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Juan Contreras y Martínez

Biografía

Contreras y Martínez, Juan. El héroe de Treviño. Badajoz, 21.II.1834 – Madrid, 23.XII.1907. Teniente general del Ejército, héroe en la Tercera Guerra Carlista y director del Cuerpo de Inválidos.

Era hijo del teniente general Juan Contreras y Román y de Rafaela Martínez Álvarez. Su padre, director general de Caballería entre 1868 y 1870, era republicano y amigo del general Prim; tuvo una vida pública muy agitada y acabó su actividad política cuando desde Cartagena declaró independiente el cantón de Murcia. Cercado, huyó a Orán, pero pudo volver a España, obligado por su mala situación económica, al reconocer como rey a Alfonso XII.

La revolucionaria actuación del padre no perjudicó la carrera militar del hijo, que ingresó el 4 de julio de 1850 en el Colegio General Militar. Este centro de enseñanza había sido creado por Real Decreto de 22 de febrero de 1842 y ubicado primero en Madrid y después en Toledo a partir del año 1846. Disuelto el Colegio General en 1850 y creados los de Infantería en Toledo y de Caballería en Alcalá de Henares, Juan Contreras hijo se incorporó a este último. Con todo, acabó sus estudios en Valladolid, pues, por iniciativa del general Shelly, el Colegio de Caballería fue trasladado a esta ciudad castellana e instalado en un edificio que había sido construido para cárcel modelo (Real Orden de 22 de mayo de 1852).

Fue promovido a alférez en julio de 1853 con el número catorce de su grupo de alumnos que era de veintidós.

En la promoción de ese año, tercera del colegio y segunda de Valladolid, hubo otros dos grupos más de once y trece cadetes. Su primer destino fue en el Regimiento de Lanceros de Alcántara, donde estuvo hasta finales de octubre de 1853.

Obtendría el grado de teniente por gracia general el 28 de junio de 1854 y, dos días después, el empleo de teniente efectivo, justo el día en que se produjo la Vicalvarada. Participó, en este combate, encuadrado en el Regimiento Farnesio, 1.º de Lanceros. Allí fue hecho prisionero por las unidades leales al Gobierno, después de haber efectuado una impetuosa carga con su escuadrón y traspasar las líneas contrarias. A pesar de que no se produjeron muchas bajas, tal acción le costó la vida a su capitán. Fue puesto en libertad al triunfar la revolución el 20 de julio; comenzaba, unos días más tarde, el bienio progresista el 20 de julio. Pasados unos meses salió de campaña hacia Aragón para someter a una partida organizada en la región. En el pueblo de Pandos, tuvo un encuentro con la partida de Marcos Bello, a quien derrotó. Su actuación fue reconocida por sus jefes, pues obtuvo el grado de capitán (28 de mayo de 1855). Desde el 31 de octubre hasta el 4 de julio de 1856 estuvo en Puerto Rico como ayudante del general 2.º cabo, el mariscal de campo Contreras y Román, su padre. De vuelta en la Península, se incorporó al Regimiento Borbón, 4.º de Coraceros, con acuartelamiento en Madrid y Vicálvaro, Alcalá de Henares, Aranjuez y Ocaña y otra vez en Madrid, hasta que ascendió a capitán por antigüedad el 10 de agosto de 1866.

El nuevo empleo hizo que se trasladase a Andalucía para mandar un escuadrón del Regimiento de Lanceros de Villaviciosa de guarnición en Sevilla y Córdoba. Con esta unidad, participó en la batalla de Alcolea a las órdenes del general Serrano el 28 de septiembre de 1868. Los participantes de ambos bandos estaban a la espera de la orden de que se parara el combate, de forma parecida a lo que aconteció en Vicálvaro.

Sin embargo, resultaría algo más dura, aunque no para la caballería. De todas formas, su intervención en el combate ayudaría a rechazar el tímido ataque enemigo y forzar su retirada, con su jefe, el general Pavía, marqués de Novaliches, herido. Sería recompensado con el ascenso a comandante (28 de octubre de 1868). Ésta fue su contribución al destronamiento de Isabel II y al triunfo de la revolución septembrina; la Reina saldría de España hacia Francia el 30 de septiembre. En 1870 contrajo matrimonio con Rafaela Dolz y Martínez y el 17 de septiembre de ese año se le destinó al regimiento Calatrava, 1.º de Carabineros.

Al inicio de la Tercera Guerra Carlista, salió de campaña en Navarra, obteniendo el grado de teniente coronel por los méritos contraídos (10 de octubre de 1872); después se trasladó a Cataluña, donde derrotó, al frente de muy pocos jinetes, al “cabecilla” Castells en Alges (Lérida) el 13 de noviembre de 1872. Este guerrillero, como Tristany también en Lérida y Savalls en Gerona, traía en jaque constante a las unidades liberales.

