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Eladio Laredo Carranza

Biografía

Laredo Carranza, Eladio. Castro Urdiales (Cantabria), 1.XI.1864 – Santa Cruz de Tenerife, 1941. Arquitecto.

Titulado en la Escuela de Arquitectura de Madrid en 1890, se decantó por la vertiente más nacionalista de los historicismos imperantes en las décadas del revivalismo ecléctico de finales del siglo XIX. Inició su carrera como arquitecto municipal de Castro Urdiales, donde trabajó para el empresario minero vasco Luis Ocharan y Mazas, el cual convirtió Castro Urdiales en una villa de veraneo. Para Ocharan construyó su residencia personal, llamada “Toki-Eder”, en los primeros años del siglo XX, fusionando el estilo clasicista del palacio principal con el lenguaje neomudéjar del resto de las construcciones de recreo que se fueron añadiendo al gran parque del conjunto. En estas obras, como en otras sucesivas, intervino el gran ceramista Daniel Zuloaga, tío del pintor Ignacio, que contribuyó a dotar de policromía con sus grandes panneaux las obras de este arquitecto. El conjunto residencial Ocharan es Monumento Histórico-Artístico Provincial desde 1982 y se considera hoy uno de los mejores ejemplos de las actuaciones promotoras de la nueva burguesía con ribetes aristocratizantes de la etapa alfonsina. En esos primeros años profesionales construyó también en Castro Urdiales numerosas obras esenciales para las nuevas dotaciones municipales.

Suya fue la primera restauración, iniciada en 1889, de la importante iglesia gótica de Santa María de Castro Urdiales, de la que escribió una monografía.

En 1905, residiendo ya en Madrid, llevó a cabo la recreación de la Casa y Museo del Greco en el antiguo palacio del marqués de Villena en Toledo, bajo la dirección de un personaje capital en la introducción de nuevos postulados en la conservación del patrimonio monumental, el marqués de la Vega Inclán, primer comisario regio para el turismo nombrado por el rey Alfonso XIII. Gracias a estas obras de rehabilitación de la Casa del Greco, preludio de lo que luego sería la política de Vega Inclán de recuperación ambiental de edificios históricos con los Paradores Nacionales de Turismo, se consiguió salvar numerosa obra del pintor cretense, hasta entonces no suficientemente valorado para la crítica del momento. Esta obra, que reavivó artesanalmente la decoración y soluciones de la arquitectura del Renacimiento toledano, tuvo asimismo una palpable influencia en la arquitectura historicista de Iberoamérica y sur de los Estados Unidos.

En 1907 Eladio Laredo fundó la revista especializada en arquitectura y artes decorativas Pequeñas Monografías de Arte, en la que participaron como articulistas importantes figuras de la crítica artística española y en la que se intentó teorizar sobre la necesidad de actualizar la tradición artística nacional. En 1911 Laredo fue designado para proyectar el pabellón oficial español en la Exposición Internacional de Roma de 1911, que diseñó en estilo neoplateresco, tomando como referencia las torres y cresterías del palacio de Monterrey de Salamanca, monumento que había inspirado a Unamuno la redacción de su ensayo En torno al casticismo. Desde este punto de vista, la obra de Eladio Laredo, por el ambiente en que se fue fraguando y la propia intencionalidad de su autor, fue una experiencia que intentó extrapolar al campo arquitectónico parte del ideario de la Generación del 98, reaccionando contra el Modernismo, visto por algunos arquitectos de esta generación como un peligroso y humillante signo de disolución de la identidad cultural nacional.

Además de construir algunas viviendas en Bilbao y San Sebastián, en Madrid destaca el edificio de viviendas de Gran Vía, n.º 1, esquina a Caballero de Gracia, y el palacio de Bermejillo, posteriormente sede del Defensor del Pueblo, ambos en estilo neoplateresco, así como la intervención en el castillo de Viñuelas, para el marqués de Santillana, ya en la década de 1920, reaprovechando los restos góticos del arruinado convento de San Francisco de Cuéllar (Segovia).

En la última etapa de su vida, a partir de 1927, apagadas sus buenas relaciones con los círculos cortesanos alfonsinos, ejerció de arquitecto diocesano, y luego municipal, en Santa Cruz de Tenerife, donde se interesó por estudiar y experimentar con la arquitectura regionalista canaria, plasmando sus conclusiones en obras como el Palacio de Justicia, instalado en el antiguo convento de San Francisco. Sus posturas estéticas conservadoras levantarían una fuerte contestación en la revista Gaceta del Arte del joven grupo racionalista de vanguardia canario. Sin embargo, esta postura regionalista volvería a ser avivada por la generación de arquitectos de la posguerra tinerfeña.

Plasmó en sus obras las teorías historicistas basadas en la arquitectura nacional española, especialmente la neoplateresca.

 

Obras de ~: Restauración de la iglesia de Santa María, Castro Urdiales, c. 1889; Reforma del palacio del Ayuntamiento, mercado de abastos, matadero, escuelas públicas, ayuntamiento, estación de ferrocarril, Castro Urdiales, 1897-1902 (desapar.); Residencia Dolores de los Heros, Castro Urdiales, 1899; Mercado y matadero, Laredo, 1899-1907; Palacio Toki-Eder: capilla, castillo neomudéjar y palacete oriental en el conjunto residencial de Luis Ocharan, Castro Urdiales, c. 1900; Casa del Greco y Museo, Toledo, 1905; Hospital y plaza de toros, Castro Urdiales, 1910- 1914; Proyecto Pabellón de España, Roma, 1911 (desapar.); Casa de Cervantes, Valladolid, 1912; Edificio Gran Vía, n.º 1, esquina a Caballero de Gracia, Madrid, 1916; Palacio de los Marqueses de Bermejillo del Rey, calle Eduardo Dato, Madrid, 1916; Reconstrucción castillo de Viñuelas, Madrid, c. 1920; Palacio de Justicia en el antiguo convento de San Francisco, Santa Cruz de Tenerife, 1929.

 

Bibl.: I. Ordieres, Eladio Laredo, el historicismo nacionalista en la arquitectura, Castro Urdiales, Ayuntamiento, 1992; L. Sazatornil, Arquitectura y desarrollo urbano de Cantabria en el siglo XIX, Santander, Universidad de Cantabria-Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, 1996.

 

Isabel Ordieres Díez