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Emilio Rodríguez Ayuso

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Biografía

Rodríguez Ayuso, Emilio. Madrid, 28.IX.1845 – 12.XI.1891. Arquitecto, principal impulsor del estilo neomudéjar en la arquitectura madrileña.

Pese a su muerte prematura —con apenas cuarenta y seis años— y a sus pocas realizaciones conocidas —menos de una veintena—, Rodríguez Ayuso fue un arquitecto muy admirado e influyente en el panorama madrileño de finales del siglo XIX. Dentro de aquel contexto ecléctico, su principal aportación fue el desarrollo de un singular lenguaje arquitectónico, basado en las formas mudéjares medievales y el consecuente empleo del ladrillo visto, que constituye una de las tendencias más representativas de la arquitectura madrileña. El historicismo neomudéjar contó en su momento, e incluso en décadas posteriores —hasta bien entrado el siglo XX—, con gran número de adeptos.

Sin embargo, el conjunto de su obra contiene una producción estilísticamente diversa, que no se reduce a esta conocida faceta.

De origen modesto, Rodríguez Ayuso se educó con los Padres Escolapios de San Fernando. Tras realizar la segunda enseñanza decidió estudiar Arquitectura, por lo que, con el fin de preparar el examen de ingreso, se matriculó en una academia especializada en la que destacó como un estudiante aventajado. Gracias a sus buenas dotes para las disciplinas técnicas y las materias artísticas (especialmente el dibujo), en septiembre de 1863 superó sin dificultad las pruebas de acceso a la Escuela Superior de Madrid, donde también se distinguió como un alumno sobresaliente merecedor de varios premios y galardones. Allí se tituló en 1869, siendo primero en la promoción de aquel año. Al poco tiempo ingresó en la institución docente como profesor sustituto, a consecuencia de una enfermedad que aquejó a Jerónimo de la Gándara.

El mismo año de su titulación también acabó los estudios el que sería uno de sus más ilustres colegas y también mejores amigos —además de biógrafo—, el insigne arquitecto Enrique María Repullés y Vargas.

Precisamente con él proyectó y dirigió la construcción de su primer trabajo destacable, la Escuela Modelo de Madrid (1869-1884) en la plaza del Dos de Mayo, cuyo encargo recibieron después de vencer en un concurso oficial. El edificio, hoy irreconocible tras una drástica reforma, exhibía el típico eclecticismo clasicista —heredado de sus maestros Gándara y Mendívil— característico de las construcciones públicas del período. El mismo estilo que, con un carácter bastante sobrio y contenido o combinado con detalles neomudéjares, se puede apreciar en la mayoría de sus edificios de viviendas, erigidos en diversas zonas del centro y el ensanche de Madrid durante las décadas de 1870 y 1880. Así sucede en los de la Ronda de Recoletos (1879), la plaza de Colón (c. 1880) y las calles Lagasca (1880), Génova (c. 1880), Alcalá (1882-1883) y Castelló (1883), algunos de los cuales son ejemplos muy notables de la arquitectura doméstica de la época.

No obstante, la obra más significativa de esta etapa inicial es, indiscutiblemente, la antigua plaza de toros de la carretera de Aragón (1871-1874) (actualmente calle de Alcalá) —lamentablemente demolida en 1934—, que llevó a cabo en colaboración con su joven compañero Lorenzo Álvarez Capra (titulado en 1871), quien por entonces se dio a conocer con la realización del pabellón español para la Exposición Universal de Viena, celebrada en 1873, donde empleó un original estilo neomudéjar. Fue esta referencia estilística la que ambos arquitectos emplearon en el magnífico coso madrileño —modelo imitado en numerosas plazas taurinas, incluida la posterior de Las Ventas—, que hoy es valorado como el edificio que marca la aparición del historicismo neomudéjar en la arquitectura de la capital. En él destaca la acertada combinación de ritmos apilastrados, soportes interiores metálicos, paramentos latericios, arcos de herradura y motivos ornamentales de origen hispano-musulmán; es decir, el repertorio habitual presente en la mayoría de las variadas construcciones —desde iglesias a viviendas pasando por fábricas u hospitales— inscribibles dentro de esta prolífica corriente.

