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Fernando Abril Martorell

Biografía

Abril Martorell, Fernando. Valencia, 31.VIII.1936 – Madrid, 16.II.1998. Político.

Bastaría su papel como negociador del texto constitucional en los difíciles momentos en que aquél se hallaba estancado en la primavera de 1978, para considerarlo una figura clave en ese período de nuestra historia que se conoce como Transición. Pero Fernando Abril, en sus cargos de ministro de Agricultura, vicepresidente tercero y vicepresidente segundo para Asuntos Económicos de los Gobiernos de Adolfo Suárez, reúne muchos otros méritos.

Nace en Valencia quince días después de que estalle la Guerra Civil y allí pasa su infancia y adolescencia, en el seno de una familia de clase media. En 1953 se traslada a Madrid, donde cursa la carrera de Ingeniero Agrónomo con brillantez. Es en la Universidad de la capital donde conoce a M.ª Luisa Hernández, con la que años después se casa y se traslada a su ciudad, Segovia. Aquí se asienta como ingeniero agrónomo encargado de la Concentración Parcelaria y crea una familia numerosa.

El carismático año 1968 iba a traer un cambio fundamental para Segovia y para Fernando Abril: la llegada de Adolfo Suárez como gobernador civil. No se conocen. Fernando Abril, por otra parte, no ha tenido contacto alguno con la política; su vida transcurre dedicada a su profesión, a su familia y a los amigos. No obstante, está pasando una cierta crisis de identidad: a punto de cumplir treinta y dos años, su labor como ingeniero empieza a convertirse en repetitiva y los márgenes de actividad que ofrece una ciudad agrícola y pequeña del interior no son excesivos.

En esas circunstancias, la personalidad del nuevo gobernador civil, abierto y entusiasta, y la del agrónomo concienzudo y trabajador se complementan de inmediato. Hasta tal extremo que, al año siguiente, Suárez le propone como presidente de la Diputación Provincial, cargo que, además, permitirá a Fernando Abril competir por un escaño como procurador en Cortes, que logra.

El paso por la Diputación segoviana dura apenas un año, al cabo del cual Fernando Abril regresa a Madrid para hacerse cargo de la Dirección Técnica del Fondo de Ordenación y Regulación de Precios y Productos Agrarios (FORPPA), en el Ministerio de Agricultura. De aquí pasa en 1971 a la Dirección General de Producción Agraria y, posteriormente, a la Presidencia de Lactaria.

En julio de 1976, nombrado Adolfo Suárez presidente del Gobierno en sustitución de Carlos Arias Navarro, elige a Fernando Abril ministro de Agricultura.

Son años dislocados, en el sentido de que todo se mueve a una velocidad endiablada y nada se ubica de manera definitiva. El país está por rehacer, y ello significa que hay que enterrar del mejor modo posible el viejo régimen y alumbrar uno nuevo que dé respuestas satisfactorias a las demandas de la sociedad.

Los problemas se amontonan: hay que liquidar las viejas Cortes, convocar elecciones, elaborar una nueva Constitución, legalizar a los sindicatos de clase y a los partidos de izquierda, afrontar las reivindicaciones autonomistas de las regiones históricas, recuperar a los exiliados, atacar una inflación que supera el 25 por ciento, sanear sectores industriales en crisis, como el naval y el siderúrgico, y gobernar el día a día de un país esperanzado pero convulso por el terrorismo de ETA en plena Transición.

Adolfo Suárez se da cuenta de que Fernando Abril tiene el carácter, la formación y la lealtad necesarios para asumir tareas de mayor responsabilidad.

En julio de 1977 le nombra vicepresidente segundo para Asuntos Políticos.

Será así como el tándem Suárez-Abril viva la aprobación y referéndum de la Ley para la Reforma Política —pieza clave en la estructura del nuevo Estado—, la legalización del Partido Comunista —decisión arriesgada, pero necesaria— y la elaboración y aprobación de los Pactos de la Moncloa —un ejemplo de generosidad y responsabilidad de todas las fuerzas políticas para sacar del caos a nuestra economía.

Pero queda el gran desafío: la Constitución. Su elaboración se pone en marcha a finales de 1977, pero en la primavera de 1978 el texto articulado se estanca en asuntos tan controvertidos como las autonomías, la pena de muerte, los centros docentes, etc.

En febrero de ese año, habiendo dimitido Fuentes Quintana, el presidente nombra a Fernando Abril vicepresidente segundo para Asuntos Económicos.

El período 1978-1980, coincidiendo con cierta desorientación del presidente por la dureza de la oposición e incluso con un par de dolencias, van a ser los años de gloria del nuevo vicepresidente; hasta el extremo de que son muchos los que reconocen que la gobernación del país se traslada del palacio de la Moncloa a Castellana, 3, sede de la vicepresidencia. Será aquí donde se citen sindicatos y empresarios firmando los primeros grandes acuerdos laborales; donde se reúnan los comités de empresas con sus propietarios y el propio vicepresidente para negociar la salida de sus crisis; y donde acudan políticos de la periferia para reconducir aspectos de la política territorial seriamente estancados.

Pero la gran aportación de Fernando Abril va a ser desencallar el texto constitucional, lo que logra junto con su alter ego en el PSOE, Alfonso Guerra. Se habían conocido en enero de 1977, a raíz del secuestro del general Villaescusa por el GRAPO, y habían establecido una sólida amistad basada en la confianza mutua. Juntos, en largas sesiones nocturnas, van pactando textos alternativos en aquellos artículos conflictivos; textos que luego llegan a la Comisión Constitucional del Congreso para ser ratificados por los votos de los comisionados.

En las Elecciones Generales de 1979 obtiene escaño de diputado por Valencia. Cuando a finales de 1980 dimite de su cargo, el distanciamiento con su amigo Adolfo Suárez es ya evidente. A partir de aquí, se limita políticamente a colaborar en la elaboración del Estatuto de la Comunidad Valenciana. Aprobado éste y vencida la legislatura, abandona definitivamente la vida pública para dedicarse a actividades empresariales ligadas a la banca y a su Comunidad de origen. Especialmente importante es su presidencia de Unión Naval de Levante.

Su talante de negociador duro y flexible y su imagen de trabajador infatigable le serán reconocidos años más tarde por el que ha sido su partido rival, el PSOE, que en 1991 le encarga la presidencia de un grupo de expertos que ha de elaborar un dictamen sobre la Sanidad española. Dictamen que se conocerá como “Informe Abril” y que, pese a ser elogiado y reconocido por todos los grupos parlamentarios como excelente, nunca se llevará a la práctica.

Muere en Madrid, a causa de un cáncer de pulmón, el 16 de febrero de 1998. Como se dice en su biografía: “Había nacido con la Guerra Civil, había participado en una Transición política que supuso, en cierta manera, una refundación de España y había contribuido a dejar su país en libertad, en concordia y en democracia. Como para morir tranquilo”.

 

Bibl.: A. Lamelas, La Transición en Abril, Barcelona, Ariel, 2004.

 

Antonio Lamelas Blanco

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