces, se sabe que tenía pendiente de cobro ciertas cantidades a cuenta de una imagen de San Miguel para la ermita de esa titularidad en Corporales, una imagen más para Villarta Quintana y las obras que había realizado para el retablo mayor de Autol, estas últimas encargadas expresamente por el arquitecto najerino Miguel de Cenzano el 21 de febrero de 1638 aprovechando que Andrés de Ichaso estaba en Nájera realizando diversos cometidos para la iglesia de la Santa Cruz.

Por una carta de poder fechada en Santo Domingo de la Calzada el 27 de octubre de 1645 y otorgada por el cantero Francisco de Marrubiza, vecino de Amasa, a Andrés de Ichaso para que cobrara en su nombre 6.000 reales, se describía a este último como: “onbre de mediana estatura, barbicastaño, ojos negros, algo cano, de edad de quarenta años”. Esa sincera amistad que profesaba con algunos compañeros de oficio y algunos canteros (Pedro Ezquerra de Rozas o Diego del Prado) lo llevaría a salir como su fiador en diferentes empresas, algo lógico en ese mundo de apoyos mutuos en que todos se desenvolvían.

Tras su muerte, su viuda, el 3 de enero de 1648, como curadora de los hijos de ambos (Domingo, Andrés, María, Josefa, Teresa y Casilda), sería la encargada de ajustar cuentas pendientes con el pintor calceatense Juan de Elguero, a quien el escultor le había entregado dos figuras para policromarlas: una de la Resurrección, propiedad de la iglesia de Viloria (Burgos), y otra de las Angustias, de la de Alesanco (La Rioja), “para comenzar a trabajar y poner en perfeczión en quanto a la escultura”.

 

Obras de ~: Imágenes y bultos orantes en la capilla de la Concepción en la iglesia, Villalba de Rioja (La Rioja), 1633; Imágenes del retablo mayor, Autol (La Rioja), 1638; Imágenes del retablo mayor, Anguciana (La Rioja), 1642.

 

Bibl.: J. Cantera Orive, “El retablo mayor de la parroquia de Anguciana”, en Berceo, 67 (1963), págs. 185-209; J. G. Moya Valgañón et al., Inventario artístico de Logroño y su provincia, t. I, Madrid, Diputación Provincial de Logroño, 1975, págs. 55 y 92; J. M. Ramírez Martínez, Los Talleres Barrocos de Escultura en los Límites de las Provincias de Álava, Navarra y La Rioja, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos (IER), 1981; M.ª A. Fernández del Hoyo, “Oficiales del taller de Gregorio Fernández y ensambladores que trabajaron con él”, en Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, 49 (1983), pág. 359; J. M. Ramírez Martínez y J. M.ª Ramírez Martínez, La Escultura en La Rioja durante el siglo XVII, Logroño, IER, 1984; J. M. Ramírez Martínez, “El Empaque de la Capilla de don Pedro Ruiz en Villalba”, en La Rioja, 21 de agosto de 1988; J. J. Vélez Chaurri, El retablo barroco en los límites de las provincias de Álava, Burgos y La Rioja (1600-1780), Vitoria, Diputación Foral de Álava, 1990; J. M. Ramírez Martínez, Retablos Mayores de La Rioja, Agoncillo (La Rioja), Labelgrafic, 1993; R. J. Payo Hernanz, El retablo en Burgos y su comarca durante los siglos xvii y xviii, t. I, Burgos, Diputación Provincial, 1997; J. J. Vélez Chaurri, “La escultura barroca en el País Vasco. La imagen religiosa y su evolución”, en Ondare, 19 (2000), págs. 45-115; “El retablo barroco”, en P. Echeverría, Erretaulak. Retablos, t. I. Vitoria, Gobierno Vasco, Departamento de Cultura, 2001.

 

José Manuel Ramírez Martínez

 

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