Menéndez Valdés, Manuel. Santiago del Monte, Castrillón (Asturias), 17.V.1885 – Jaén, 14.IX.1933. Ingeniero industrial y aviador.
Era hijo de Manuel Menéndez (propietario agrícola) y Manuela Valdés, que tuvieron cuatro hijos más: María, Avelina, Sara y Jesús, este último residente en Cuba.
En España, en la primera decena del siglo XX, se despertó un gran interés por la naciente aviación, cuyo hito más importante se produjo con el primer vuelo mundial propulsado de los americanos hermanos Wright (1903). Francia se convirtió en una adelantada de las ciencias del aire (Santos Dumont, 1906) y el 5 de septiembre de 1909 tuvo lugar el primer vuelo de un aeroplano con motor en España, en Paterna (Valencia). La influencia francesa en los círculos aeronáuticos fue clara y notoria y la carrera internacional de aeroplanos París-Madrid produjo un gran impacto para que España se incorporase al nuevo mundo de la aviación.
En 1910 tuvo lugar el primer vuelo en la capital de España y se creó el primer aeródromo civil en Ciudad Lineal, que sirvió para impulsar la aviación y se realizó el primer enlace ciudad-ciudad, Madrid-Alcalá de Henares (1910). Ese mismo año, Benito Loygorri, considerado el primer piloto español, consiguió su título oficial en Francia.
La Aviación militar fundó en 1911 una escuela de pilotos en Carabanchel, hoy Cuatro Vientos, y Loygorri voló con su aeroplano Farman desde Ciudad Lineal a Carabanchel, en marzo de 1911, inaugurando el campo de aviación.
Por dicha época vivía en Madrid el ingeniero industrial Menéndez Valdés y tuvo noticias de la Real Orden de 24 de 1911, por la que se convocaba un concurso entre ingenieros industriales para obtener el título de piloto y aprender las técnicas de construcción de aeroplanos en Francia. Presentó su solicitud en tiempo y lugar y fue elegido, por una Orden Ministerial, para realizar un curso en París en el aeródromo de Mourmelon. Otros tres ingenieros industriales completaron la elección de los becarios: Julio Adaro Terradillos, Antonio Grancha Baixauli y Mariano de las Peñas Mesqui.
El marqués de Morella se desplazó con los ingenieros a Francia y estos obtuvieron los títulos de pilotos, recibiendo Manuel Menéndez el suyo el 17 de marzo de 1912. Al volver a España, los ingenieros presentaron una Memoria (Archivo del Palacio Real), en la que explicaba el contenido del curso y las enseñanzas adquiridas.
Al mismo tiempo, los cuatro ingenieros enviaron una carta al ministro de Fomento ofreciendo sus servicios para realizar actividades bélicas en la guerra de Marruecos. El ministro rechazó las peticiones y les informó de que tenía en mente proponerles otras actividades, entre ellas, la de profesores en la futura escuela de aviación civil.
El segundo paso del Gobierno fue crear una Escuela Nacional de Aviación (ENA), lo que se realizó por un Real Decreto del Ministerio de Fomento del 3 de enero de 1913. Como director de la ENA fue nombrado el marqués de Morella, Luis de Montesinos, y como director técnico, Julio de Adaro. Como profesores fueron nombrados los ingenieros y pilotos ya citados. El reglamento de la ENA se publicó el 31 de agosto de 1913 en la Gaceta de Madrid.
Las misiones de la ENA eran las siguientes: dirección de la enseñanza, experimentación y organización de la navegación aérea civil en España. Los cursos cubrirían tres clases de enseñanzas: ingenieros aerotécnicos, pilotos y obreros especializados en la construcción de aeroplanos.
Se construyeron y repararon aeroplanos del material de vuelo que estaba formado por cuatro aeroplanos Deperdussin, de los cuales uno de ellos se destinó a aprender el rodaje por tierra.