Las nuevas formas tuvieron una enorme difusión y, además de extenderse a numerosas obras de otros autores, fueron perfeccionadas por el propio Rodríguez Ayuso en algunos de sus posteriores trabajos; es el caso de las espléndidas —y afortunadamente aún en pie— Escuelas Aguirre (1881-1887) de la calle Alcalá, el palacete del marqués de los Salados (1883- 1886) en la calle Eloy Gonzalo (junto al Hospital Homeopático) o la propia residencia del arquitecto en la misma calle Alcalá (c. 1890), donde el mudejarismo se aleja de las fórmulas más imitativas —todavía presentes en la plaza de toros— para adentrarse en un experimentalismo muy personal y fecundo gracias a su notable originalidad. Entre estas obras debe recalcarse la calidad de las Escuelas Aguirre, cuyos imaginativos detalles ornamentales, que recubren casi todos los muros y también embellecen su torre, pueden verse repetidos hoy en muchos edificios madrileños.

Pero las aportaciones de Rodríguez Ayuso al eclecticismo madrileño no se limitaron exclusivamente al ámbito del neomudéjar y sus reelaboraciones más novedosas.

También deben reconocerse otras creaciones de destino diverso, que son resultado de la aplicación de un concepto más amplio del sincretismo estilístico.

En el campo de la arquitectura doméstica hay que mencionar las lujosas viviendas que levantó en la calle Lealtad (hoy Antonio Maura) para Luis de la Mata, proyectadas en 1881 con detalles neogóticos pero resueltas definitivamente con formas eclécticas menos definidas, y sobre todo el desaparecido palacio de Juan de Anglada (concluido en 1878) en el paseo de la Castellana. Este monumental edificio, sin duda una de las mejores creaciones de la arquitectura decimonónica madrileña, era un verdadero compendio del más puro eclecticismo. Las fachadas seguían un estilo de aire clasicista con referencias neogriegas, neorrenacentistas e incluso neoegipcias, y en los interiores, alrededor de un sorprendente patio inspirado directamente en el de los Leones de la Alhambra, se disponían numerosas estancias con decoraciones pompeyanas, goticistas y neobarrocas.

Además, en el palacio de Anglada Rodríguez Ayuso dio muestras de sus excepcionales cualidades para el diseño de elementos decorativos, especialmente los proyectados en hierro (antepechos, balcones, verjas, etc.). En este material realizó, entre 1882 y 1883, uno de sus trabajos más curiosos y conocidos, la magnífica biblioteca del palacio del Senado, cuyas estanterías de estilo neogótico fueron ejecutadas en el prestigioso taller del herrero Bernardo Asins, quien en 1890 repitió el modelo para la biblioteca del Casino de Madrid en su sede del edificio de La Equitativa. Igualmente reseñables son otros proyectos muy singulares, particularmente los de carácter funerario, como el exótico diseño de un panteón para la familia Anglada (no realizado), inspirado en la arquitectura oriental, o el mausoleo Gassó (c. 1885) en el cementerio sacramental de San Lorenzo, en el que mezcló alusiones diversas procedentes de la arquitectura clásica y egipcia.

En los últimos años de su corta vida, el arquitecto desempeñó algunos cargos públicos de cierta relevancia.

Fue nombrado arquitecto de la Dirección General de Beneficencia y Sanidad, para la que realizó en 1891 un proyecto de reforma del Palacio de Vista Alegre —situado en el entonces pueblo de Carabanchel— con el fin de destinarlo a colegio de huérfanas.

