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Rodrigo de Reinosa

Biografía

Reinosa, Rodrigo de. ?, m. s. XV – p. s. XVI. Poeta y publicista.

Rodrigo de Reinosa fue poeta y sin duda el primero cuya obra llegó exclusivamente a través de los pliegos sueltos; el misterio que rodea al personaje, la novedad de este medio de difusión y su ausencia completa en absolutamente todos los cancioneros, tanto impresos como manuscritos, junto a las peculiaridades registrales de su producción, han dificultado su interpretación y la comprensión de su figura hasta nuestros días.

Los únicos anclajes cronológicos son los que explicitó en su producción. Una alusión a la muerte de Enrique IV (1474) y la reorganización de la Hermandad (1476) son las referencias más antiguas; un romance a la muerte del Duque de Gandía (1497), la más reciente. Menos segura es la rúbrica a una de sus composiciones que la relaciona con el “año de el hambre” de 1506; pudo haber sido añadida para dar actualidad al poema, una parodia del amor cortés (“‘Gentiles ojos avéis, niña, / que a mí muerto me han’. / Ella: ‘Más quería pan’”) pero carecemos de pruebas o indicios de manipulación y no nos aleja de los años seguros de su producción, por lo que al menos provisionalmente ha de ser aceptada. Estos parámetros lo sitúan en el período de los Reyes Católicos, en que tan intensamente se vivió el experimentalismo poético del que Reinosa es un exponente muy cualificado. Por otra parte, parodió descaradamente las obras de más éxito del momento: el catálogo de afeites de la Celestina en las Coplas de las comadres y el de prostitutas de la Carajicomedia en la Chingala (que, a su vez, parece basarse en la colonización de La Gomera); estos indicios reforzarían la conjetura de que siguió componiendo en la primera década del siglo XVI. Aunque sea inútil para su datación, recordaré ahora que también parodió graciosamente un episodio del Corbacho del Arcipreste de Talavera en sus Coplas del huevo.

Como puede verse, su obra (unas treinta y cuatro composiciones conservadas de atribución más o menos segura) parte en gran medida de técnicas paródicas, y no sólo eso, sino que prefiere divertirse recreando ambientes marginales: alcahuetas y mujercillas (Llámame a la comadre, Las comadres, Coplas del huevo), las prostitutas con sus rufianes y chulos (Catalina Torres Altas y La chingala), A una alcahueta y, muy en especial, los negros, con su peculiar habla (Gelofe Mandinga, Mangana mangana). En estos tres ámbitos ha de ser considerado un innovador casi absoluto en la historia de nuestra poesía; aunque los primeros aspectos, por su carácter obsceno, continuaron inmersos en la marginalidad, la poesía de negros se convirtió en un recurso cómico de moda durante la Edad de Oro. Practicó también una poesía pastoril en gran medida paródica: unos pastores de verdad, de los que pone en primer plano su ignorancia, su rudeza y sus costumbres zafias, pero que intentan (con resultados evidentemente cómicos) imitar las formas amatorias de la Corte (Mal encaradillo, Biva la gala...); en este aspecto, su producción incide en modos practicados por autores cortesanos coetáneos, como los letristas del Cancionero musical del Palacio o Pedro Manuel Ximénez de Urrea. Sin embargo, le conocemos también poesía seria de tema amoroso, tanto cortesana (villancicos: No tengo vida segura o las definiciones de amor Gran deporte es el amor y Doncella, do amor está; coplas: Yo tengo un gran pensamiento, Con vuestro placer; glosas: Porque sea satisfecho; parodias sacroprofanas a lo cortés: Paternóster trobado) como en estilo tradicional: los villancicos glosados Sola me dexastes, Si te vas a bañar y la parodia Gentiles ojos havéis, niña; es el tipo de poesía que por los mismos años componía Juan del Encina para el Cancionero musical de Palacio.

