Guzmán, Leonor de. Marquesa de Almenara. ?, p. m. s. XVII – Palma del Río (Córdoba), 21.XII.1661. Noble y gobernanta de los estados del conde de Palma.
Hija de Pedro de Guzmán (II marqués de Algaba, III marqués de Ardales y III conde de Teba) y de Inés Portocarrero, este personaje nació para las crónicas a partir de su matrimonio, en la villa de Teba (1623), con Luis Andrés Fernández Portocarrero, marqués de Almenara e hijo del III conde de Palma Luis Antonio Fernández Portocarrero. El matrimonio de Leonor de Guzmán con el hijo del III conde de Palma tuvo lugar para reforzar los lazos de unión entre la casa de Palma y el poderoso clan de los Guzmán (a través de la alianza con esta rama menor representada por los condes de Teba), de gran influencia en la Corte.
En 1627 Leonor de Guzmán dio a luz al heredero del mayorazgo y dos años después (1629) a su segundo hijo varón. Dos hijas más nacerían, Inés y Agustina. Tras trece años de matrimonio, murió el esposo de Leonor, el marqués de Almenara, en 1636, que en su testamento dejó como tutora de sus cuatro hijos a su esposa. Su primogénito tan sólo contaba nueve años de edad. Tres años después fallecía el III conde de Palma (1639). Quien habría de heredar el mayorazgo era aún un niño de doce años, por lo que Leonor pasó a ser la cabeza de familia, administradora de los bienes y rentas del conde de Palma, y gobernanta de sus estados durante veintidós años.
Entre 1636 y 1649 Leonor de Guzmán se encargó de gestionar los bienes y rentas del conde de Palma, su hijo, que sería también marqués de Montesclaros desde la muerte de su abuela, Francisca de Mendoza y Luna (1644). En su nuevo cometido, Leonor educó a sus hijos para el papel social que les estaba destinado y, desde su palacio de Palma, tomó las decisiones que desembocaron finalmente en el triunfo de su casa a través de su hijo y su nieto, que fueron acercándose a la Corte merced al prestigio y a la fortuna familiar, aunque también gracias a los entronques familiares que unían a los Portocarrero con los bandos nobiliarios triunfantes. Leonor de Guzmán fue, asimismo, administradora de un extenso legado que incluía los bienes y rentas de los estados de Palma, Montesclaros y Castillo de Bayuela, un patrimonio que habían constituido los señores de Palma desde que, en el siglo XIV, el Rey hiciera merced a Micer Egidio Bocanegra de la villa de Palma y su castillo.
Leonor de Guzmán utilizó el linaje y el parentesco para maniobrar en beneficio de sus hijos y conseguir el ascenso social de la casa señorial a la que se había unido por matrimonio. Uno de los pasos más importantes dados en este sentido fue la unión del conde de Palma con Antonia de Moscoso en 1647, hija del marqués de Almazán y de Juana de Córdoba, quien se había casado en segundas nupcias con el I marqués de Leganés. Con este matrimonio consiguió entroncar a su familia con la del que había sido valido del, a su vez, gran valido Olivares.
Tampoco descuidó el futuro de su segundo hijo, Luis Manuel Fernández Portocarrero, a quien destinó a la carrera eclesiástica haciendo las gestiones necesarias para que fuera nombrado coadjutor en el deanato de Toledo (1648), ciudad donde el clan Portocarrero tenía una importante red de intereses familiares, económicos y políticos.
Un año más tarde nació el futuro heredero del mayorazgo y nieto de Leonor de Guzmán, Luis Antonio Tomás Fernández Portocarrero (1649), cediendo la marquesa a su primogénito la administración de sus bienes y hacienda. Sin embargo, en ese mismo año el conde de Palma sufrió un accidente y, moribundo, dictó un poder el mismo día de su fallecimiento (20 de agosto) para que Leonor otorgara por él su testamento, designándola como tutora de su hijo el V conde de Palma, que contaba cinco meses de edad.
Comenzó así la segunda tutoría de Leonor de Guzmán, la de su nieto, volviendo a tomar las riendas de la familia y de los estados de los Portocarrero de Palma.
Prosiguió su política de alianzas matrimoniales y, a través de la unión de su hija Inés con Juan Fernández Portocarrero y Pacheco, reforzó el parentesco con la rama de los marqueses de Villanueva del Fresno y señores de Moguer (1649). También continuó ejerciendo el gobierno de la villa de Palma. En sus manos se encontraba la práctica de la justicia, o el control del Concejo a través de la designación de cargos municipales, en tanto que el señorío era una jurisdicción delegada por el Rey. Como gobernanta, hubo de enfrentarse a situaciones extremas, como las epidemias de peste (1649), las crisis de subsistencia (1647-1652) o las graves alteraciones sociales que se produjeron en Palma (1652) y que motivaron varias condenas a muerte entre los amotinados. Pero también desplegó sobre la villa una imagen benefactora y paternalista que contribuyó a afianzar la autoridad señorial entre sus vasallos, ocupándose de instituciones asistenciales, obras pías, cofradías y, sobre todo, del hospital de San Sebastián, cuyo patronato ejercía el conde. También llevó a cabo construcciones religiosas como la capilla de la Virgen de los Reyes o la ermita de Santa Ana, e instituyó fiestas religiosas como la de la Inmaculada Concepción (1653).
Leonor de Guzmán falleció el 21 de diciembre de 1661 dejando a su hijo, el deán de Toledo y futuro cardenal, como tutor de su nieto, el V conde de Palma. Luis Manuel Fernández Portocarrero fue cardenal (1669) y también arzobispo de Toledo (1678), embajador ante la Santa Sede, virrey de Sicilia y del Consejo de Estado. Formó parte de la Junta de Regencia que gobernó el país hasta la llegada de Felipe V.
Merced a su influencia, el V conde de Palma conseguiría importantes puestos, así como la Grandeza de España para su casa (1697). El camino que les había llevado hasta el centro de poder por excelencia, que era la Corte, había sido trazado, durante años, por Leonor de Guzmán.
Bibl.: R. M. García Naranjo, “Doña Leonor de Guzmán o el triunfo de un linaje. Mujer y nobleza en el siglo XVII”, en VV. AA., Actas del III Congreso de Historia de Andalucía. Córdoba, 2001, Córdoba, Publicaciones Obra Social y Cultural Cajasur, 2002; J. A. Egea Aranda, “La Capilla de la Virgen de los Reyes del Convento de San Francisco de Palma del Río”, en VV. AA., V Curso de verano El Franciscanismo en Andalucía. San Francisco en la cultura y en la historia del arte español, Córdoba, Publicaciones Obra Social y Cultural Cajasur, 2002; R. M.ª García Naranjo, Doña Leonor de Guzmán o el espíritu de casta. Mujer y nobleza en el siglo XVII, Córdoba, Universidad- Cajasur, 2005.
Rosa María García Naranjo