Ramírez, Francisco Javier. España, c. 1742 – América del Sur, s. xix. Cronista, sacerdote franciscano (OFM), visitador eclesiástico.
Hizo su viaje de España a Chile, por la vía de Mendoza en 1774. Fue acogido en el Colegio de Propaganda Fide que su congregación regenta en la ciudad de Chillán. El año anterior, Ambrosio O’Higgins había sido nombrado maestre de campo general de la Frontera y estaba convencido de que el control del territorio sólo será posible con un establecimiento permanente en él. Ello le movió a convocar a los caciques de la costa en la plaza de Arauco, en 1778, a los que pidió autorización para restablecer la antigua misión del fuerte de Tucapel y confiarla a la Orden Franciscana.
El padre Ramírez se contó entre los sacerdotes asignados a esta difícil tarea y allí adquirió un gran conocimiento de las gentes y del territorio. Diez años más tarde se encontraba de misionero franciscano en la misión de Santa Bárbara, deseando continuar sus tareas en las localidades de Rucalhue y Quilaco, y levantando allí una vice-misión. En 1783 dio poder a una hermana para que pudiera cobrar su legítima. Al año siguiente fue llamado a Chillán y se le confió la administración de todas las misiones de la Araucanía.
Al servicio de la Iglesia y de su congregación, fue lector de artes, predicador general apostólico, guardián, comisario del Santo Oficio, escritor público y rector del Colegio de Naturales. Salió de Chillán en misión apostólica el 9 de septiembre de 1779 en compañía de otro fraile, con el que después tuvo grandes querellas en el Convento de San Francisco de la capital del Reino. El comandante del fuerte de Arauco certificó en 1780 que ambos frailes habían “cumplido siempre con las obligaciones de su ministerio, dando pruebas de su celo”.
De nuevo en Chillán en 1784, pasó a desempeñar el cargo de visitador de la provincia. En el capítulo del 3 de diciembre de 1803 pretendió el padre Ramírez seguir ejerciendo dicho cargo. Habiéndose opuesto a ello los integrantes de la mayoría electa, interpuso un reclamo ante la Real Audiencia, el que fue desechado.
Uno de sus contradictores afirmaba que “cierto padre se había fugado a Madrid por precaver los perjuicios y desaires subsecuentes a los actos viciosos que se notaron en la comisión del visitador y sus compartes”.
En ese mismo año, el padre Ramírez se empeñó en establecer la Orden Tercera en la Recoleta de Santiago, pero se opuso Santos Izquierdo que era ministro de la misma Orden Tercera fundada en la Casa Grande de la Alameda. De ello resultó que hubo necesidad de enviar el caso en consulta al Rey para que éste resolviera sobre la erección que se pretendía.
Nombrado escritor del Colegio Apostólico de Chillán y de todas las misiones, dio inicio a su cometido “trabajando en obsequio de la verdad y de la justicia, dando al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Persona de no escaso mérito debió ser el padre Francisco Javier Ramírez, cuando Ambrosio O’Higgins, entonces intendente de Concepción, le confió la dirección de su hijo Bernardo. Este mismo nos dice que aprendió sus primeras letras con el padre Ramírez, al que daba en su correspondencia doméstica los cariñosos títulos de “maestro y taitita”.
El padre Ramírez fue autor del Cronicón Sacro-Imperial de Chile, obra cuya redacción le fue confiada para destacar la acción misionera de su congregación entre los naturales, que terminó en 1805. Esta obra permaneció inédita por muchos años y sólo fue publicada por el Centro de Investigaciones Diego Barros Arana de la Biblioteca Nacional (Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1994).
El Cronicón es una obra en que se conjugan algunos hechos de la vida política y social de la Araucanía, con hazañas militares y fastos de la Iglesia en general y de la Orden Franciscana en particular. El propio autor señala el objetivo que persigue, que es elaborar una historia del obispado de La Imperial, que fuese erigido en 1564, siendo su primer obispo fray Antonio de San Miguel, franciscano. En sus páginas se dan noticias biográficas de obispos y frailes y de su acción misional en la región. La realidad aparece casi siempre ligada a la presencia de fuerzas celestiales, y la narración de los hechos exalta la acción heroica de la iglesia, cuya misión es conducir a los hombres a la salvación.
Aunque la obra tenga escaso valor histórico, ella ayuda a comprender el alcance evangelizador de la colonización española en América, siendo ese su mayor mérito.
Obras de ~: Cronicón Sacro-Imperial de Chile, Santiago de Chile, Ed. Universitaria, 1994.
Bibl.: J. T. Medina, Diccionario Biográfico Colonial de Chile, Santiago de Chile, Imprenta Elzeviriana, 1905, pág. 721; Biblioteca Hispano-Chilena, Santiago de Chile, Fondo Histórico y Bibliográfico J. T. Medina, 1963 (ed. facs.).
Sergio Martínez Baeza