Navarro Santaella, Juan. Priego (Córdoba), c. 1690 – Juan Fernández (Chile), 25.V.1751. Gobernador de Valdivia y de Juan Fernández.
Hijo de Juan Navarro Santaella y de Isabel de Gálvez Tellado, sirvió desde 1708 en Andalucía, Extremadura, Galicia y Ceuta.
Gobernador de la isla Margarita en 1730, siendo capitán del II batallón del Regimiento de Infantería de Vitoria, por Cédula de 4 de junio de 1732 fue provisto gobernador de Valdivia en reemplazo de Pedro Moreno y Pérez.
Agraciado en enero del año siguiente con el grado de teniente coronel, se embarcó en Cádiz el 24 de enero de 1733, tomando posesión del mando el 2 de noviembre de 1734.
En una carta dirigida el 25 de febrero de 1739 al presidente Manso de Velasco expresaba que sus predecesores practicaban diversos excesos “como ley inviolable, con gravamen de sus conciencias”, y confesaba, en un gesto sorprendente, haber seguido él mismo dicha práctica. En mayo de 1740 el citado Manso se dirigió al Rey para hacerle presente esta confesión, con el de haber hecho “en uno, muchos actos en grado heroico, desnudándose de 28.000 y más pesos que ha restituido por diferentes maneras”, habiendo dispuesto, para alivio de la tropa, una junta de personas prudentes para que se discurriesen los medios conducentes a corregir los abusos; finalmente, en carta dirigida directamente al Monarca, el mismo Navarro especificaría distintamente los recursos a través de los cuales se podía lucrar, sin dejar huella de sus actos, proponiendo los medios para combatirlos; “lo hasta aquí dicho, Señor —le expresaba al Rey— han sido y son las raíces de todos los abusos introducidos en esta Plaza y yo, Sacra Católica Majestad, incurrí a los principios de mi Gobierno en los más de estos desórdenes y perjudiciales abusos, siguiendo la práctica, pero habiendo sido servida la Misericordia Divina abrirme los ojos del conocimiento, restituí públicamente 28.000 pesos, sin otros cuatro mil en secreto”.
Tales confesiones dieron lugar a que el presidente Manso pidiese al Rey aprobar lo efectuado por Navarro, mandando que se observe por sus sucesores, mientras, en Madrid, el Consejo, el 3 de noviembre de 1741, recalcaba “los heroicos actos y admirables reglas que, estimulado de la conciencia, ha establecido el actual gobernador Juan Navarro Santaella, habiendo hecho restitución de más de 28.000 pesos”; asimismo, se preguntaba el Rey “qué demostración se podía hacer con este sujeto para gratificarle acción tan cristiana”, y se consideraba desde luego la utilidad de ascenderlo a coronel.
Designado en 1744, junto con el presidente, un oidor, el obispo y otras autoridades, para integrar la recién creada Junta de Poblaciones del Reino, no pudo incorporarse por tener que volver a Valdivia, al haber muerto su sucesor, José de Andía, marqués de Villahermosa. Su gobierno se extendió así hasta el 4 de abril de 1748. Durante su mandato debió afrontar varias catástrofes: los incendios de 1737, 1742 y 1748, llamado “universal”, y el desolador terremoto de diciembre de 1737, que atendió sufragando la reconstrucción a su costa. Finalmente, en 1749 pudo entregar el mando a su sucesor, Alvarado y Perales, con un detallado informe sobre el estado de la plaza y los castillos.
En su juicio de residencia prevaleció la evidencia de las grandes obras y reformas emprendidas durante su administración, sobre todo después de los terremotos e incendios, reconstrucción de edificios públicos e iglesias, su alhajamiento, y el aumento de las defensas. Se reveló que, además de la restitución pública, había hecho otras en secreto, repartiendo durante todo su largo gobierno catorce raciones diarias a los pobres, 1.500 pesos anuales, en ropa, a los soldados, y 3000 a los sacerdotes, fuera de muchas limosnas a conventos, doncellas y viudas.
Provisto maestre de campo general del reino por el presidente Ortiz de Rozas, habiéndose determinado la fortificación de Juan Fernández y muerto el primer gobernador provisto, se procedió a designar en su lugar a Navarro Santaella, que pasó a las islas desde Concepción el 11 de marzo de 1750.
Constituida la nueva población, sobrevino el gran maremoto de 25 de mayo de 1751, que la arrasó, muriendo él, su mujer, Antonia del Solar y Solar, y otras 35 personas.
Bibl.: G. Guarda, La sociedad en Chile austral antes de la colonización alemana. 1645-1850, Santiago de Chile, Andrés Bello, 1979, págs. 209-210.
Gabriel Guarda, OSB