Loygorri Pimentel, Benito. Biarritz (Francia), 4.IX.1885 – Madrid, 1.II.1976. Ingeniero industrial y primer título español de piloto de aeroplano.
Realizó los estudios de ingeniero, pero sintió desde muy joven una fuerte y temprana atracción por la aeronáutica que hizo que, en los primeros años del siglo xx, realizara varias ascensiones en globo libre.
En 1909 se dirigió a Francia para cursar las prácticas de pilotaje de aviones. Hizo su aprendizaje en la Escuela Voisin de Mourmelon (Reims, Francia), volando con un biplano Henry Farman con motor Gnôme de 50 CV refrigerado por aire.
Benito Loygorri, tocado del uniforme reglamentario del sportman de la época —gorra de visera, medias inglesas y pantalones breaches— surcaba el cielo de Mourmelon, para tratar de conseguir el ansiado brevet (título) de mano de los jueces franceses.
El 30 de agosto de 1910, Loygorri recibió el título de piloto aviador n.º 1 de España, expedido por la Federación Aeronáutica Internacional, que le iba a permitir exhibir el Farman que había adquirido.
Benito dio muestras de su sencillez y buen humor cuando en unas declaraciones que hizo en 1911, tras preguntarle por los conocimientos necesarios para pilotar, contestó: “Para pilotar un avión basta con saber despegar y tomar tierra y mantenerse en el aire, así de fácil”.
Su primera exhibición la realizó en junio en San Sebastián, participando en el concurso organizado por el Real Aeroclub de Guipúzcoa. Competían con él los pilotos franceses Tabuteau y Garnier. La playa de Ondarreta fue el escenario del primer triunfo de Loygorri, el vuelo más largo de la tarde, con una duración de veinticinco minutos.
Terminado el concurso, se dedicó a dar “vuelos de bautismo”, y en uno de ellos voló a quien era su novia por aquella época, la donostiarra María Minondo, a quien bautizó de verdad, en el mar, en cuyas aguas se remojaron el piloto y a su acompañante debido a que un fallo del motor no permitió al aparato planear hasta la playa. Sus Majestades los Reyes, Alfonso y Victoria Eugenia, que presenciaban el concurso, llamaron a Loygorri para felicitarlo e imponerle la Cruz de Isabel la Católica. Los donostiarras, entusiasmados por la brillante actuación, le obsequiaron con una copa adquirida por suscripción popular.
Con un aeroplano de su propiedad, realizó vuelos durante 1910 en quince ciudades de España. Las exhibiciones tenían una duración aproximada de un cuarto de hora, pero las reiteradas averías le obligaban a realizar frecuentes viajes a Francia para estudiar la manera de repararlas, y su entusiasmo por las sucesivas innovaciones aeronáuticas que allí observaba hizo que en cada viaje adquiriera un nuevo modelo.
Así, en 1911, compró un biplano “Sommer”, primer aparato de construcción metálica exhibido en París y un monoplano “Morane” y, cuando comenzaron los hidroaviones, adquirió un “Artois”.
El primer pasajero español a quien voló Loygorri, en julio de 1910, fue el capitán José María de Samaniego, fundador y propietario de la revista España-Automóvil.
También en Francia adquirió fama Loygorri. Un día, durante su permanencia en Mourmelon, trabó amistad con un oficial de un Regimiento de Infantería cercano a su escuela, el que voló en diversas ocasiones, quien entusiasmado del “bautizo aéreo”, le trajo a un amigo suyo y éste a su vez, a otro, y así continuó hasta llegar al coronel del Regimiento 49, por lo que Loygorri era conocido entre ellos como “el piloto del 49”.
Por esta época, formó parte de una sociedad representante de la Farman, que suministró los primeros aparatos que consiguió el Ejército español: dos Henry Farman y un Maurice Farman.
Al constituirse el primer aeródromo militar, el de Cuatro Vientos, realizó su primera prueba de recepción (13 de marzo de 1911) con un vuelo con el teniente Herrera Linares, que consistió en una vuelta a la torre de la iglesia de Alcorcón, a 200 metros de altura y a velocidad de 80 kilómetros por hora.
Con uno de los aparatos Farman adquiridos, Benito Loygorri cruzó por primera vez en avión el cielo de Madrid, al despegar del improvisado aeródromo de la Ciudad Lineal, sobrevolar la ciudad y aterrizar en Cuatro Vientos.
En septiembre de 1913 realizó lo que puede llamarse el primer viaje de turismo aéreo. Salió de Peñaranda de Bracamonte (Salamanca), a bordo de su Morane de 50 cv, al anochecer y aterrizó en Medina del Campo, frente al balneario. A la mañana siguiente, despegó para Valladolid, para repostar y continuar el viaje a Burgos. Aterrizó en Valladolid junto a la carretera, en el Campo de San Isidro, pero un vendaval le rompió el aparato mientras él fue a visitar a su madre.
Loygorri había inaugurado dos años antes el campo de La Rubia (Valladolid), donde realizó numerosos vuelos y hasta sufrió un accidente sin importancia.
Otro día accidentado para Loygorri fue aquel que acompañó a una formación de aviones militares de Cuatro Vientos que se dirigían a Guadalajara y, cuando se encontraban sobre la estación de Mediodía, sufrió una avería grave y tuvo que tomar tierra en un campo de trigo, cercano a una taberna desde la que telefoneó al Casino de Madrid pidiendo un coche.
El principio de la guerra europea puso fin a la vida aeronáutica de Loygorri, cuando el precio y la dificultad de conseguir material le hicieron desistir de su afición y se entregó de lleno a sus actividades profesionales.
Otros sustos tuvieron peores consecuencias, pero ninguno de los accidentes sufridos por este aviador fue grave; siempre le acompañó la suerte. Durante su estancia en Cuatro Vientos, Loygorri acompañó siempre a los aviones militares en otros vuelos importantes organizados siempre con partida y regreso a dicho campo.
En 1917, voló un avión en Estados Unidos, se le rompió en el aire poco después de despegar, dejándolo totalmente destrozado, aunque salvó la vida.
Más tarde, en México, permaneció durante una larga temporada dedicado a volar y probar aeroplanos, dando así fin a su vida aeronáutica activa y desde entonces siguió ligado a la aviación por lazos afectivos y volando bastante, aunque no como piloto: treinta y seis travesías atlánticas, una de ellas a bordo del Graf Zeppelin.
A pesar de que su familia estaba en Valladolid, fijó su residencia en Madrid, dedicándose a las representaciones industriales aéreas, además de ejercer como gerente de la empresa norteamericana General Motors Peninsular (España y Portugal).
En el ámbito personal, Loygorri se casó el 18 de octubre de 1918 en la ciudad de Calvario (Cuba) con Encarnación Salazar y Roges.
Benito Loygorri falleció en Madrid en 1976.
Bibl.: Revista Avión, diversos números; J. Gomá Orduña, Historia de la Aeronáutica Española, pról. de A. Kindelán, Madrid, Gráficas Huérfanos del Ejército del Aire, 1951; VV. AA., Historia de la Aviación y Astronáutica, Madrid, 1972; Larus Barbatus, Revista de Aeronáutica y Astronáutica, Madrid, 1991.
Adolfo Roldán Villén