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Francisca Trigo

Biografía

Trigo, Francisca. Ávila, s. XVI – Tetuán (Marruecos), XVII. Morisca.

Era natural de Ávila. Hace mención de ella el cronista Gil González Dávila en su Teatro Eclesiástico, quien afirma en el folio 193 de su obra que “Francisca Trigo (era) vecina de Ávila (y) una de las moriscas que fueron expelidas de España”. En el Archivo de la antigua Parroquia de San Nicolás, de Ávila, hay documentación en la que se afirma que de aquella barriada salieron 130 familias con motivo de la expulsión decretada por el rey Felipe IV, realizada entre los años 1609-1614.

El martirio que padeció lo cuenta una relación que se imprimió en 1623, copia de una carta que escribió uno de los cautivos de Tetuán. Comienza así: “Sabed cómo a 22 de julio de este año, pocos días después que vos salisteis en libertad, ha sucedido en la ciudad de Tetuán uno de los casos más prodigiosos y nuevos que hasta hoy se ha visto. Y es que en la calle de los Mercaderes de Cautivos, de esta ciudad, vivía un morisco español de los expelidos, cuya mujer era también morisca. Se llama Francisca Trigo. Ésta, forzada de ver que su marido e hijos renegaban hizo lo mismo, aunque, según se ha visto, siempre vivió entera en la fe de Jesucristo, pues nunca se olvidó de rezar en secreto, haciendo ocultas penitencias y encomendándose con viva fe a nuestro Redentor, pidiendo a Su Majestad le diese lugar para confesar sus pecados, y muerte conociéndole... Confesó en Tetuán como Padre Redentor de Cautivos, quedando tan endiosada y entera en la fe, que nunca dejaba de rezar con el rosario en la mano (cosa en esta tierra tan inusitada) sin temor a que la vieran. Denunciada por cristiana, fue llamada por las autoridades, quienes la increpan y tratan de convencer”.

Ella confiesa: “Nunca guardé los preceptos del Corán. Y también se que la fe de Nuestro Redentor Jesucristo es la verdadera, justa y santa, debajo de cuyos catorce artículos y santos mandamientos he militado y protesto vivir y morir. Advierte que no teme su rigor y amenazas, antes tendré por muy feliz suerte me des los tormentos que quisieres, que en padecerlos por aquel Dios, Uno y Trino, Hijo de María Virgen, concebida sin pecado original, pienso, mediante esta fe, ganar corona de martirio”.  Ante su entereza, la fue pronunciada sentencia de muerte. Y otro día a son de roncos instrumentos fue sacada públicamente con el acompañamiento de ministros y aparato que acostumbran. Y, puesta en el cadalso, que para este efecto habían hecho, la cristiana amazona, con la paciencia de un santo Job, fortaleza y ánimo de un Esteban, puesta encima del palo (dando ejemplo a muchos que acaso renegaran por temor)... viendo cercana a la muerte, dijo: “Cristianos, yo soy natural de la ciudad de Ávila, de nación morisca, aunque siempre he profesado la fe de Cristo, y os pido, si alguno de vosotros fuese allá, digáis cómo muero confesando la santa fe católica”.

 

Bibl.: Rev. “Cenáculo” (Seminario de Ávila), n. 25, año 1953; B. Fernández Valencia, Historia de San Vicente y grandezas de Ávila, Ávila, Institución Gran Duque de Alba-Obra Cultural de Caja de Ávila, 1992; F.º López Hernández, Personajes Abulenses, Ávila, Obra Social Caja de Ávila, 2004.

 

Francisco López Hernández

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