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José Vallejo Vivanco

Biografía

Vallejo Vivanco, José. Igea (La Rioja), 1639 – Segovia, 7.III.1698. Ensamblador, aparejador mayor de los Reales Alcázares de Segovia

Riojano, de familia calagurritana hidalga. Se formó como ensamblador probablemente en Madrid, donde residía aún en 1662. Aparece ya afincado de Segovia en febrero de 1665 –en 1695 afirmaría estarlo desde 1656-, dando trazas para el retablo mayor de la iglesia parroquial de San Miguel, que realizo sin embargo José Ferreras sobre las de Juan de Lobera. De este año es el contrato del modesto retablo de la iglesia de Los Huertos, que abre el catálogo de su obra. A diferencia Ferreras, evolucionó de inmediato hacia propuestas más barrocas, siquiera sea en la común adopción la columna salomónica. Ejemplo temprano de ello es el nuevo retablo mayor de la parroquial de San Martín (1667-1668), sobre el que se hubo de cimentar su prestigio, a la par que consolidaba sus criterios barrocos en el retablo de la ermita del Cristo de Mercado, con dinámica traza de José Simón Churriguera (1669-1677). El mismo año acometió la realización del retablo mayor de la iglesia de Ochando.

Su nombramiento como Aparejador Mayor de los Reales Alcázares Segovia y su contorno, el 16 diciembre de 1670, no fue impedimento para que prosiguiera centrando su labor en la creación de retablos, en franca rivalidad profesional con Ferreras. De 1671 data el contrato para el que fuera de las Concepcionista Franciscanas, un año después comenzaba los colaterales de la parroquial de Escarabajosa de Cabezas, y en 1673 el de la ermita de San Bartolomé Palazuelos de Eresma, al tiempo que terminaba el de la iglesia de Prádena, todos ellos desaparecidos o sustituidos. Tres años más tarde se ocupaba del de la parroquial de Roda de Eresma (1677-1679), sobre modelo del de la VOT en Segovia, acaso propio, y en el que de manera anómala une encasamiento central y ático. En lo arquitectónico se ocupó por estos años de las bóvedas de algunas iglesias (Santísima Trinidad de Segovia; Veganzones), y en obras de mediano alcance en el Alcázar y su plaza y en las caballerizas de Valsaín, como algo más tarde en el Ingenio de la Moneda (1678).

El retablo mayor del Colegio de la Compañía en Segovia, o de San Andrés y San Felipe, con sus poderosas columnas salomónicas de talla menuda y de clara significación eucarística, por su gran tabernáculo, sitúa en 1678 uno de los momentos esenciales de su trayectoria profesional. De la misma época son los mucho más modestos retablos de Aldearreal y de la ermita de Rodelga, en Mozoncillo, así como los colaterales de la iglesia abulense de las Navas del Marqués (1678-1681).

Su poca experiencia en materia de arquitectura salió a relucir a raíz del incendio de la torre del reloj del Alcázar (10 de junio de 1681), resultando al parecer erradas las trazas que dio para el nuevo chapitel, como antes las de un cubo derrocado (1673), lo que motivó un fuerte enfrentamiento con el veedor Morales de Arce, a quien intentó quitar la vida. La misma situación se repitió a raíz del incendio del palacio de Valsaín en 1686, dando lugar al encarcelamiento del aparejador, quien sería liberado por el nuevo corregidor. Algunas irregularidades como clavero de los bienes de la veeduría determinarian un nuevo enjuiciamiento en 1693.

Durante los años ochenta parece haber dedicado así mayor atención a cuestiones arquitectónicas, en lo que se cuenta la reconstrucción de la iglesia de San Fructoso de Villadas (Palencia), en 1684; y dio trazas para la capilla de los Ayala Berganza en la catedral (1685), como años más tarde haría para la ermita de Nuestra Señora de El Cubillo (1694), en Aldeavieja (Ávila), diócesis de entonces Segovia, que no tuvieron aplicación.

