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Francisco Caro de Torres

Biografía

Caro de Torres, Francisco. Sevilla, c. 1550 – Ma­drid, 1642 post. Militar, sacerdote y escritor.

Nació en Sevilla, hijo de Juan de Torres Montes y de Isabel Caro. Hizo sus estudios en su ciudad na­tal y después ingresó en la Real Universidad de Sala­manca. Después de una pendencia que tuvo allí con otro estudiante, al parecer por cuestiones de honra, se vio obligado a abandonar la patria y cambiar la toga de estudiante por el atuendo militar. De España pasó a Italia en las galeras de Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz. De allí siguió a su jefe a las Azores, donde alcanzó la gloria de derrotar completamente, en 1583, a Antonio, prior de Crato, quien, bajo los auspicios de Enrique III de Francia, pretendía reivindicar de Felipe II los derechos a la monarquía portuguesa que habían sido arrebatados a don Sebastián.

Después de la acción de las Islas Terceras se pierde la huella de Francisco Caro de Torres, y lo mismo su­cede tras su enrolamiento para ir a combatir a los fla­mencos que luchaban por su independencia. En 1585 se encontraba en Sevilla. Allí, Fernando de Torres, conde del Villar, recién nombrado virrey del Perú, cargaba sus bajeles para ir a tomar posesión de su cargo. Caro de Torres no esquivó la aventura y se dio a la vela en su compañía. Durante la navegación supo captarse las simpatías del virrey, que vio en él una in­teligencia y unos conocimientos nada comunes.

El mismo Caro de Torres dice que, durante la trave­sía, ambos se entretuvieron leyendo “las historias que en nuestra lengua estaban escritas, así de las guerras de Italia como de Flandes, y muchos de los hechos que en mi presencia sucedieron, estaban contados de un modo muy diferente a como en realidad yo los ha­bía visto, oído y observado”.

El 30 de noviembre de 1586 llegó a Lima y de in­mediato se ocupó en el servicio de las armas, sin que ello le impidiese dedicarse también a las lecturas his­tóricas sobre la conquista del Perú. Al año siguiente emprendió una corta expedición contra los corsa­rios ingleses que surcaban el Pacífico, a las órdenes del hijo del virrey. Algunos meses después, cuando arribaron al Callao los emisarios del gobernador de Chile, Alonso de Sotomayor, en busca de refuerzos, Caro de Torres resolvió partir, en calidad de cabo o segundo jefe de una de las dos compañías de 150 hombres que el virrey mandó, encabezadas por los ca­pitanes Luis de Carvajal y Fernando de Córdoba. Este refuerzo partió del Callao en febrero de 1588 y, al lle­gar a Chile, entró inmediatamente en campaña. Fue entonces cuando el gobernador de Chile, Sotomayor, conoció a Francisco Caro de Torres y se estrechó en­tre ellos una amistad sincera y sólida.

Por ese tiempo, Caro de Torres resolvió colgar la espada y dedicar su vida al servicio de Dios como sa­cerdote. Pero, bajo la humilde cogulla del fraile seguía latiendo su corazón de soldado. En agosto de 1592, junto a Alonso de Sotomayor, que terminaba su man­dato en Chile, se embarcó en Valparaíso rumbo al Ca­llao, en busca de socorros. Estando allí, el virrey comi­sionó a Sotomayor para tomar el gobierno de Panamá y poner en pie de guerra a esa región, seriamente ama­gada por los corsarios ingleses. El éxito coronó los es­fuerzos de Sotomayor, pues la flotilla inglesa debió retirarse en 1596, dejando en las aguas del istmo el cadáver del temido y celebrado almirante sir Francis Drake. Tal suceso, feliz para los españoles, motivó la vuelta a España de Caro de Torres, quien fue introdu­cido en la Corte, a la presencia del Rey, al que solicitó alguna prebenda para Sotomayor y para sí mismo. Para su amigo Alonso de Sotomayor obtuvo el nombramiento en propiedad de gobernador y capitán ge­neral de Panamá, y presidente de su Real Audiencia, más la encomienda de Villamayor en la Orden de Santiago. Para sí consiguió un cargo de canónigo de la catedral de Oaxaca, que no llegó a ocupar.

Sotomayor viajó a España y, en posesión de sus nombramientos, regresó pronto a Panamá, llevando en su compañía a Caro de Torres. De inmediato pasó a ocuparse de las fortificaciones costeras, pero, ha­biéndose suscitado algunas dificultades sobre el emplazamiento de los fuertes, resolvió enviar otra vez a España a su amigo Caro de Torres, que volvió a te­ner éxito en su gestión. Por entonces, Caro empieza a escribir sobre los servicios prestados a la Corona por Alonso de Sotomayor, al que se ofrece la gobernación de Chile a la muerte de Oñez de Loyola, cargo que no acepta, para buscar el descanso que cree merecer. Vuelve a España, siempre acompañado de su amigo Caro de Torres. Se desconoce la fecha de muerte de este último, aunque se sabe que permanecía en Ma­drid en junio de 1642, fecha en que daba su aproba­ción a un libro del padre jesuita Alonso de Peñafiel.

Caro de Torres permanece en España y continúa es­cribiendo. Cuatro años más tarde da a luz su Relación de los servicios que hizo a Sus Majestades Felipe Segundo y Tercero, don Alonso de Sotomayor (Madrid, 1620). Además, publica en un volumen en folio su Historia de las Ordenes Militares de Santiago, Calatrava y Alcántara desde su fundación hasta el rey don Felipe II (Madrid, 1629).

 

Obras de ~: Relación de los servicios que hizo a Sus Majestades Felipe Segundo y Tercero, don Alonso de Sotomayor, Madrid, 1620; Historia de las Ordenes Militares de Santiago, Calatrava y Alcán­tara desde su fundación hasta el rey don Felipe II, Madrid, 1629.

 

Bibl.: J. T. Medina, Diccionario Biográfico Colonial de Chile, Santiago (Chile), Imprenta Elzeviriana, 1906, pág. 171; Bi­blioteca Hispano-Chilena (1523-1817), Santiago (Chile), Fondo Histórico y Bibliográfico, 1963 (ed. facs.).

 

Sergio Martínez Baeza