Además del romance noticiero (otra moda cortesana) a la muerte del duque de Gandía (A veinte y siete de julio) compuso otro contrahaciendo De Francia partió la niña, de intenso erotismo, que ya había sido contrahecho muy tempranamente por Juan Rodríguez del Padrón. Es también autor de poesía religiosa, centrada en la emotividad de inspiración fundamentalmente —pero no sólo— franciscana (entonces promovida desde la Corte —recordemos a Fray Íñigo de Mendoza—, después popularizada) sobre los temas habituales en estos círculos: la natividad (Hijo, tantas gracias vuestras, Canta, gallo, canta, La Virgen no calla, Decendí la gerarchía) y la virginidad de María (Si dormís, señora). Conservamos la noticia de un Cancionero de Rodrigo de Reinosa de Coplas de 1513, comprado por Hernando Colón, que se ha perdido; en 1612 apareció un Cancionero de nuestra señora [...] compuesto por Rodrigo de Reynosa cuya paternidad puede ser negada con certeza para varias de las composiciones que contiene. Especular sobre más composiciones que se le puedan atribuir resulta gratuito, pero no se puede construir nada serio si no es sobre la obra más o menos segura a que aquí nos hemos limitado.

La vistosidad y la extensión de los tipos marginales y su habla peculiar, la importancia del tema erótico (soez como en las composiciones prostibularias, o refinado, como en Si te vas a bañar o De Francia partió la niña) y su difusión exclusiva a través de pliego suelto hizo que, desde los orígenes de la Filología, se le catalogara como poeta popular. Hoy se impone la interpretación contraria: estos tipos aparecen siempre satirizados y ridiculizados, utilizados como divertimento; alguna de sus variedades (los pastores) fueron repetidamente utilizados en ambientes cortesanos, desde Juan del Encina hasta Urrea y entraron en el repertorio musical de la corte regia (Cancionero musical de Palacio), donde no faltan los equívocos eróticos y cancioncillas tan picantes como las suyas. Algunas expresiones de las Coplas de un ventero recuerdan las críticas aristocráticas contra la política nobiliaria de Enrique IV (“murió el rey don Enrique / que vía por cada trique / nos henchíades de villanos”; aunque el tono general del poema es paródico y oscuro en muchos aspectos y merecería un análisis detallado) y, en general, el sector prostibulario y el erotismo refinado de gran parte de su obra amorosa recuerda demasiado al Aretino y el libertinaje renacentista. Cabe recordar ahora que el único dato contextual procedente de la tradición textual nos dice que las coplas de la glosa a Gran deporte es el amor fueron “fechas a ruego e intercesión de un cantor del ilustre e manífico señor don Álvaro de Estúñiga, prior de San Juan”; como hemos de suponer que el tal cantor no las pretendía para su goce personal, sino para sus servicios profesionales, aquél había de ser el comanditario o destinatario, y no desdicen en absoluto de tan ilustre personaje. Por otra parte, la mención de la moneda carlín en la prostibularia Catalina Torres Altas (por no hablar de su tono libertino) hicieron pensar que pudo haber radicado en Italia; basta recordar, sin embargo, que el carlín (o carlí) está documentado en textos catalanes desde dos siglos antes y que en Valencia existió en esta época una intensa y sorprendentemente pública reivindicación de la literatura soez y erótica que arranca con el Tirant lo Blanch y emerge poderosamente en la poesía catalana (El procès de les olives, El somni de Joan Joan, etc.), y la poesía castellana radicada en Valencia (recordemos el Cancionero de obras de burlas, con cuya Carajicomedia enlaza la Chingala). Una producción que penetró intensamente en las altas esferas de la ciudad y no menoscababa el buen nombre de sus autores, explícitamente mencionados en las impresiones que se hicieron en vida suya; su acceso al entorno cortesano es también patente en la obra de Juan Fernández de Heredia y de Luis Milán, protegidos del duque de Calabria y su esposa Germana de Foix, viuda de Fernando el Católico, a cuyos ilustres personajes y en su presencia dedicaban poemillas o chistes salaces y más que picantes.