El ministro de Fomento, Rafael Gasset Chinchilla, gran impulsor de la aviación civil, visitó la ENA en 1913 y tuvo el privilegio de volar en un Deperdussin pilotado por Menéndez Valdés, que le llevó a visitar Madrid y alrededores del aeródromo de Getafe, donde estaba situada la ENA. Menéndez se había convertido en un excelente piloto que participaba en actividades aéreas, entre los que se menciona la II Semana de la Aviación de Barcelona, en la cual participó con un aeroplano Deperdussin propiedad del aviador galo Lacombe, que realizaba vuelos en las capitales españolas. En 1914 participó con otros renombrados pilotos en las fiestas de aviación de Granada celebradas del 17 al 22 de junio. La ENA tuvo una vida efímera debido a diversas circunstancias, entre ellas escaso presupuesto y sólo cuatro alumnos durante el primer curso de pilotos. Se impartieron, sin embargo, enseñanzas de ingeniería aeronáutica y especialización del personal en las tareas de mantenimiento y reparación de aeroplanos.
En 1914 fue nombrado director de la ENA el capitán Alfredo Kindelán y fue inaugurada por Alfonso XIII el 19 de diciembre de 1915. Los profesores siguieron prestando sus servicios en la misma y Menéndez realizó una excelente exhibición de vuelo delante del rey, ministros y autoridades.
También esta escuela tuvo una vida efímera y se convirtió en Escuela de Aviación Militar en 1917, dejando en julio de ese año de prestar sus servicios el ingeniero Menéndez al pasar a depender del Ministerio de la Guerra.
En 1915 Menéndez participó, junto con Hedilla, en la fiesta de aviación que tuvo lugar en Ávila del 24 al 30 de junio de 1915, con ocasión del IV Centenario del nacimiento y bautismo de santa Teresa de Jesús.
Menéndez, entonces subdirector de la Escuela Nacional de Aviación, y Salvador Hedilla fueron contratados para realizar vuelos por la Cámara de Comercio de Ávila. La Cámara de Comercio e Industria de Ávila procedió a la búsqueda de un campo de aviación y propuso a los aviadores el terreno situado en las Eras de San Nicolás, que fue aceptado.
Menéndez pilotaría un aeroplano Deperdussin y Hedilla un Vendome.
Sólo pudo volar Hedilla, pues el Deperdussin de Menéndez sufrió averías y el público envalentonado quiso linchar a Menéndez, que se libró merced a la protección de la Guardia Civil. Hedilla voló dos veces y en el segundo vuelo ocurrió un hecho insólito, pues se desprendió una de las ruedas del tren de aterrizaje, pero el piloto demostró una gran habilidad al aterrizar sobre una rueda.
Menéndez conservó un mal recuerdo de su estancia en Ávila, pero siguió volando unos años más y, hasta su muerte, demostró su gran interés por la aviación.
Por intermediación de su amigo Roland-Garros, Menéndez Valdés consiguió un contrato como ingeniero de Renault y como asesor de fábricas de aviones y motores en Francia, a donde llegó el 3 de mayo de 1918. Poco después, el día 19 de mayo de 1918, fue detenido, acusado de espionaje a favor de Alemania (acusaciones que se basaban en las visitas al cónsul alemán en San Sebastián, labores de agitación y sabotaje en las fábricas francesas y a través de la organización de huelgas entre los obreros de origen español, envío de información secreta…). Menéndez Valdés fue juzgado en Consejo de Guerra en París el 27 de agosto y condenado a muerte. Indultado por el armisticio, la petición de la Liga de Derechos del Hombre y la petición directa de Alfonso XIII a través de su oficina humanitaria, en marzo de 1919, pasó a estar condenado a trabajos forzados a perpetuidad, cumpliendo la condena en distintas cárceles metropolitanas hasta que fue enviado al penal de la Guayana Francesa en verano de 1921. Allí permaneció como leñador hasta noviembre de 1921 cuando se produjo su fuga gracias al soborno pagado por su hermano Jesús a un nativo que le ayudó en su huida, que tuvo lugar por la frontera de la Guayana Holandesa; desde allí pasó a la Guayana Inglesa (22.XI.1921) y posteriormente a Trinidad (8.XII.1921), desde donde marcharía a Haití y, posteriormente, a Cuba, saliendo de Santiago de Cuba el 6 de febrero de 1922 y llegando a La Coruña el 22 del mismo mes.
