Ayuda

Alberto Closas Lluró

Biografía

Closas Lluró, Alberto. Barcelona, 3.X.1921 – Madrid, 19.IX.1991. Actor.

Hijo de Rafael Closas i Cendra (Barcelona, 1888- 1956), abogado catalán afiliado a Acció Catalana que fue conseller sin cartera del gobierno de la Generalitat durante la Segunda República española. Precisamente por motivos políticos, a causa de la Guerra Civil española, la familia emigró a Francia, cuando Alberto era todavía un adolescente. Tras una breve estancia en el país galo, en diciembre de 1939, con dieciséis años recién cumplidos y su hermano Jorge con dieciocho, fueron enviados a Buenos Aires en el vapor Aurigny; el pasaje lo pagó un primo de su madre, Jaime Lluró, que los recibió en su casa. En la capital argentina, los dos hermanos ingresaron en la Escuela de Arte Dramático.

Alberto Closas debutó como actor en obras clásicas de la época, como Los árboles mueren de pie o La dama del alba, de Alejandro Casona, en la compañía teatral de Margarita Xirgu, de la que llegó a ser primer actor antes de crear su propia compañía. El éxito le llevó a dar el salto al cine argentino, aunque el rechazo del director Luis Moglia Barth para interpretar un pequeño papel en la película Con el dedo en el gatillo (1940) casi le hace desistir de iniciar su carrera cinematográfica. Ésta no se inició hasta tres años después con una película chilena dirigida por José Bohr, El renegado de pichitún, a la que siguieron ya diecisiete películas argentinas. De gran presencia y atractivo, fue uno de los actores españoles más distinguidos, así, en 1949 fue reconocido como el mejor actor del año por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas argentinas por su papel en Danza de fuego de Daniel Tinayre. A pesar de que ese año ya se le había autorizado a regresar a España y que su padre ya había vuelto del exilio en 1945, Alberto Closas no lo hizo hasta 1955 y de la mano de Juan Antonio Bardem, que se había dejado aconsejar por Cesáreo González y Benito Perojo para que protagonizara su película Muerte de un ciclista, que supuso uno de los mayores éxitos internacionales del cine español. Sin embargo, con su estilo desenfadado, irónico y un porte de gran atractivo y más internacional que la mayoría de sus contemporáneos, su carrera cinematográfica derivó al protagonismo de comedias de corte romántico y películas comerciales.

Muy bien recibido en nuestro país, se quedó, pues, como uno de los galanes más distinguidos de las décadas de 1950 y 1960, seduciendo en la pantalla a las actrices más bellas de la época, como Lucía Bosé o Analía Gadé. Aunque estuvo muy brillante en películas como Todos somos necesarios (1956), de José Antonio Nieves Conde, por la que fue premiado en el Festival de San Sebastián, o en Una muchachita de Valladolid (1958), de Luis César Amadori, o en El baile (1959), de Edgar Neville, quizás su papel más recordado sea el del padre en las famosas películas de Fernando Palacios La gran familia (1962) o La familia y uno más (1965), que dieron lugar a una trilogía finalizada por Pedro Masó en 1979 con La familia bien, gracias. Además, protagonizó algunas películas del género negro, como Distrito quinto, de Julio Coll en 1957, o ese mismo año El pasado te acusa, de Lionello de Fellice, o en 1964, del también italiano Silvio Amadio, el Secreto de Bill North, o un año después, Muere una mujer, de Mario Camus.

Pese a encadenar más de una treintena de títulos, continuó simultaneando el teatro con el cine, consiguió la dirección del Teatro Marquina, de Madrid, e, incluso, mantuvo la propiedad del mítico Teatro Avenida en Buenos Aires. De hecho mantuvo su sentimiento divido entre Madrid y la capital argentina, de la que no sólo nunca se desvinculó, sino que volvió para establecerse unos años en la década de 1970 para dirigir el Teatro El Globo y volver a rodar una película argentina de Rodolfo Costamagna titulada Bodas de Cristal (1975), basada en la novela de Silvina Bullrich, autora también del guión.

