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Alonso Cerezo Ortuño

Biografía

Cerezo Ortuño, Alonso. Yecla (Murcia), ¿1625? – ¿1672? Regidor, bandolero.

Regidor perpetuo de Yecla, familiar del Santo Oficio de la Inquisición, alcalde mayor y regidor perpetuo de Montealegre del Castillo, pertenecía a una familia acomodada y caciquil de la localidad de Yecla, pero le tocó vivir los años más sangrientos y violentos que conoció su historia. A mediados del siglo xvii España sufrió las conspiraciones del duque de Híjar en Aragón, del duque de Medina Sidonia en Andalucía, la rebelión de los catalanes y la guerra con Portugal, resintiéndose, además, de gran parte de su prestigio en Europa tras las desastrosas guerras con Francia.

La miseria se enseñoreaba de sus reinos; la delincuencia y los asesinatos alcanzaron cifras desconocidas y Yecla, en el reino de Murcia, no fue excepción.

En esos años, en la hasta entonces pacífica localidad, se dieron cientos de heridos y asesinados, estando la práctica totalidad de la población armada. La oligarquía tendía a hacerse con el poder total, en competencia con el corregidor Francisco Martínez de la Torre, que fue tan gran bandolero como Cerezo, y que encontró su más firme apoyo en éste. Cerezo, debido a sus delitos de toda índole, debió abandonar la cómoda posición en que se encontraba y echarse al monte, llevando una vida de azares y peligros, y llegando a reunir a una pandilla de bandoleros compuesta por unos doscientos hombres, entre ellos sus tres cuñados, apodados Los Tiesos.

Con estos aguerridos secuaces no dudó el 12 de agosto de 1658 en invadir el pueblo para eliminar al alcalde José de Yarza y a todos los regidores, que se vieron obligados a encerrarse en el Ayuntamiento y allí permanecer dos días resistiendo un asedio en toda regla. Tuvieron que intervenir el clero y los franciscanos para que se rindiesen a cambio de salvar la vida, pero una vez en la plaza y depuestas las armas, los bandoleros comenzaron a disparar indiscriminadamente, y hubo varios heridos. En esta situación, el corregidor se presentó, pero a pesar de llevar consigo trescientos hombres fue incapaz de penetrar en el pueblo hasta el día siguiente, tras pactar con Cerezo para permitirle salir con sus hombres.

Durante años continuó con sus correrías por todo el reino murciano, siempre apoyado por los caciques locales, hasta que en 1669 un hermano y un primo suyos fueron detenidos por Martínez de la Torre. Cerezo dio entonces un plazo para que fuesen puestos en libertad y al no ser aceptado unió a sus hombres a la cuadrilla de Los Payanes, famosos bandidos valencianos, penetrando en el pueblo el domingo de Carnestolendas. Fue a las nueve de la mañana del día siguiente cuando su hijo Francisco abatió a arcabuzazos a tres vecinos, explotando en este momento la violencia apenas hasta entonces contenida. En las calles se desató un fuerte tiroteo; más de cincuenta casas fueron pasto de las llamas y los muertos yacían por doquier. Hasta el maestro de escuela que se asomó imprudentemente por la ventana fue fulminado por un tiro en la cabeza. Tras todo un día de lucha, al caer la noche salieron del pueblo tan tranquilamente como habían entrado, pero un par de días más tarde la cuadrilla se dedicó a saldar cuentas con sus oponentes, volviendo a entrar y asesinando a cuantos les fue posible hallar. Incluso un amigo de Cerezo no pudo por menos de opinar que estaban “como perros rabiosos”.

El pueblo quedó literalmente aterrorizado y cuando llegaron las tropas mandadas por el corregidor de Chinchilla nadie osó declarar nada, pero doscientos hombres quedaron de retén permanente en previsión de futuras nuevas invasiones.

Mas como por las malas era imposible de atajar el problema, el Rey, a instancias del corregidor yeclano, Juan Jiménez de Montalvo, otorgó un indulto general, a condición de que sirviesen en los presidios de África. Con fecha 23 de marzo de 1671 se supo que Cerezo se negaba a pasar a África, ofreciendo a cambio servir en las galeras de Cartagena, lo que no fue admitido, ya que se consideraba que en un par de jornadas podía presentarse en Yecla, donde aún deseaba terminar de vengarse.

En este año ya debía de estar viejo y enfermo, pues desaparece de la documentación relativa al bandolerismo y, en cambio, consta información suya relativa a la venta de parte de sus tierras, prueba de que había vuelto a su casa, donde se sabe que falleció, si bien no se conoce la fecha exacta.

 

Bibl.: J. Blázquez Miguel, Yecla en el siglo xvii, Yecla, Caja de Ahorros de Murcia, 1988, págs. 439-443; Yecla en su historia, Yecla, Ayuntamiento, 1988, págs. 171-175; Apéndices documentales de la obra “Yecla en el siglo xvii”, Toledo, J. Blázquez, 1988, pág. 96.

 

Juan Blázquez Miguel