Ayuda

Mario Casariego y Acevedo

Biografía

Casariego y Acevedo, Mario. Figueras de Castropol (Asturias), 13.II.1909 – Ciudad de Guatemala (Guatemala), 15.VII.1983. Cardenal de la Iglesia católica, de la Orden de los somascos.

Hijo natural de Águeda Casariego, su padre se llamaba Mario López Acevedo.

Dificultades económicas y problemas familiares provocaron que Mario Casariego, entonces con once años y ya huérfano de padre y madre, tuviera que emigrar a la ciudad mexicana de Puebla, para ponerse bajo la protección de un tío materno. Ambos pasaron después a Guatemala, donde falleció su tío, por lo que Mario, sin amparo, tuvo que llevar una vida difícil.

Algo debió de ver en aquel niño Amelia de León, esposa del jurisconsulto salvadoreño Baltasar Estupiñán, que la impulsó a adoptar a Mario. Así, el futuro cardenal fue confiado a los cuidados del sacerdote Mariano Rosell Arellano, capellán de Santa Clara, después párroco de Palencia de Guatemala y luego arzobispo de la capital de ese país.

En 1924 Mario cuenta ya quince años y pasa a recibir las enseñanzas de Antonio M. Brunetti, fundador de las obras somascas en América Central, residente en El Salvador, con el que el joven se prepara para ingresar en dicha orden.

En 1936 se ordena sacerdote. Empieza a trabajar entonces en un lugar muy conocido para él, pues allí había cursado sus primeros estudios: la Escuela de Menores de la Ceiba de Guadalupe, donde pronto se revelan sus condiciones de organizador y hombre de acción.

Con ocasión de celebrarse en 1958 la tercera peregrinación salvadoreña a Roma, Casariego recibe la noticia de su nombramiento como obispo titular de Pudenciana y Auxiliar de Guatemala; el propio Juan XXIII lo consagra personalmente. Con este motivo, Casariego se traslada a vivir a Guatemala. Poco después es nombrado director nacional de la Acción Católica y vicario general.

A la hora de la celebración del Concilio Vaticano II, Casariego toma parte activa en todas sus sesiones.

Dado el talante conservador de Casariego y su conocimiento de la realidad americana, en 1956 el vicepresidente R. Nixon lo invita a pronunciar una conferencia en la ONU sobre la pedagogía somasca.

Realizará algún viaje más a Washington durante los mandatos de Eisenhower (1953-1960), para ser consultado sobre la infiltración comunista en Centroamérica.

Llegado J. F. Kennedy al poder en 1961, y creada la Alianza para el Progreso para llevar adelante su política anticomunista, el presidente llamará en más de una ocasión a Casariego para hablar de la situación política en el área del Caribe.

La proximidad de Casariego a la jerarquía eclesiástica, a la curia romana y a los poderes públicos constituidos motivó que, dada la grave situación social y política por la que atravesaba Centroamérica, su papel fuese criticado por aquellos que pensaban que la jerarquía eclesiástica debía estar más cerca de los necesitados y oprimidos; no sólo procurando remedios asistenciales desde los aledaños del poder, como hacía Casariego, sino asumiendo personalmente los problemas de los más desfavorecidos.

Lo cierto es que el incremento de la inestabilidad social y política en América Central, la acción de los grupos guerrilleros de derechas e izquierdas y los movimientos renovadores que agitan a la misma iglesia americana, van llevando a Casariego hacia posturas cada vez más conservadoras, aunque no cesa por ello de pedir reformas sociales y políticas y la protección de los derechos humanos.

Para salir al paso de los requerimientos de izquierdas y derechas, el 15 de agosto de 1962, el obispado guatemalteco publica una carta pastoral conjunta bajo el título Los problemas sociales y el peligro comunista, en la que, al hilo de la encíclica de Juan XXIII Mater et Magistra, los pastores guatemaltecos no sólo constatan la gravedad de la situación económica y social del país, sino que hablan de la función social de la propiedad, de la intervención de los poderes públicos para desarrollar aquella función, del derecho a la libre asociación, a un salario justo; se manifiestan en contra del capitalismo exacerbado, piden una nueva estructura de la sociedad agrícola y la distribución de la propiedad de la tierra. La carta la firma también Casariego, como obispo auxiliar de Guatemala.

En septiembre de 1967, el episcopado guatemalteco, presidido ya por Casariego, publica otra carta pastoral, titulada Problemas humanos, sociales y económicos de Guatemala, en la que, sin eufemismos, y dando muestras de una gran preocupación, saca a relucir la gravedad de aquel estado de cosas, provocado por las injusticias sociales y políticas y la actuación de los distintos grupos guerrilleros, y anima a emprender sin temor un cambio total en el país, mientras, predicando con el ejemplo, ataca algunas manifestaciones del lujo y el boato eclesiásticos.

En 1968, la crisis social y política que venía sufriendo Guatemala se agudiza todavía más, si cabe, y en el mes de marzo el grupo guerrillero de extrema derecha Manos Blancas secuestra a Casariego, buscando con esta acción hacer callar aquella molesta voz y, al mismo tiempo, derribar al Gobierno, haciendo recaer la responsabilidad en los grupos de izquierda. El clamor que se desata en el país y en el mundo entero provoca que, a los cuatro días, Casariego sea puesto en libertad. Poco más tarde, y como contrapartida, un grupo guerrillero de izquierdas asesina al embajador de los Estados Unidos en Guatemala.

En el consistorio que se celebra en el mes de abril de 1969, Mario Casariego es nombrado cardenal por Pablo VI (con el título de Santa María de Aquiro), junto con V. E. Tarancón, F. Marty y el jesuita J. Danielou.

Casariego se convierte así en el primer cardenal de América Central.

El 29 de julio de 1976, Casariego publica su carta pastoral número catorce, en la que denuncia, por un lado, todo tipo de injusticias sociales y, por el otro, a aquellas personas que intentan cambiar el orden y la naturaleza de las cosas. Difícil postura la de Casariego, que, también desde el punto de vista religioso, quiere mantenerse lejos de una Iglesia que no se ha renovado, así como de las orientaciones de la teología de la liberación. Como es de imaginar, el pensamiento de Casariego será interpretado de las más diversas maneras, aunque nunca se aparte de la doctrina del Vaticano.

Finalmente, en 1983, Juan Pablo II emprende un difícil viaje a América para visitar Costa Rica, Nicaragua, Panamá, El Salvador y Honduras. Llega a Guatemala el 6 de marzo, cuatro días después de haber sido ajusticiados seis jóvenes. El presidente de la República, Efraín Ríos Montt, perteneciente a una Iglesia fundamentalista, pronuncia un discurso de bienvenida cargado de equívocos, al que responde el Papa con otro en el que condena duramente la violación de los derechos humanos. El resto de la visita transcurre entre el clamor popular y la frialdad oficial.

Casariego, con setenta y cuatro años entonces, agotado por los trabajos preparatorios del viaje y después de sufrir en carne propia las tensiones habidas entre el Papa y el presidente de la República, es hospitalizado poco después de finalizar la visita, al habérsele agravado la insuficiencia cardíaca que ya padecía. Falleció poco después.

 

Obras de ~: Cartas pastorales y discursos, San Salvador, Escuela Tipográfica Emiliani, 1967 (ciudad de Guatemala, 1975; y ciudad de Guatemala, 1981).

 

Bibl.: M. A. Serrano Monteavaro, “Mario, cardenal Casariego”, La Comarca del Eo (Ribadeo), 8 y 15 de mayo de 1993.

 

Miguel Ángel Serrano Monteavaro