Ponte, Pero da. ?, p. m. s. XIII – s. m. s. XIII. Trovador galaico-portugués al servicio de la Corte castellana.
Durante un tiempo, siguiendo una imagen trazada por Ramón Menéndez Pidal, se le tuvo por un juglar errante, que iba de corte en corte; la concepción actual es muy distinta: debió de tratarse de un menestrel al servicio de la casa real castellana desde, al menos, 1235, hasta el fin del reinado de Alfonso X (1284). En aquel año compuso un planh por la muerte de la reina Beatriz, primera esposa de Fernando III (120, 28) y a fines del mismo cantó la muerte de Lope Díaz de Haro, alférez real. En 1238 celebró la conquista de Valencia (120, 31: ocupada Córdoba desde 1236, parecería un presagio de la caída de Sevilla) y compuso un planh a la muerte de Tello Téllez de Meneses, a quien el Rey había dado la tenencia de Córdoba (120, 42).
Cantó de nuevo la caída de Sevilla (120, 30, de 1248) y, por fin, la muerte del Rey (120, 41, en 1252). De este período es también su intervención en el ciclo de la Balteira, datable ya en el entorno del infante Alfonso durante la conquista de Murcia (120, 20).
Desde Carolina Michaëlis se había creído que cayó en desgracia tras la muerte de Fernando III, pero investigaciones recientes demuestran lo contrario. En algunas de sus cantigas satíricas usó la estructura del rondeau francés y otras formas emparentadas con refram intercalar (120, 5, 36 y 47), comunes a un grupo de trovadores portugueses y a las Cantigas de Santa María; pudieron haber sido aclimatadas a partir de algunos precedentes franceses dados a conocer a través del séquito de Alfonso III de Portugal y haber pasado a la Corte castellana en 1253, con ocasión del matrimonio de este Rey con Beatriz, hija de Alfonso X.
De este reinado y de este período, relacionadas con la amenaza del Rey contra Navarra, son sin duda varias cantigas donde interviene a favor de Alfonso X criticando al embajador navarro García Lopez d’Elfaro (120, 19) y al magnate de este Reino Xemeno de Aibar (120, 40); en este mismo año, la rebelión del infante Enrique y Lope Díaz de Haro debió motivar la sátira contra este último (120, 23). Todavía entre 1271 y 1273 participó con diversos poemas en el ciclo satírico contra los nobles, en rebeldía contra el Rey, y en 1275 parodió recursos técnicos usados en diversas composiciones de Guiraut Riquier, entonces al servicio del rey Alfonso. Quizá fuera al fin de su reinado, cuando el infante don Manuel participó en la rebelión del futuro Sancho IV (1282-1284), que le dedicó una sátira (120, 27). De pocos trovadores hay una semblanza literaria tan completa; sin embargo, ninguna investigación ha conseguido todavía identificarlo documentalmente.
Su obra es muy extensa y variada: consta de cincuenta y tres composiciones, entre las que encontramos siete de amigo, siete de amor, treinta y tres sirventeses, cuatro plantos y dos debates literarios.
Como se ha visto, es el único trovador de su escuela que cultiva el planto; igualmente es casi el único que practica el poema encomiástico (el otro fue el almirante Pay Gomez Charinho). Por otra parte, podría sorprender el escaso número de la obra amorosa si no fuese porque también Alfonso X fue, ante todo, autor de sátiras; dado que él mismo se llama a sí mismo escudero, podría tratarse de un noble que hacía uso político de la lírica, como el propio Rey Sabio, pero no se puede olvidar que don Dinis, rey de Portugal, fue autor sobre todo de obra amorosa.
Además de cultivar géneros casi privativos de su producción, se manifestó muy versátil en el uso de las formas; además de las tradicionales de su escuela (cantigas de refram y de meestría), usó en abundancia el estribillo intercalar y las minoritarias de la balada provenzal y el rondeau francés, asimiló recursos propios de la lírica occitana y fue capaz de enfrentarse en sus parodias al que era entonces el jefe de esta escuela en la Corte castellana, Guiraut Riquier. Alfonso X le dirigió dos crudas sátiras: en una (18, 33) le acusó de haber robado sus cantares a Afons’Eanes do Coton y haberlo matado después; no se sabe si en sentido literal o irónico lo llama “don Pedro”. En otra lo acusa de componer inspirado por el demonio y según una técnica localista (“vos non trobades come proenzal / mais come Bernardo de Bonaval”, 18, 34); quizá el Rey aludía a su parodia sobre unas composiciones religiosas de Guiraut Riquier, pero de lo que no cabe duda ninguna es que no se le puede considerar el jefe de una escuela localista, ajena a los refinamientos de los trovadores occitanos, sino todo lo contrario. En el pasado se creyó que significaban el definitivo alejamiento de la Corte; hoy, a la luz de cuanto se ha ido averiguando sobre las modalidades de la invectiva medieval, más bien parecen un juego de sociedad, un divertimento cómplice entre poetas.
Obras de ~: Pero da Ponte. Poesie, ed. de S. Panunzio, Bari, Adriatica Editrice, 1967; A. Cancionero de Pero da Ponte, ed. de A. Juárez Blanquer, Granada, Ediciones TAT, 1988.
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Vicenç Beltran