Cuando en 1982 retornó nuevamente a España continuó su carrera teatral con un musical, poniéndose en el papel de mister Higghins en My Fair Lady con Ángela Carrasco como florista. Al año siguiente rodó la película Últimas tardes con Teresa, de Gonzalo Herralde, y aunque en la gran pantalla abandonó el papel de protagonista, sus últimas películas quizás sean las menos comerciales desde que en 1955 rodó Muerte de un ciclista con Juan Antonio Bardem y, una década después, De cuerpo presente (1967) con Antxón Eceiza. Así, pasó a interpretar títulos como Esquilache (1988), de Josefina Molina, o El Maestro de esgrima (1992), su última película, de Pedro Olea. En cuanto al teatro, llegó a anunciar su retirada en 1987 después de representar la obra de Alfonso Paso La zorra, pero volvió a los escenarios hasta que al serle diagnosticado un enfisema pulmonar agravado con una infección del pulmón en los últimos días de diciembre de 1990, tuvo que abandonar la obra El canto de los cisnes de Aleksei Arbizov, que interpretaba junto a la actriz Amparo Rivelles en el Teatro Alcázar de Madrid. Gran fumador, su enfermedad degeneró en un cáncer de pulmón que le llevó a la muerte, unos meses después de que viera reconocido su trabajo con la Cruz de Sant Jordi y la Medalla de Oro de las Bellas Artes que recibió de manos del rey don Juan Carlos I. Su viuda, Marisa Martínez, y sus cinco hijos esparcieron sus cenizas en la costa mediterránea de Campello (Alicante), donde pasaba los veranos, tal como era su deseo.

 

Obras de ~: Filmografía: actor en L. Saslawsky (dir.), Historia de una mala mujer, 1947; P. Chenal (dir.), El ídolo, 1950; T. Demicheli (dir.), Vivir un instante, 1951; E. Cahen Salaberry (dir.), Cuidado con las mujeres, 1951; C. Schliepper y E. Cahen Salaberry (dirs.), Mi mujer está loca; E. Cahen Salaberry (dir.), En carne viva, 1954; J. A. Bardem (dir.), Muerte de un ciclista, 1955; A. Román (dir.), La fierecilla domada, 1955; L. Lucia (dir.), La vida en un bloc, 1956; J. A. Nieves Conde (dir.), Todos somos necesarios, 1956; J. Coll (dir.), Distrito quinto, 1957; L. C. Amadori (dir.), Una muchachita de Valladolid, 1958; T. Demicheli (dir.), Charlestón, 1959; L. César Amadori (dir.), Una gran señora, 1959; J. Coll (dir.), El traje de oro, 1959; E. Neville (dir.), El baile, 1959; L. Vajda (dir.), María, matrícula de Bilbao; T. Demicheli (dir.), Navidades en junio, 1960; J. M.ª Forqué (dir.), Usted puede ser un asesino, 1961; A. Balcázar (dir.), Solteros de verano, 1961; F. Palacios (dir.), La gran familia, 1962; J. A. Nieves Conde (dir.), El diablo también llora, 1963; F. Palacios (dir.), Operación Embajada, 1963; A. Balcázar (dir.), Piso de solteros, 1963; H. Philip (dir.), Un hombre solo, 1963; J. M.ª Forqué (dir.), Casi un caballero, 1964; M. Camus (dir.), Muere una mujer, 1964; F. Palacios (dir.), La familia y uno más, 1965; M. Camus (dir.), La visita que no tocó el timbre, 1965; Y. Robert (dir.), La viuda soltera; J. Coll (dir.), Las viudas, 1966; P. Lázaga (dir.), Operación Plus Ultra, 1966; P. Lázaga (dir.), Los chicos del Preu, 1967; R. Gil (dir.), Sangre en el ruedo, 1968; M. Ozores y J. Luis Sáenz de Heredia (dirs.), El taxi de los conflictos, 1969; P. Masó (dir.), Experiencia prematrimonial, 1972; R. Gil (dir.), Dos hombres y, en medio, dos mujeres, 1976; P. Masó (dir.), La familia bien, gracias, 1979; P. Masó (dir.), El divorcio que viene, 1980; G. H erralde (dir.), Últimas tardes con Teresa, 1983; M. Cañizares (dir.), De halcones y palomas, 1986; J. Molina (dir.), Esquilache, 1988; P. Olea (dir.), El maestro de esgrima, 1992.

 

Bibl.: R. Torres, “Muere el galán más natural del cine español”, en El País (Madrid), 20 de septiembre de 1994; J. M. Company, “Closas, Alberto (Alberto Closas Lluró)”, en J. L. Borau (dir.), Diccionario del cine español, Madrid, Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España- Alianza Editorial, 1998, págs. 232-233; A. Martínez Torres, Diccionario Espasa del cine español, Madrid, Espasa, 1999; G. Balmori Serrano, Diccionario ilustrado de actores, Madrid, Ediciones JC Clementine, 2003; J. Pla García, “Alberto Closas, del ‘tinglado de la antigua farsa’ a la eterna verdad”, en www.vistazoalaprensa.com.

 

Guillermo Balmori Serrano e Iván F. Moreno Landahl, conde de los Andes