En 1688 contrató la creación del retablo de la Concepción de Cáceres (desaparecido), y en febrero de 1689 levantó el túmulo para las exequias de la reina María Luisa de Orleans en la catedral de Segovia y facilitó trazas para el sitial de la Virgen de la Paz. Tres años después acometía la construcción de retablo de san Gregorio, otra de sus mejores máquinas. También en 1693 dio trazas para el chapitel de la torre de Martín de (Segovia). Y en 1696 comenzó el poderoso retablo de la capilla catedralicia de san Antón, de mayores resonancias churriguerescas, que dejaría virtualmente acabado

Testó el 5 de marzo de 1698, falleciendo dos días después. Su viuda, Antonia Pol, hizo testamento el 7 de junio del mismo año; aún vivía en 1718. El matrimonio careció de descendencia, dejando sus bienes al Colegio de la Compañía, donde ambos cónyuges serían enterrados.

En su condición de aparejador de los Reales Alcázares de Segovia gozó de la condición y gajes de Ayuda de Furriera. (Fue admistrador de la Obra Pía fundada por D. Antonio de Solier, patrono de la capillla mayor del Colegio de la Compañía).

La mayor parte de sus creaciones retablísticas sirven de marco a lienzos de Francisco Herranz, con principal excepción en el retablo de la Compañía (hoy Seminario), con pinturas del vallisoletano Diego Díaz Ferraras.

 

Obras de ~: Retablo mayor, iglesia de San Martín, Segovia, 1667-1668; retablo mayor, iglesia de Aldearreal (Segovia), 1678; retablo mayor, iglesia de Roda de Eresma (Segovia), 1677; retablo mayor, Seminario mayor -antes Colegio de San Andrés y san Felipe-, Segovia, 1678; retablos colaterales, iglesia parroquial, Navas del Marqués (Avila), 1678-1681; retablo de san Gregorio, catedral, Segovia, 1693; retablo de san Antón, catedral, Segovia, 1696-1698

 

Bibl.: A. Hernández Otero, “La Capilla del Sagrario o capilla de los Ayala”, en Universidad y Tierra, II (1936); J. de V(era), “El retablo mayor de la iglesia de los Huertos”, en Estudios Segovianos, n º15, V (1953), págs. 349-353; "El retablo de la iglesia del lugar de Roda”, en Estudios Segovianos, XV 1963, pág. 424; a “Aportaciones al estudio de nuestra catedral”, en Estudios Segovianos, XV (1963) pág. 24; J, "La capilla mayor, su retablo y el terno rico de la iglesia de San Martín”, en Estudios Segovianos XVI (1964), pág. 511; “José Vallejo Vivanco, autor del retablo de la Compañía”, en Estudios Segovianos, XVIII (1966), págs. 83-98; “Una industria, una capilla y un linaje”, en Estudios Segovianos, XIX (1967), págs. 103-104.; A. Ruiz Hernando. “Una obra del barroco segoviano. La capilla de San Antón de la Catedral de Segovia”, en Estudios Segovianos, XXX, n.º 86 (1989), págs. 137-161; A. Ruiz Hernando, “Una obra del barroco segoviano: la capilla de San Antón en la catedral de Segovia”, en Estudios Segovianos, 86 (1989), págs. 137-161; M. A. López Orcajo, El Alcázar de Segovia en los siglos XVI y XVII, Segovia, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Segovia, 1980; J. J. Martí González, Escultura barroca en España, 1600-1770, Madrid, Cátedra, 1983, pág. 120; El retablo barroco en España, Madrid, Alpuerto, 1993, pág. 112-114; A. Ceballos Escalera, Alcaides y oficiales de los Reales Alcázares de Segovia, Valladolid, Universidad, 1995, pág. 177; P. Sáinz Serrano, “La ermita del Cristo del Mercado de Segovia, Selección documental relativa a su reedificación en el siglo XVII y a su conservación”, en Estudios Segovianos, XXXVII n.º 94 (1996), págs. 683-685; F. Collar de Cáceres, “Juan de Lobera en Segovia”, en Estudios Segovianos, XXXIV, n.º 94 (1996), págs. 176 y 186; P. Sáinz Serrano, “La ermita del Cristo del Mercado en Segovia”, en Estudios Segovianos, XXXVIII, n.º 95 (1997), págs 266-267; M. T. González Alarcón, Retablos barrocos en el arcedianato de Segovia, Segovia, Caja de Ahorros, 1999, págs. 125, 134 y 149; E. Herrero Vozmediano, “El ingenio de acuñar moneda en Segovia”, en Estudios Segovianos, XXXIV, n.º 94 (1996). pág. 408.

 

Fernando Collar de Cáceres

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