Como testimonio de esta desventura, escribió un libro titulado Siete meses condenado a muerte, que publicó la editorial España –creación de los intelectuales socialistas Luis Araquistáin, Juan Negrín y Julio Álvarez del Vayo– en mayo de 1929. El libro sería reeditado en 1974, con título diferente por la editorial Júcar. Este libro fue el primero de la editorial de Araquistáin, que también firmó el prólogo, y alcanzó un gran éxito, siendo reeditado varias veces y traducido al inglés, al portugués y al francés.
Tras su vuelta a la patria, intentó volver a trabajar primero como ingeniero municipal de Gijón, opositando en diciembre de 1924, sin éxito, y luego pasando a formar parte de la plantilla de CAMPSA en la que entró en 1925 en su delegación de Gijón, permaneciendo hasta 1933 en que fue trasladado a petición propia a la delegación de Jaén.
Debido a su pertenencia a la Masonería, fue objeto de expediente sancionador iniciado por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo el 14 de febrero de 1944, cerrándose su caso sin sanciones por fallecimiento. el 14 de noviembre de 1944.
Perteneció también a la junta directiva del Real Aero-Club de España en 1913.
Se casó en dos ocasiones: la primera con Isabel Arias Moreno; la segunda, con Luz García Pidal. Y tuvo numerosos hijos de ambos matrimonios: del primero, tres hijos: Manuel, Servando y José María; mientras que del segundo tuvo otros tres: Roberto, Carmen y Alejandro.
Obras de ~: Siete meses condenado a muerte, Madrid, España, 1929.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional (AHN), Ministerio de Asuntos Exteriores, H,3052, Exp.104; Archivo Palacio Real, Memoria de los ingenieros industriales, Madrid, 1912; Centro Documental de la Memoria Histórica (CDMH), Exp. 8, 165-A.
La Correspondencia de España, 8 de julio de 1911; La Vanguardia, 9 de julio de 1911; Madrid Científico, 15 de julio de 1911; Blanco y Negro, 16 de julio de 1911; ABC, 15 de septiembre de 1911; España Autómovil y Aeronáutica, 15 de diciembre de 1912; España Automóvil y Aeronáutica, 15 de marzo de 1913; ABC, 23 de marzo de 1913; La Vanguardia, 24 de marzo de 1913; Gaceta de Madrid, 31 de agosto de 1913; La Alhambra, 31 de agosto de 1914; Heraldo Deportivo, 5 de agosto de 1917; La Voz, 13 de mayo de 1929; ABC, 26 de mayo de 1929; Heraldo de Madrid, 28 de mayo de 1929; La Gaceta Literaria, 1 de junio de 1929; Revista Hispanoamericana de ciencias, letras y artes, noviembre de 1929; J. Gomá Orduña, Historia de la Aeronáutica Española, Madrid, Prensa Española, 1941, págs. 336, 338 y 345; A. González-Betes, Historia Gráfica de la Aviación Española, Madrid, COIEA, 1998, págs. 113, 119-120, 129, 142 y 201; A. González-Betes, J. Rodríguez-Carmona y R. Rubio, Los primeros vuelos y aeródromos en las capitales españolas, Barcelona, Lunwerg, 2003, págs. 283-288; F. Martínez de Baños Carrillo: “Pilotos pioneros de la aviación española”, en Aeroplano, 22 (2004), págs. 4-21; D. Lavín Bordás, Pioneros de la aviación española, 47, 3 (2015) [en línea], disponible en https://www.circuloaeronautico.com/data/archivos/revistas/86_47.PionerosdelaAviacionEspanola.pdf; A. Moreno Torres-Gálvez: “Los ingenieros industriales y la aeronáutica civil”, en ASINDUS. Asociación de Ingenieros Industriales del Estado, 23 de abril de 2018 [en línea], disponible en https://ingenierosindustrialesdelestado.es/2018/04/23/los-ingenieros-industriales-y-la-aeronautica-civil/; Y. Pozuelo Andrés, La logia Jovellanos (1912-1939). Memoria e historia borradas por el franquismo, México, Palabra de Clío, 2019.
Antonio González-Betes Fierro y Luis Arias González