Medina, José Antonio. Tucumán (Argentina), 1773 – Rosario (antes Rosario de Santa Fe) (Argentina), 1829. Presbítero e ideólogo revolucionario.
Como otros varios jóvenes tucumanos, se trasladó a Chuquisaca para cursar en su afamada Universidad.
Se ordenó sacerdote en 1802 y estudió Teología y Cánones, ejerciendo también cargos docentes.
Gozó de la deferencia del canónigo Matías Terrazas, poseedor de una rica biblioteca en la que se incluían obras de la Ilustración, principalmente libros franceses de inspiración revolucionaria. En la Academia Carolina se unió al grupo juvenil que discutía secretamente sobre la autonomía de América. Tuvo estrecha relación con Mariano Alejo Álvarez, arequipeño, autor del Discurso sobre la preferencia que deben tener los americanos en los empleos de América, texto redactado en Chuquisaca durante la vigencia del régimen colonial; esta hermosa y bien concebida disertación fue archivada y sólo se conoció y editó en Lima en 1820, después de la entrada del ejército de San Martín.
Recoge, junto con el Diálogo entre Fernando VII y Atahuallpa en los Campos Eliseos, de Monteagudo, el pensamiento autonomista en su expresión esencial.
Participó en la formación del clima revolucionario de Chuquisaca que llevó al estallido del 25 de mayo de 1809, prosiguiendo su activismo independentista al participar en los sucesos de La Paz del 16 de julio de 1809. Había sido enviado al pueblo de Sicasica, cercano a La Paz, como párroco interino, para alejarlo del ambiente subversivo de Charcas. Triunfante el movimiento de Chuquisaca, la Audiencia gobernadora envió a diversos emisarios a las ciudades mayores de Charcas, entre ellos a Mariano Michel, destinado a La Paz. En su camino, se detuvo en Sicasica, donde comentó los sucesos del pasado 25 con el cura Medina, quien lo recibió a toque de campanas y con festejos populares. Michel partió a La Paz, siguiéndole a los pocos días Medina. Michel logró en dicha villa lo que los otros emisarios no consiguieron: organizar el grupo que se lanzaría el 16 de julio a la acción revolucionaria que depuso a las autoridades y organizó una Junta Tuitiva con plenos poderes de mando y acción revolucionaria, recibiendo Michel, así como también Murillo, jefe de la insurrección, ayuda directa del cura Medina en la organización del nuevo sistema de gobierno y en la redacción de oficios y proclamas. Sin duda, el golpe político de La Paz tuvo un carácter más radical, con efectos beligerantes y violentos, que el de Chuquisaca. Según frase de G. R. Moreno, “La Plata fue el clarín, La Paz fue la espada”. Michel regresó a Charcas, en tanto que Medina continuó en La Paz como conspicuo realizador de los planes revolucionarios.
Se le atribuye con fundamento la redacción de la famosa Proclama que expresa el deseo total de separación, compuesta en tono elevado, con fuerte acento antiespañol e independentista. En torno a este documento —fundamental para la comprensión de los alzamientos de Charcas— se han emitido contrapuestos comentarios e interpretaciones. Para unos fue redactado en La Paz por miembros de la Junta Tuitiva; en la ciudad de Sucre se sostiene lo contrario, considerando a Medina como su autor, tendencia que prevalece en la historiografía actual. La publicación del libro La mesa coja, de J. Mendoza P. —que recoge esta tesis—, ha dado lugar a tensas polémicas, en las que no ha faltado el sello regionalista bajo el influjo del interés de una u otra ciudad. Medina tuvo una actuación relevante en la conformación de los órganos de gobierno creados en La Paz después del 16 de julio. El proceso revolucionario de La Paz llegó a su fin a los pocos meses, al acercarse desde Cuzco a La Paz el ejército realista mandado por J. M. de Goyeneche.
Medina estuvo entre los que conformaron una fuerza para salir al encuentro de los cuzqueños. Si la primera fase revolucionaria en La Paz fue tranquila y ordenada, no pasó lo mismo al sentirse los miembros de la Junta Tuitiva amenazados desde el Bajo Perú; se sucedieron, en efecto, divisiones entre los alzados e intentonas de grupos de contrarrevolucionarios para dominar la situación. Medina y otros dirigentes de la sublevación condujeron tropas a las alturas de Chacaltaya, a Tiahuanaco y a los Yungas con el propósito de continuar la resistencia. Hubo días de convulsión y matanzas contra los simpatizantes de las fuerzas realistas, siendo víctima, entre ellos, el alcalde Yanguas.
Por el lado insurgente ocurrió la muerte del jefe militar Indaburu, en una refriega interna; en cuanto a Murillo, buscó fórmulas de negociación con los invasores, pero los patriotas radicales lo redujeron a prisión conduciéndolo a Zongo, camino de Yungas, de donde huyó para caer a los pocos días en poder de las avanzadas enemigas. Vinieron después los juicios implacables de los vencedores y la muerte heroica de Murillo. En su Confesión, recogida en el t. II de los Documentos para la historia de la revolución de Julio de 1809; Medina declaró que su participación en las conspiraciones y en los sucesos mismos del levantamiento paceño se debió al propósito patriótico de impedir que las posesiones españolas pasaran al dominio del Brasil, según las pretensiones de la princesa Carlota, dadas a conocer en los oficios remitidos por esa corte al arzobispo Moxó, a la Audiencia y al claustro universitario de Chuquisaca. Medina fue hallado culpable, al igual que la mayoría de los encausados, pero la condena a muerte que se le impuso fue conmutada por la de destierro en vista de su condición sacerdotal.
Desde Lima logró huir a Chile, de donde pasó a la Argentina; fue acogido allí como capellán de los ejércitos patriotas. Murió en Rosario de Santa Fe en 1829.
Bibl.: N. Aranzaes, Diccionario Histórico del departamento de La Paz, La Paz, 1915; M. Carrasco, Pedro Domingo Murillo, Buenos Aires, Ayacucho, 1945; G. R. Moreno, Últimos días coloniales en el Alto Perú, Buenos Aires, Jackson Editores, 1946; C. Ponce y R. A. García (comps.), “Proceso instaurado a los gestores de la revolución de julio de 1809”, en Documentos para la historia de la revolución de julio de 1809, vol. II, La Paz, Biblioteca Paceña, 1954, págs. 272-289, 4 vols.; C. Arnade, La dramática insurgencia de Bolivia, La Paz, Editorial Juventud, 1989; J. Siles Salinas, La Independencia de Bolivia, Madrid, Mapfre, 1992; E. Just Lleó (SJ), Comienzo de la Independencia en el Alto Perú: los sucesos de Chuquisaca, 1809, Sucre, Editorial Judicial, 1994; J. Mendoza, La mesa coja. Historia de la Proclama de la Junta Tuitiva del 16 de Julio de 1809, La Paz y Sucre, Plural Editores, 1997.
Jorge Siles Salinas