Uribarren Marcue-Erquiaga, José Javier. Lequeitio (Vizcaya), 23.VII.1791 – París (Francia), 7.IV.1861. Indiano, banquero y benefactor.
Nació en la villa vizcaína de Lequeitio, en el seno de una familia acomodada. Su padre, Miguel Uribarren, era un naviero y acaudalado propietario, natural de Ispaster (Guipúzcoa). José Javier Uribarren realizó sus primeros estudios en la villa natal y en Bilbao, y después empezó a trabajar en los negocios de su progenitor. Más tarde emigró a México y entró al servicio de José Ignacio Aguirrebengoa Goenaga, un zumarragués que se había afincado en Ciudad de México en 1798, donde hizo fortuna en el mundo del comercio hasta 1824, fecha en la que regresó a España.
José Javier Uribarren retornó a Vizcaya en 1825 y dos años más tarde contrajo matrimonio con María Jesús Aguirrebengoa (1811-1857), única hija del que había sido su jefe en tierras americanas. En primera instancia, la pareja, que no tuvo descendencia, fijó su residencia en Burdeos, donde previamente se había instalado José Ignacio Aguirrebengoa. Allí crearon la firma bancaria Aguirrebengoa, Fils & Uribarren, que en 1834 trasladó su sede a París, donde en 1852 Uribarren creó su propia casa comercial, J.J. Uribarren y Cia., de la que fue socio su sobrino José Luis Abaroa Uribarren. En numerosas ocasiones esta última fue la firma utilizada en la capital francesa por la mayoría de los empresarios vascos y por el Gobierno español, que concedió diversas condecoraciones al banquero, entre ellas la Banda de Isabel la Católica y la Gran Cruz de Carlos III.
No obstante, la familia permaneció vinculada al pueblo de Lequeitio, donde Uribarren construyó dos magníficas casas. Además, fue alcalde de la localidad entre 1831 y 1832 y comisionado ante el Gobierno en 1846, 1849 y 1853. En todo momento manifestó, al igual que su esposa, una especial preocupación por mejorar la situación del municipio, con constantes donaciones para distintos fines. Así, a comienzos de los años treinta construyeron una escuela de niños. En 1842, costearon la ampliación del camposanto y la capilla del mismo. En 1850, edificaron la casa de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl y un colegio de niñas, regentado por la misma congregación. En 1854, promovieron un nuevo hospital y adquirieron un órgano para la iglesia parroquial. Tras el fallecimiento de su esposa, Uribarren sufragó en solitario las obras de la traída de aguas y la construcción del muelle de Lazunarri. Además, el banquero dejó establecido en su testamento la donación a la villa lequeitiana de 232.000 reales para distintos cometidos, entre los que cabe destacar la construcción de una nueva escuela de niños y una escuela de náutica. Otras localidades también se beneficiaron de su bonhomía, ya que en sus últimas voluntades legó distintas cantidades para socorrer a los pobres de los municipios guipuzcoanos de Zumárraga y Legazpia, así como de otros de Vizcaya y de Burdeos y París, y 14.000 francos para las obras de la traída de aguas de la localidad natal de su suegro.
José Javier Uribarren y María Jesús Aguirrebengoa fueron enterrados en el panteón familiar de Uribarren del cementerio de Lekeitio, sepultura que había sido construida en 1842. En 1886 sus restos fueron trasladados a un mausoleo, erigido por iniciativa municipal a modo de monumento, en la iglesia de la Compañía de Jesús de la localidad. Esta obra fue diseñada por el arquitecto Casto de Zavala en 1882 y llevada a cabo por un equipo de artistas, dirigido por el escultor Bernabé de Garamendi Zaldívar.
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Maite Paliza Monduate