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Luis Bengoechea Baamonde

Biografía

Bengoechea Baamonde, Luis. Santoña (Cantabria), 10.IV.1907 – Madrid, 26.XII.1977. Aviador militar.

Nació en el seno de una familia militar y desde su infancia tenía decidido seguir la carrera de las armas, por lo que al cumplir los catorce años de edad, ingresó en Vitoria en el Regimiento de Guipúzcoa número 53 en el que su padre era capitán. Con el batallón expedicionario marchó a Melilla en 1921, participando en diversas operaciones con las que se iban recuperando las posiciones perdidas en la retirada de Annual.

Permaneció en campaña hasta la repatriación de su batallón, en 1922, sin que lo poco propicio del ambiente le impidieran preparar el ingreso, en 1923, en la Academia de Infantería, y al ser promovido a alférez tres años más tarde, de nuevo fue a Marruecos, al regimiento de Melilla número 52, con el que estuvo en las gloriosas jornadas del desembarco en la costa de Alhucemas y en la conquista del monte Malmusi. En 1927, ya ascendido a teniente y encuadrado en la columna del coronel Mola luchó en el Zoco el Had de Ikamén, en Taurit, en los montes de Tafugal y otros varios puntos del frente occidental, distinguiéndose siempre por su valor, sentido del deber y gran preocupación por los hombres a sus órdenes, virtud que sería constante a lo largo de su vida.

Pasó a la Aviación Militar en 1930 y, tras realizar el curso de observador, estuvo destinado en Cabo Juby, encuadrado en la escuadrilla del Sáhara hasta mayo de 1931 en que pasó al Grupo de Hidros en la base de El Atalayón, en la Mar Chica; dos años después, luego de realizar en Albacete y en Cuatro Vientos el curso de piloto de aeroplano, fue destinado al Grupo 22, en el aeródromo de Tablada.

En julio de 1936 se encontraba de vacaciones en Melilla, y allí se unió al levantamiento militar, volando en los Breguet XIX, atacando con bombas al destructor Alsedo, impidiéndole bombardear la plaza; pasó luego a la zona occidental, y desde el aeródromo de Sania Ramel, en Tetuán, fue uno de los pilotos que formaron el primer “puente aéreo” de la Historia, con que, salvando el bloqueo del Estrecho por la flota republicana, se pasaron de Marruecos a la Península más de veintitres mil hombres y quinientas toneladas de material. Encuadrado en el Grupo de trimotores de bombardeo, Junkers, actuó en el apoyo a las columnas que avanzaban sobre Madrid, y en bombardeos a larga distancia y, posteriormente, en la escuadrilla 4-E-22, realizó numerosas misiones en los frentes del Centro y Aragón, y participó en los abastecimientos aéreos a los defensores del Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, y en el bombardeo nocturno al acorazado Jaime I en el puerto de Almería.

En febrero de 1937 tomó parte muy activa en la batalla del Jarama, siendo uno de los pilotos de la formación del bravo Calderón en la jornada del “Bombardearemos, caiga quien caiga”, y en días sucesivos realizó los difíciles bombardeos de El Pingarrón y El Olivar, por lo que fue felicitado por los generales Kindelán y Orgaz.

Ascendió a capitán en mayo, y participó en la ofensiva sobre Santander y en la batalla de Belchite. A finales de aquel año lo nombraron jefe de la Escuela de Pilotos de El Copero, y aunque desarrolló su labor con gran eficacia, siempre trató de volver a la vida de campaña; lo consiguió en el verano de 1938 en que fue destinado al 3-G-22, y al mando de una de las escuadrillas de este Grupo de Junkers, participó en la dura y larga batalla del Ebro, siempre bajo intensa reacción antiaérea y ataques de la caza enemiga.

Participó en enero de 1939 en la contraofensiva de Peñarroya.

Al acabar la guerra, recibió el encargo de organizar el Grupo de Escuelas de Levante. Propuesto para el ascenso por méritos de guerra, en la larga aunque sucinta exposición de los hechos que motivaban la propuesta, se citaban los 274 servicios de guerra realizados en la campaña, y se decía de él: “Posee relevantes dotes de mando y virtudes militares en alto grado. Es incansable en el estudio y son muy extensos sus conocimientos de la carrera, con los que está contribuyendo a la organización del Ejército del Aire”. Ascendió a comandante en 1940 y fue confirmado en el mando del Grupo de Escuelas de Levante.

Siempre preocupado por perfeccionar su formación humanística, cursó estudios de Filosofía, Apologética e Historia de la Iglesia, se hizo periodista en la Escuela Oficial, y destacó en el Instituto de Estudios Políticos, donde realizó cursos de Sociología, Ciencias Políticas y Administración Pública. Fue destinado al Estado Mayor del Aire, donde desarrolló su característica actividad, en aquellos meses de plena organización, alternando su trabajo con conferencias pronunciadas en la Escuela Superior del Ejército, en la de Guerra Naval y en las de Aplicación de las diversas Armas, prestigiando siempre al Ejército del Aire. En 1948 ascendió a teniente coronel y fue destinado a la Escuela Superior del Ejército como profesor, y un año después fue nombrado director de la Milicia Aérea Universitaria, en cuya organización volcó todo su entusiasmo y capacidad de trabajo. Al ascender a coronel en 1955, fue destinado al Estado Mayor del Aire, y en 1960 recibió el mando del ala de transporte número 35, unidad de gran prestigio que él supo acrecentar.

Al ascender a general de brigada en 1962, fue designado segundo jefe de la Zona Aérea de Canarias y África Occidental, beneficiándose de ello el personal del Ejército del Aire destinado en los aeródromos del Sáhara, cuyas duras condiciones de vida mejoró notablemente. Ascendido a general de división en 1965, fue nombrado segundo jefe de la región aérea pirenaica, y posteriormente, en la primera región aérea, subinspector, y jefe del sector aéreo de Madrid.

Al ascender tres años después a teniente general, le fue confiada la Jefatura del Mando de la Defensa Aérea, cargo de más responsabilidad de las fuerzas armadas españolas, que supo desempeñar con inteligencia, imaginación y su característico buen estilo.

En 1973 pasó a la situación “B” al cumplir sesenta y seis años de edad, y recibió el nombramiento de Consejero Electivo del Consejo de Estado; un año después fue designado presidente del Patronato de huérfanos de Nuestra Señora de Loreto y del Museo del Aire; en ambos organismos dejó huella positiva de su paso.

el valiente aviador, estupendo militar, brillante organizador y magnífico ser humano murió en Madrid, en el Hospital del Aire, el 26 de diciembre de 1977.

 

Obras de ~: Ensayos sobre Arte Militar Aéreo, Madrid, 1944.

 

Bibl.: J. Gomá Orduña, La guerra en el aire, Barcelona, Editorial AHR, 1958; J. Salas Larrazábal, La guerra de España desde el aire, Barcelona, Ariel, 1971; L. Serrano de Pablo, Historia de Tablada, Sevilla, 1971; A. García Lacalle, La Aviación de caza en la guerra española, México, Oasis, 1973; E. Herrera Alonso, Cien aviadores de España, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001; J. Salas Larrazábal, Guerra aérea 1936-1939, Madrid, Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire, 1998-2003.

 

Emilio Herrera Alonso

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