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Rodrigo Caballero Illanes

Biografía

Caballero Illanes, Rodrigo. Valverde del Camino (Huelva), 5.VIII.1663 – Madrid, 11.VIII.1740. Intendente del ejército.

Hijo de Juan Caballero Hidalgo, nacido en Valverde del Camino, y de María Illanes, del mismo origen.

Nació en el seno de una familia de la pequeña nobleza andaluza cliente de los duques de Medina Sidonia, de la que en su día heredó el mayorazgo. Tras realizar estudios de Derecho, en 1684 fue recibido como abogado de los Reales Consejos, punto de arranque de toda una vida dedicada a la Administración pública.

Desde 1686 ejerció como corregidor y capitán de guerra de las villas de Chiclana y Conil de la Frontera y, al mismo tiempo, de superintendente de Millones y demás rentas reales de la circunscripción del obispado de Cádiz. Allí adquirió sus primeras experiencias administrativas en los ámbitos financiero y judicial, que le fueron reconocidas al ser designado alcalde mayor de Úbeda por nombramiento del Consejo (1689). De nuevo su eficaz labor en la administración de rentas reales fue apreciada por el Consejo de Castilla al cumplir un año después el tiempo para el que había sido nombrado. Parece que todos estos servicios y su indudable competencia le permitieron obtener el corregimiento de Guadalajara.

Tras la muerte de Carlos II y el advenimiento al trono de Felipe V, Caballero se adhirió a la causa de la nueva dinastía borbónica que luchaba por afirmarse en España, logrando obtener en la nueva Administración puestos importantes, como el de alcalde de la Audiencia de grados de Sevilla y luego de gobernador de la sala del crimen de la Chancillería de Valencia (1708). A pesar de la enemistad de Macanaz, que le acusó de afán de medro a favor de sus propios intereses, él mismo hubo de reconocer que se trataba de un funcionario “práctico, inteligente, muy vivo y trabajador”.

No es extraño, pues, que cuando en 1711 se nombra la que podría ser denominada primera promoción de intendentes anterior a la Ordenanza de 1718, con plenas facultades en materias de hacienda, guerra, policía y justicia, Rodrigo Caballero fuera incluido en ella junto con otros personajes destacados, como el propio Macanaz o José Patiño. A Caballero le fue encomendada la intendencia del ejército y reino de Valencia (diciembre de 1711), de gran importancia en la guerra de Sucesión, cuando aún no había sido conquistada Cataluña y la implantación del régimen administrativo y económico de Castilla en aquel territorio foral atravesaba grandes dificultades. En un principio hubo de compartir la intendencia con José Pedrajas, que se ocupó de la parte hacendística, mientras Caballero lo hacía de la de guerra, pero pronto quedó como único intendente de Valencia. El problema de la seguridad de los pagos y la intendencia militar fueron cuestiones prioritarias para él en aquellos momentos, junto con el robustecimiento de la autoridad real en un territorio que hasta hacía poco había sido hostil a las armas de Felipe V. Su labor a favor de las obras públicas y su defensa a ultranza de las prerrogativas de la Real Hacienda fueron otros aspectos destacados de su gestión. Un nuevo reconocimiento a su labor lo obtuvo al ser nombrado miembro del Consejo de Guerra (1714).

Reformado por Patiño el cuerpo de intendentes en 1718, Caballero fue confirmado como tal, recibió su despacho y fue nombrado intendente del ejército y principado de Cataluña (agosto de 1718). Allí su mandato no puede ser calificado de popular, dada la necesidad en que se halló de tomar medidas drásticas para colaborar con Patiño en la preparación de las expediciones militares a Cerdeña y Sicilia, como consecuencia de la política reivindicativa de la Corona española en tierras italianas. También, la aplicación del nuevo régimen fiscal creó las consiguientes tensiones.

