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Emilio García-Conde Ceñal

Biografía

García-Conde Ceñal, Emilio. Oviedo (Asturias), 14.XI.1918 – Madrid, 12.X.2003. Aviador militar.

Fue el tercero de los once hijos que tuvieron el matrimonio formado por Emilio García-Conde y Dolores Ceñal. Estudió el bachillerato en el colegio de los jesuitas de Oviedo y una vez finalizó dichos estudios hizo dos cursos de Ciencias Químicas, el primero (1934-1935) en la Universidad de Madrid y el segundo (1935-1936) en la de Oviedo. No contento con estos estudios, en 1936 ingresó en la Escuela de Arquitectura de Madrid.

El 18 de julio de 1936 le sorprendió de vacaciones en Oviedo; dos días más tarde se presentó voluntario a los Guardias de Policía y Asalto, dependientes del Gobierno Civil de la capital y hasta octubre sufrió el asedio a que fue sometida la ciudad.

A comienzos de abril de 1937 pasó a los servicios de Antiaeronáutica de la zona de León, donde desempeñó, agregado a la Legión Gallega, el cargo de jefe de vigía en el sector de Peña Ubina y Puerto del Collado. Por esta época solicitó realizar el curso de piloto. Se incorporó a Tablada (Sevilla) y desde allí marchó a Pistona, Grosseto y Foggia en Italia, donde realizó el curso de pilotaje, regresando a España en diciembre de 1937 una vez finalizado dicho curso.

En enero de 1938 fue promovido al empleo de alférez provisional y simultáneamente le fue concedido el título de piloto de avión de guerra, siendo destinado al Grupo 6-G-15. Tres meses más tarde fue convocado para realizar en Jerez de la Frontera (Cádiz) el curso especial de caza y cuando lo terminó fue destinado al Grupo 1-G-22, donde permaneció hasta la finalización de la guerra. En la contienda y sólo con esta unidad efectuó más de ciento cincuenta servicios.

Terminada la campaña, se creó en agosto de 1939 la Escuela de Vuelo sin Visibilidad en el aeródromo de Matacán (Salamanca). Para formar la plantilla de profesores de la citada escuela fue destinado como teniente a la misma. En este destino realizó el curso para la obtención del título de tripulante de avión de guerra (observador).

Aprobó el ingreso en la Academia de Aviación (León), para realizar el curso de transformación para la escala profesional. Se incorporó en enero de 1941 y a su finalización recibió el despacho de teniente del Arma de Aviación de la Escala del Aire (Ejército del Aire). Días más tarde se incorporó a su nuevo destino como profesor en la Escuela de Vuelo sin Visibilidad.

Con la reorganización del Ejército del Aire de 1946, la Escuela de Vuelo sin Visibilidad cambió su denominación por Escuela Superior de Vuelo. García Conde realizó en este nuevo centro de vuelo los cursos de navegante aéreo y piloto superior de vuelo y continuó destinado en la misma como profesor.

El desarrollo y expansión de la Aviación Civil española, con vuelos a América, forzó a la colaboración entre la aviación civil y militar. Este acuerdo permitió que los navegantes aéreos militares titulados, volasen muchas horas en la línea aérea española Iberia. Este fue el caso del teniente García Conde, por lo que cruzó el océano Atlántico en numerosas ocasiones.

En 1944 consiguió la tercera estrella de oficial y continuó destinado como profesor en la Escuela Superior de Vuelo; simultáneamente ejerció la jefatura de la Escuela de Radio. En su ascenso a comandante tuvo que dejar su destino en Salamanca pasando en el nuevo empleo a ejercer el mando del Grupo de Entrenamiento y Transporte del Estado Mayor del Aire (Madrid). Durante su mandato, sin pérdida de destino, pasó a realizar funciones en el Estado Mayor del Aire y realizó el curso de capacitación para jefes.

Decidido a continuar su carrera de aviador, se preparó e ingresó en 1951 en la Escuela Superior del Aire, para obtener el diploma de la especialidad; realizó el curso con notas brillantísimas y lo finalizó obteniendo el número 1 de la promoción. Regresó a su destino anterior y continuó efectuando servicios en compañías aéreas, donde realizó más de cien horas de vuelo.

Consecuencia de los acuerdos firmados con Estados Unidos, se creó en España el Servicio de Búsqueda y Salvamento, al que se le dotó de aviones anfibios y helicópteros. Para realizar la adaptación al nuevo avión Grumman Albatros, García Conde fue comisionado, en marzo de 1954, a la base West Palm Beach (Estados Unidos). Cuando terminó su curso, regresó a España en uno de los aviones entregados.

Ascendió a teniente coronel en 1956, pero con antigüedad de cuatro años antes y continuó como jefe del Grupo del Estado Mayor. En 1958 participó en las operaciones de África occidental que culminaron con la independencia de Marruecos.

Cuando el príncipe Juan Carlos, para continuar sus estudios militares —fruto de los acuerdos entre el conde de Barcelona y el general Franco—, ingresó en la Academia General del Aire en septiembre de 1958, se nombró preceptor al teniente coronel García Conde, quien le acompañó durante el proceso formativo aeronáutico. Su comportamiento con el príncipe fue lo menos parecido a un cortesano. Se mostró cordial y respetuoso pero fue exigente y duro. García Conde no pudo con él cuando Juan Carlos Volaba, pues se sentía absolutamente libre y a veces iba mucho más allá de lo que a García Conde le gustaba. Cuando terminó la formación aeronáutica del príncipe, el teniente coronel García Conde regresó a su destino, al grupo de Estado Mayor, donde permaneció hasta ser destinado al Ministerio del Aire (Estado Mayor).