Ese mismo año ocupaba también el puesto de arquitecto vocal de la Junta de Construcciones Civiles del Ministerio de Fomento. Entonces, mediados los cuarenta años y en pleno apogeo de su creatividad y prestigio, Rodríguez Ayuso sufrió una recaída de una grave enfermedad —arrastrada desde hacía varios años— que tuvo un fatal desenlace en diciembre de 1891. Dos de sus más estimados amigos y colegas, los arquitectos Santiago Castellanos y el mencionado Enrique María Repullés, escribieron sentidas notas necrológicas, e incluso una lujosa publicación donde ensalzaban su vida y obra. Pocos arquitectos de su generación, malogrados tempranamente, recibieron tan amplio y unánime reconocimiento.

 

Obras de ~: con E. M.ª Repullés y Vargas, Escuela Modelo en la plaza del Dos de Mayo, Madrid, 1869-1884 (reformada); con L. Á lvarez Capra, Plaza de Toros en la antigua Carretera de Aragón, Madrid, 1871-1874 (desapar.); Palacio de Anglada en el paseo de la Castellana, Madrid, 1878 (desapar.); Viviendas en la antigua Ronda de Recoletos, Madrid, 1879; Viviendas en la calle Lagasca, Madrid, 1880; Escuelas Aguirre, Cuenca, c. 1880; Viviendas en la calle Génova, Madrid, c. 1880; Viviendas en la plaza de Colón, Madrid, c. 1880 (demolidas); Viviendas para Luis de las Navas en la calle Antonio Maura, Madrid, 1881; Escuelas Aguirre en la calle Alcalá, Madrid, 1881-1887; reforma y biblioteca del Palacio del Senado en la plaza de la Marina Española, Madrid, 1882-1883; Conjunto de viviendas para Celedonio del Val en la calle Alcalá, Madrid, 1882; con S. Castellanos Urízar, Viviendas para Celedonio del Val en la calle Alcalá con Narváez, Madrid, 1882-1883; Viviendas en la calle Castelló, Madrid, 1883; Palacete del marqués de los Salados en la calle Eloy Gonzalo, Madrid, 1883-1886; Panteón Gassó en el cementerio de San Lorenzo, Madrid, c. 1885; Proyecto de panteón para la familia Anglada, c. 1885 (no realizado); Residencia de Emilio Rodríguez Ayuso en la calle Alcalá, c. 1890; Reforma del palacio de Vista Alegre, Madrid, 1891.

 

Bibl.: S. Castellanos, “Emilio Rodríguez Ayuso”, en Resumen de Arquitectura, 1 (1891), págs. 81-82; S. Castellanos y E. M.ª Repullés y Vargas, Biografía y obras arquitectónicas de Emilio Rodríguez Ayuso, Madrid, Imprenta de los Húerfanos, 1892; C. Flores, “Rodríguez Ayuso y su influencia en la arquitectura madrileña”, en Hogar y Arquitectura, 67 (1966), págs. 50-63; A. González Amezqueta, “La arquitectura neomudéjar madrileña de los siglos XIX y XX”, en Arquitectura, 125 (1969), págs. 11-21; P. Navascués Palacio, Arquitectura y arquitectos madrileños del siglo XIX, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1973, págs. 228-233; C. Díez de Baldeón, Arquitectura y clases sociales en el Madrid del siglo XIX, Madrid, Siglo XXI, 1986; J. Hernando, Arquitectura en España 1770- 1900, Madrid, Cátedra, 1989, págs. 251-255; C. Saguar Quer, Arquitectura funeraria madrileña del siglo XIX, Madrid, Universidad Complutense, 1989; A. Urrutia Núñez, “Bibliografía básica de arquitectura en Madrid. Siglos XIX y XX”, en Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid, 3 (1991), págs. 199-266; P. Navascués Palacio, Arquitectura española (1808-1914). Summa Artis: historia general del arte, vol. XXXV, Madrid, Espasa Calpe, 1993; VV. AA., Arquitectura de Madrid: casco histórico y ensanches, Madrid, Fundación Cultural Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, 2003.

 

Óscar da Rocha Aranda

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