Tras dos años en Cataluña, fue nombrado intendente del ejército y reino de Galicia, además de corregidor de las ciudades de La Coruña y Betanzos (junio de 1720). La necesidad de fortificar las costas gallegas ante posibles ataques ingleses, y su reconocido impulso de las obras públicas, parece que justificaron aquel cambio de destino. La consolidación del castillo de San Antón, la construcción de caminos, reforma de calles, la construcción del acueducto de San Pedro de Visma y la propuesta de establecimiento en Galicia de una compañía de comercio con las Indias son pruebas de su actividad en aquella región. De él se ha dicho que demostró un gran amor a Galicia en general y a La Coruña en particular.

Contrastan estos datos con el criterio que se expresó en un informe de 1723, donde se dijo de él: “D. Rodrigo Caballero que ejerce la intendencia de Galicia ha servido en las de guerra desde el año 1711, sin que de su proceder se haya notado cosa que desdiga de buena intención y entereza; pero se ha comprendido no llegará a ser a propósito jamás para estos manejos del todo diferentes de su profesión. Por lo que excluyéndole, como es justo, de dependencias de cuenta y régimen de hacienda, le doy por útil y a propósito para otro cualquier ejercicio en su carrera de togado”.

A pesar de este informe, la carrera de Caballero continuó sin sobresaltos.

Una vez más hubo de cambiar de destino al ser nombrado intendente del ejército y reino de Castilla y corregidor de la ciudad de Salamanca (noviembre de 1726). Allí dejó huella importante como patrocinador y artífice de la Plaza Mayor de esta ciudad, supervisando directamente la ejecución del proyecto de Churriguera. A punto de cumplir los sesenta y nueve años, aún fue nombrado intendente del ejército y reino de Andalucía y asistente de Sevilla (junio de 1732). Tres años después es apartado de este cargo y se le encomiendan en Cádiz gestiones menores en el ámbito militar; pero también por poco tiempo, porque es llamado a Madrid, donde es nombrado consejero de capa y espada del Consejo de Guerra (1737), honroso retiro en el que le llegó la muerte.

Caballero de Santiago (1709), casó con Agustina Enríquez de Guzmán y Pinto, con la que tuvo nuumerosa descendencia.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Dirección General del Tesoro, invent. 13, leg. 7; Tribunal Mayor de Cuentas, legs. 1961 y 1991; Archivo Histórico Nacional, Órdenes Militares, Santiago, exps. 1327 y 1330; Osuna, leg. 479/65.

H. Kamen, “El establecimiento de los intendentes en la administración española”, en Hispania, t. XXIV, n.º 95 (1964), págs. 385-387; J. Mercader Riba, “Un organismo piloto en la monarquía de Felipe V, la Superintendencia de Cataluña”, en Hispania, t. XXVI, n.º 103 (1966), págs. 383-409 y 526- 578; E. Escartín Sánchez, “El intendente andaluz Rodrigo Caballero”, en VV. AA., Actas I Congreso de Historia de Andalucía, Córdoba, 1978, págs. 251-271; “Los intendentes de Cataluña en el siglo xviii. Datos biográficos”, en P. Molas et al., Historia social de la Administración española, Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1980, págs. 252- 257; M. Ibáñez Molina, “Notas sobre la introducción de los intendentes en España”, en Anuario de Historia Contemporánea, 9 (1982), págs. 25-26; M. Llopis Ponte, “Burocratización de la Capitanía General: Nacimiento de la Real Intendencia”, en VV. AA., Quinientos años de la Capitanía General de Galicia, Madrid, Ministerio de Defensa, 1985, págs. 13-33; F. Abbad y D. Ozanam, Les intendants espagnols du xviiie siècle, Madrid, Casa de Velázquez, 1992, págs. 68-69; F. Andújar, Consejo y consejeros de Guerra en el siglo xviii, Granada, Universidad, 1996, págs. 181-183.

 

Juan Miguel Teijeiro de la Rosa

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