Al ascender a coronel en 1965, fue nombrado agregado aéreo a la embajada de España en Roma y Atenas. Durante su estancia en dicha agregaduría, fue designado presidente de la Comisión Española para la XIV Conferencia Técnica Internacional del Servicio de Búsqueda y Salvamento Aéreo a desarrollar en Roma. Al cesar en la agregaduría, regresó al Estado Mayor del Aire, donde simultaneó la jefatura de una sección con la dirección de la Revista de Aeronáutica y Astronáutica, órgano oficial del Ministerio del Aire. Su gran preparación, su personalidad y su hombría de bien dejaron en ella una huella imborrable.

Para cumplir las condiciones de mando exigidas para poder ascender al empleo superior inmediato, pasó en 1969 como jefe de la Escuela de Helicópteros (Cuatro Vientos, Madrid). Durante los dos años de su mandato no sólo realizó el Curso de Helicópteros, sino que fue agregado a la subsecretaría de Aviación Civil (Ministerio del Aire), para ir conociendo una faceta diferente a su especialidad. No cabe duda de que esa previa preparación le sirvió cuando fue nombrado director general de aeropuertos de dicha subsecretaría en 1971.

Cuando se creó la empresa estatal Aldeasa, para la venta sin impuestos en los aeropuertos españoles, fue nombrado, sin abandonar su dirección general, presidente de la misma García-Conde, por lo que pasó, para poder simultanear ambos cargos, a la situación militar de “supernumerario”.

Durante esta etapa asistió al curso de aptitud para el ascenso a general y, a pesar de continuar con sus cargos, realizó un curso brillantísimo que terminó con la calificación de sobresaliente. Al cesar como director general de aeropuertos (1975), pasó a la situación de servicio activo e inmediatamente ascendió al empleo de general de brigada. A partir de esta fecha sus destinos y cargos se sucedieron de manera rápida, comenzando como presidente de la Comisión de Retribuciones del Ejército del Aire, continuó como vocal de la Junta de Clasificación, jefe del gabinete del vicepresidente primero del Gobierno para Asuntos de la Defensa, jefe de la Secretaría Militar del Cuartel General del Aire y secretario del Consejo Superior Aeronáutico.

Ascendió a general de división en 1978 y fue nombrado jefe de la Zona y del Mando Aéreo de Canarias, cargo en el que permaneció hasta su nombramiento como segundo jefe del Estado Mayor del Aire en septiembre de 1980. Año y medio más tarde fue ascendido a teniente general. El 15 de enero de 1982, el Consejo de Ministros relevó a la Junta de Jefes de Estado Mayor, ponderando las circunstancias de aquel momento en el que se iban a iniciar negociaciones internacionales trascendentales para la política de defensa española. Se trataba de los acuerdos previos al ingreso de España en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Nombrado jefe del Estado Mayor del Aire, ejerció este cargo durante dos años, hasta que en enero de 1984 cesó en su cargo y se le nombró vocal eventual del Consejo Superior del Ejército del Aire hasta su pase a la segunda reserva al cumplir la edad reglamentaria.

Su carrera como militar y como aviador fue excepcionalmente brillante, como lo demuestran los cargos desempeñados que han sido muy destacados y de gran responsabilidad; sus miles de horas de vuelo fueron producto de la eficacia demostrada a lo largo de su vida como aviador; los empleos, felicitaciones, condecoraciones, distinciones fueron fruto y reflejo de su carrera militar.

Como reconocimiento a la labor desarrollada, a lo largo de su vida recibió las siguientes distinciones: Cruz laureada de San Fernando, colectiva, Cruces Rojas al Mérito Militar (dos), Medallas de las Campañas (Guerra Civil Española e Ifni), Cruz de Guerra, Cruces al Mérito Aeronáutico con distintivo blanco (tres), Gran Cruz del Mérito Aeronáutico, Cruz, Placa y Gran Cruz de San Hermenegildo, Encomienda del Mérito Civil, Gran Cruz del Mérito Naval, Gran Cruz del Mérito Militar, Cruz del Águila de Alemania de 3.ª Clase con Espadas, Cruz del Mérito Militar de Portugal, Medalla de la Orden Nacional del Cedro del Líbano, Placa de 3.ª Clase de la Prosperidad y Honor de China y Samil Medal en grado de Gran Oficial de Marruecos.

Desde 1958 estuvo vinculado a la Casa Real, siendo profesor, ayudante y preceptor de su majestad el rey don Juan Carlos I. En 1999 (Real Decreto de 21 de mayo) fue promovido al empleo de general del Aire, con carácter honorífico.

Falleció en Madrid en 2003, siendo el general del Aire García-Conde, una de las figuras más destacadas de la reciente historia del Ejército del Aire.

Como decía Luis María Ansón en la necrológica de su muerte, fue un “extraordinario militar, en fin. Un hombre serio, inteligente, moderado, prudente, capaz, con un gran sentido del humor, con los pies siempre puestos en la realidad. Siempre leal a la Monarquía, siempre al servicio de España, con Emilio García-Conde ha desaparecido un caballero cristiano, un militar de cuerpo entero, un español grande, ajeno a los fuegos artificiales y a los oropeles, auténtico de verdad”.

 

Bibl.: J. Salas Larrazábal y J. Warleta, Historia de la Aviación Española, Madrid, Instituto de Historia y Cultura Aérea, 1988; Revista de Aeronáutica y Astronáutica (Madrid) (2003).

 

Adolfo Roldán Villén

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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