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Beato Ignacio de Azevedo

Biografía

Azevedo Abreu, Ignacio de. Oporto (Portugal), 1526 – Océano Atlántico, frente a las costas de la isla de La Palma (Santa Cruz de Tenerife), 15.VII.1570. Misionero jesuita (SI), beato y mártir.

Había nacido en una familia de la nobleza, aunque la unión de sus progenitores se consideraba ilegítima. Su padre, Manuel de Azevedo, era sacerdote y su madre, Francisca de Abreu, había profesado de monja benedictina. Al mismo tiempo, podía ser calificado de “nieto del escándalo”, pues sus abuelos paternos eran un obispo y una monja. Ignacio de Azevedo consideraba que él tenía que ser el que limpiase los desórdenes de su familia. El rey Juan III de Portugal lo legitimó a través de una carta real de junio de 1539, otorgándole los derechos retenidos anteriormente, por su condición nobiliaria y capacitándole para heredar.

Su juventud transcurrió entre los estudios de humanidades, la casa de su padre y la Corte portuguesa, donde tuvo condición de paje. Oyó hablar, por vez primera, a un jesuita en la ciudad de Oporto, cuando tenía veintiún años: se había encontrado con el padre Francisco de Estrada. Este hecho y el convencimiento ejercido por su amigo Enrique Nunes de Gouveia, le hicieron abandonar “rebueltas y contiendas”, comenzando un período de cambio.

Tardó un año en hacer los Ejercicios Espirituales en Coimbra y entró en la Compañía, cuando estaba a punto de concluir el año 1548. Uno de los primeros noviciados de los jesuitas se había establecido en esa ciudad universitaria, aunque en ocasiones el crecimiento de la Compañía en Portugal fue desordenado e Ignacio de Loyola se vio obligado a prescindir de una parte importante de sus miembros. Continuó Azevedo sus estudios de humanidades y filosofía en Sanfins de Friestas (1550-1551) y en los de teología, de nuevo, en Coimbra (1551-1552). Una vez ordenado como sacerdote, ejerció como rector del colegio de San Antão de Lisboa entre 1553 y 1555, continuando en el mismo oficio de gobierno en el colegio das Artes de Coimbra entre 1556 y 1558. Era éste un centro que había sido confiado por el rey Juan a la Compañía de Jesús. Sus trabajos como superior continuaron como viceprovincial, consejero del provincial portugués y ministro de la casa profesa de Lisboa, además de primer rector del colegio de Braga, entre 1560 y 1566.

El propio padre Azevedo manifestó que se sentía inclinado a las tareas de gobierno pero también a las misiones más dificultosas, que podían transcurrir en las Indias, Guinea o Etiopía, así como en la Alemania de las luchas protestantes y entre los ministerios en la Portugal más profunda, la región de Tras-os-Montes, donde calificaba a la gente de “más idiota y ruda”. Todas estas tareas le fueron solicitadas a Diego de Laínez, como vicario, en 1556 y de nuevo en 1564, ya como general. Para la concesión de las mismas, Azevedo argumentaba razones muy curiosas, cuando indicó que todavía vivían sus padres y que éstos eran muy conocidos; que las tareas de gobierno en la Compañía portuguesa le causaban numerosos recelos, además de recelosos. Deseaba, pues, tener una existencia más oculta o vivir “fuera deste Reino”, refiriéndose a Portugal. En Roma, asistió a la Congregación General II de 1565, en la que eligieron a Francisco de Borja como prepósito general.

Posteriormente, fue nombrado procurador de la India y del Brasil, siendo enviado a las misiones como visitador de la provincia del Brasil. Zarpó desde el puerto de Lisboa y por espacio de dos años, recorrió todo el territorio de esta jurisdicción, salvo Pernambuco.

En este intervalo intentó solventar algunos problemas como los ocasionados por los “aldeamientos” de los indios. La congregación provincial, reunida en junio de 1568 en Salvador de Bahía, le eligió para que asistiese a Roma como procurador.

Cuando pasó por Portugal, antes de continuar hacia la Ciudad Eterna, pudo hablar con el rey Sebastián I sobre los problemas de Brasil, mientras que expuso estas cuestiones después al general Francisco de Borja, el cual le nombró provincial de esta jurisdicción. Su tarea fue organizar una misión de gran tamaño, única para este horizonte, con un afán no solamente evangelizador sino también civilizador.

Reunió a setenta y tres jesuitas, reclutados en las provincias de España y Portugal; a numerosos candidatos para entrar en la Compañía en aquel territorio, todos ellos en tres barcos diferentes, además de familias y trabajadores, que habrían de construir ciudades, y en ellas, iglesias. La expedición salió en la escuadra de Luis de Vasconcelos del puerto de Lisboa el 5 de junio de 1570. Cuando alcanzaron la isla de Madeira, la nave Santiago, en la cual viajaban Ignacio de Azevedo y otros treinta y nueve compañeros, se separó de la flota para llegar a las Canarias y realizar unas gestiones comerciales. Cuando estaban avistando la isla de la Palma, la nave fue abordada por el corsario hugonote Jacques Sourie. Aquellos calvinistas perdonaron la vida en el ataque a la tripulación pero no a los misioneros jesuitas. Ellos serán los conocidos como mártires del Brasil, salvándose únicamente un hermano de la Compañía que ejercía de cocinero y que pasó al servicio del corsario momentáneamente. Azevedo fue el primero en ser ejecutado, en pleno combate, pues hizo frente a las lanzadas de los corsarios con un cuadro de la Virgen, que era copia del que se encontraba en la basílica romana de Santa María la Mayor. Desde entonces, aquel grupo compuesto por treinta y un portugueses y ocho españoles, fue considerado y recordado como mártires, aunque hasta mayo de 1854 el papa Pío IX no los beatificó. La supresión de la Compañía en 1773 había detenido el proceso.

 

Bibl.: M. Aragonés, “Cartas sobre o martirio (Ilha da’Madeira de 19 Ag. 1570)”, en J. Fotio, Informatio pro S.D. Ignatii Azebedo, S.J., Roma, 1664; P. Possino, De vita et morte P. Ignatii Azevedii et sociorum eius e Societate Iesu libri quatuor, Romae, ex Typographia Varesij, 1679; A. Cabral, Relación del martirio de los cuarenta martyres de la Compañía de Jesús: vida del venerable martyr P. Ignacio Acevedo, su superior martyrizados por los hereges Calvinistas, en odio de la Santa Fe Católica que dio a luz [...], en idioma italiano y nuevamente traducida de la misma Compañía, Madrid, Imprenta y Librería de Manuel Fernández, 1744; G. Beauvais, Les quarante martyrs ou vie du bienheureux Ignace de Azevedo, S.J. Histoire de son martyre et de celui de trente-neuf autres, Bruselas, 1854; G. C. Cordara, Historia Della vita e della gloriosa morte del Beato Ignacio de Azevedo e di altri 39 beati martiri della Compagnia di Gesù, Roma, 1854; A. Rumeu de Armas, “La expedición misionera al Brasil martirizada en aguas de Canarias (1570)”, en MissionHisp., 4 (1947), págs. 329-381; A. Franco, Uma glória nacional. Vida e martirio de beato Inácio de Azevedo e seus 39 companheiros da Companhia de Jesús, ed. A. Santiago, Braga, 1961; A. Cardoso, “IV Centenário dos mártires do Brasil”, en Verbum, 27 (1970), págs. 201-236; E. Jorge, “Santa Teresa de Jesús y el Beato Ignacio de Acevedo. Martirio y profecía”, en Manresa, 43 (1971), págs. 79-90.

 

Javier Burrieza Sánchez