Por estas acciones, volvió a ser recompensado por méritos de guerra con el empleo de teniente coronel (16 de abril de 1872). Volvió a Andalucía para tomar posesión del destino que le correspondía por su ascenso en el Regimiento Montesa, 6.º de Lanceros (1 de enero de 1873), que fue transformado posteriormente en 1.º de Coraceros. Allí estaba cuando se proclamó la Primera República el 11 de febrero de 1873; Amadeo I de Saboya había ya abdicado ante Ruiz Zorrilla y Martos al mediodía del día anterior.

Un mes y medio después de su incorporación a esta unidad, retornó a Cataluña como ayudante de su padre, nombrado por la República capitán general del Principado, quien le encargó salir de campaña al mando de unos batallones de Infantería para someter a las partidas carlistas que de nuevo renacían.

Pero no pudo dar continuidad a su acción, pues se habían producido importantes disturbios en la ciudad por insubordinación de los soldados, grave situación que su padre no supo prevenir ni resolver y que le hizo volver para apaciguar la ciudad. Estos desórdenes, unidos a la ocupación reciente de Berga por los carlistas, hicieron dudar al Gobierno republicano de la capacidad del teniente general Contreras para desempeñar su cargo y tomó la decisión de aceptar su dimisión el 20 de marzo. Su hijo volvió a incorporarse a su regimiento en Sevilla el 5 de abril; pero, siete días después, sería recompensado con el ascenso a coronel (12 de mayo de 1873) y el mando del Regimiento Sesma, que pertenecía al instituto de lanceros.

El coronel Contreras abandonó pronto Andalucía y se trasladó a Navarra para combatir a los carlistas en alto Arellano y Dicastillo. Participó también en los combates de Montejurra, Monte Muro y Oteiza en 1874. Era el año de la Restauración; el general Pavía acabó con la República el 3 de enero y el general Martínez de Campos realizó su “pronunciamiento” en Sagunto el 29 de diciembre para proclamar Rey a Alfonso XII. Estos acontecimientos únicamente afectaron al coronel Contreras en el cambio de nombre de su regimiento, que recuperó el de Lanceros del Rey. Con esta denominación intervino en el levantamiento del sitio de Pamplona en 1875.

Ligado a este nombre, entró en la leyenda a causa de las tres cargas que dio al frente del 4.º escuadrón de su Regimiento en la batalla de Treviño, condado perteneciente a la provincia de Burgos y enclavado en la de Álava. Tiene una extensión de veintiocho kilómetros de Norte a Sur por once de Este a Oeste y está situado entre Miranda de Ebro y Vitoria. El general jefe del ejército alfonsino, Quesada, quería a toda costa levantar el cerco efectuado por los carlistas a la capital alavesa. Contaba, para ello, con tres brigadas, una de las cuales era de reserva. Se proponía envolver al enemigo, atravesando Treviño, para desde allí cruzar los montes que separan al condado de Vitoria, romper el cerco, entrar en la ciudad y despejar el desfiladero de Doroño de fuerzas enemigas.

A las cinco de la mañana del 7 de julio ordenó a la brigada de reserva, que mandaba el general Tello, iniciar el avance. Sin contratiempos, consiguió entrar en el pueblo de Treviño al mediodía. Pero siete batallones y cinco escuadrones carlistas, al mando del coronel Pérula, resistieron en la divisoria de los montes y rechazaron el ataque. Tello, consciente de que su esfuerzo ofensivo se había agotado, inicia la retirada, pero fue rápidamente presionado por los carlistas.

Disponía, como reserva local, de nada más que cuatro compañías de Infantería del Regimiento de La Habana y ciento quince jinetes del Regimiento del coronel Contreras. Ordenó, entonces, a este último que cargase con sus lanceros sobre la derecha carlista, donde se encontraba el cuarto batallón de Álava, con sus boinas azules, y el tercero de Navarra, con sus boinas rojas. Sería este último batallón el que recibiría la primera embestida a degüello del 4.º escuadrón. Fue arrollado y perdió su posición. Para evitar su reorganización, que se iniciaba con el apoyo del 4.º batallón, el coronel Contreras repitió la carga que provocó la huida y la caída de muchos infantes carlistas a los barrancos próximos. Los carlistas recibieron refuerzos y de nuevo contraatacaron. Ya sólo disponía Contreras de sesenta jinetes, pero volvieron a cargar por tercera vez con su coronel al frente, con tal ímpetu, que derrotaron definitivamente al enemigo. El capitán del escuadrón, Torres, y veinte lanceros murieron, pero las bajas carlistas fueron mucho mayores. El general Loma, que, en principio, desconocía los apuros de Tello a su izquierda, avanzó hacia ese lado con las otras dos brigadas, lo que provocó la retirada de toda la línea enemiga. Antes de alcanzar Vitoria, intentaron los carlistas detener el avance liberal, pero de nuevo fueron rechazados. Se llegó a la capital y las comunicaciones con Miranda de Ebro fueron restablecidas.