En conjunto, desde una perspectiva actual, la obra de Rodrigo de Reinosa viene a incardinarse en las corrientes culturales y poéticas más atrevidas y más innovadores del reinado de los Reyes Católicos. Fue, probablemente, su radicalismo moral y estético el que la mantuvo al margen de los grandes cancioneros, que preferían obras más enraizadas en la tradición cortés: la sección de burlas del Cancionero general de 1511 (publicado en Valencia, no lo olvidemos) es una excepción en este panorama, cuyo único precedente ha de buscarse en algunas composiciones del ya arcaico Cancionero de Baena; y nada hay en él comparable a los poemas catalanes del hoy conocido como Cançoner satíric valencià, la Carajicomedia o el Pleito del manto, que sólo nos fueron conservados en el valenciano Cancionero de obras de burlas. Quizá sea éste el entorno en el que ha de situarse la obra de Rodrigo de Reinosa; o quizá sea Valencia el único punto de España donde saltaron a la imprenta y a la pública celebración obras que en el resto de España permanecían confinadas en el retiro de las reuniones íntimas de la alta y libertina sociedad aristocrática. La orientación reciente de los estudios filológicos hacia ámbitos antaño marginalizados (baste recordar las condenas de Menéndez Pelayo o los caracteres de la literatura española que fijó Menéndez Pidal) quizá pueda, en el futuro, depararnos no pocas sorpresas en la iluminación de esta figura. Por otra parte, no puede sorprender que el pliego suelto se alimentara de este tipo de obras que podían gozar de gran favor del público, tanto por lo desenfadado de su contenido (divulgado y ennoblecido ya por la Celestina y sus continuaciones) como por alinearse con los gustos estéticos que esta moda iba configurando, centrados en el sector estilísticamente inferior de la poesía cortés: parodias cómicas, glosas más o menos divertidas, romances y villancicos. Aunque situado en el extremo opuesto, el sector más integrado de la gama poética cortés, no se puede olvidar el favor que este mismo medio de difusión prestó a la obra de un coetáneo mucho más famoso, Juan del Encina, cuyos villancicos, romances y grandes obras dramáticas (algunas no menos libertinas en el fondo, como Plácida y Victoriano) gozaron de la misma difusión impresa, en estos mismos años.

 

Obras de ~: Rodrigo de Reinosa, selecc. y est. de J. M.ª de Cossío, Santander, Imprenta de la Librería Moderna, 1950; La poesía de Rodrigo de Reinosa, est. y ed. de J. M.ª Cabrales Arteaga, Santander, Institución Cultural de Cantabria, 1980; Obra conocida de Rodrigo de Reinosa, ed. de L. Puerto Moro, San Millán de la Cogolla, Cilengua, 2010.

 

Bibl.: J. E. Gillet, “Coplas de unos tres pastores attributed to Rodrigo de Reynosa”, en Philological Quarterly, 21 (1942), págs. 22-45; J. M. Hill, “Notes for the Bibliography of Rodrigo de Reynosa”, en Hispanic Review, 14 (1946), págs. 1-21; “An Additional Note for the Bibliography of Rodrigo de Reynosa”, en Hispanic Review, 17 (1949), págs. 243-250; S. Gilman y M. Ruggerio, “Rodrigo de Reinosa and La Celestina”, en Romanische Forschungen, 73 (1961), págs. 255-284; G. D. Trotter, “Rodrigo de Reinosa and La Celestina”, en Studia Philologica. Homenaje ofrecido a Dámaso Alonso, vol. III, Madrid, Gredos, 1963, págs. 527-537; P. E. Russell, “Towards an Interpretation of Rodrigo de Reinosa’s poesía negra”, en R. J. Jones (ed.), Studies in Spanish Literature of the Golden Age Presented to Edward M. Wilson, London, Tamesis Book Limited, 1973, págs. 225-245; E. Santos Deulofeu, “Un ejemplo de la interpenetración de los géneros en el siglo XVI: la poesía ‘dramática o activa’ de Rodrigo de Reinosa”, en Criticón, 30 (1985), págs. 255-276; A. F.-L. Askins y V. Infantes, “Las ‘Coplas Celestinescas de ¿Tremar? Una historia casi completa de medio pliego”, en Celestinesca, 15 (1991), págs. 31-51; V. Beltrán, “Los primeros pliegos poéticos: alta cultura / cultura popular”, en Revista de Literatura Medieval, 17 (2005), págs. 71-120; L. Puerto Moro, “Las comadres, de Rodrigo de Reinosa —o de Linde—. Tradición y recreación del tipo teatral carnavalesco”, en J. San José Lera (coord. y ed.), Praestans labore Victor. Homenaje al profesor Víctor García de la Concha, Salamanca, Universidad, 2005, págs. 33-50; “Poesía cortesana en pliegos: la desarticulación paródica de los códigos cancioneriles en Rodrigo de Reynosa —o de Linde—”, en V. Beltrán y J. Paredes (eds.), Convivio. Estudios sobre la poesía de cancionero, Granada, Universidad, 2006, págs. 703-714; L. Puerto Moro, Rodrigo de Reinosa o de Linde, bufón o loco literario. Estudio y edición crítica de su obra, tesis doctoral, Salamanca, Universidad, 2008 (inéd.); “Estudio”, en R. de Reinosa, Obra conocida de Rodrigo de Reinosa, op. cit., 2010, págs. 17-144.

 

Vicenç Beltran