La victoria resultó decisiva para precipitar el fin de esta Tercera Guerra Carlista, pues, al poco tiempo, el pretendiente don Carlos tuvo que abandonar España.

Contreras consiguió por su arrojo el ascenso a brigadier (9 de junio de 1875). En el salón de actos de la Academia de Caballería se exhibe el cuadro que inmortaliza la batalla. Fue pintado al óleo por Víctor Morelli (1860-1936); por esta obra, le concedieron una tercera medalla en la Exposición de Bellas Artes de Barcelona de 1897.

Al mando de la brigada de Caballería de vanguardia, afecta al Cuartel General del Ejército del Norte, desde el 1 de agosto de 1875, Contreras siguió en el norte y participó en la toma del fuerte de San León, combate de Bernedo y batalla de Miravalles, así como en las operaciones sobre Orduña y Amurrio y otras más hasta la terminación de la guerra. Reorganizado el Ejército del Norte, se le dio el mando de la 2.ª Brigada de Caballería del 1.er Ejército el 25 de marzo de 1876, jefatura que ejerció durante muy poco tiempo, pues el 17 de septiembre del mismo año fue nombrado ayudante de campo del Rey. Cesó en este puesto el 28 de octubre de 1878 y se le dio el mando de la 1.ª Brigada de Caballería del Ejército de Castilla la Nueva. Dejó el mando de la citada brigada el 18 de noviembre de 1883 al ser designado vocal de la Junta Especial de Caballería. Ascendido a mariscal de campo (3 de octubre de 1884; empleo que sería transformado en general de división el 9 de agosto de 1889), fue nombrado comandante general de la División de Caballería (5 de octubre de 1884) y, posteriormente, gobernador militar de Mahón (25 de octubre de 1884). El 8 de junio de 1886 fue designado 2.º cabo de Puerto Rico y gobernador militar de la capital de la isla, donde llegó a desempeñar la jefatura interina de la Capitanía General. Allí permaneció hasta el 2 de junio de 1889, fecha en que dimitió por falta de salud. Desembarcado en Santander el 22 del citado mes, se trasladó a Madrid, donde fue designado vocal de la Junta Superior Consultiva de Guerra.

Tres años después, ascendió a teniente general (el 4 de enero de 1894, pero con antigüedad del 22 de diciembre pasado) y, después de pasar un tiempo en la situación de cuartel, se le nombró el 22 de agosto de 1895 comandante general del Cuerpo y Cuartel de Inválidos. El 21 de febrero de 1906 pasó a la reserva y, un año después, falleció en Madrid (23 de diciembre de 1907).

Poseedor de seis Cruces de méritos de guerra (1866, 1871, 1872, dos en 1873 y 1876) y una Gran Cruz al Mérito Militar (1878), fue uno de los primeros cadetes de Valladolid reconocido como héroe nacional. Su valor ha sido comparado con el legendario del general Diego de León.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Secc. 1.ª, exps. personales, leg. C-3270.

L. Pericot, La Casa Borbón, t. V, Barcelona, Gallach, 1943; M. Artola, La burguesía revolucionaria (1808-1874), t. V, Madrid, Alfaguara, 1974; J. R. Alonso, Historia política del Ejército español, Madrid, Editora Nacional, 1974; P. Aguado Bleye, Manual de Historia de España, t. III, Madrid, Espasa Calpe, 1975; R. Lión y J. Silvela, La Caballería en la historia militar, Valladolid, Academia de Caballería, 1979; B. Pérez Galdós, La Primera República (Episodios Nacionales), t. X, Madrid, Urbión, 1979; A. Meléndez Jiménez, Apuntes para la historia de la Dirección General de Enseñanza, 1983 (inéd.); J. Albi y L. Stampa, Campañas de la Caballería española en el siglo xix, t. II, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1985; R. Lión, A. Bellido y J. Silvela, La Academia de Caballería, Valladolid, Andrés Martín, 1988; Instituto de Historia y Cultura Militar (ed.), Historial del Regimiento de Lanceros del Rey, facs., Madrid, Instituto de Historia y Cultura Militar, 1989; M. Martínez, Caballería y liberalismo (1800-1875), Valladolid, Academia de Caballería, 1991; J. Albi, L. Stampa y J. Silvela, Un eco de clarines, Madrid, Tabapress, 1992; J. P. Fusi y J. Palafox, España 1808-1996, Madrid, Espasa Calpe, 1997; M. Gómez Ruiz y V. Alonso Juanola, El Ejército de los Borbones, t. VI, Madrid, 2004.

 

Juan María Silvela Miláns del Bosch

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