‘Abd al-Raḥmān IV: al-Murtaḍà. ‘Abd al-Raḥmān b. Muhammad b. ‘Abd al-Malik b. ‘Abd al-Raḥmān al-Nāsir. ?, s. X – Guadix (Granada), 1018-1019. Sexto califa omeya de Córdoba.
En realidad, este omeya, bisnieto de ‘Abd al-Raḥmān III no llegó a gobernar. Vivió en la época de final del califato omeya en al-Andalus y comienzo de los reinos de taifas y fueron dos de estos régulos, aún no independizados del poder cordobés, en concreto los eslavos Jayran de Almería y Munḏir b. Yahyà al-Tuŷībī de Zaragoza, clientes ‘Amiríes, los que lo proclamaron califa con el nombre de al-Murtaḍà (el que goza de la satisfacción divina). En ese momento gobernaba en Córdoba como califa el beréber de origen africano al-Qāsim b. Ḥammūd, tras sustituir en el califato a su hermano ‘Alī, asesinado en 1018, precisamente cuando se disponía a dirigirse a Jaén para cortar el paso a al-Murtaḍà.
El levantamiento de al-Murtaḍà se produjo en el Levante de al-Andalus, adonde se había retirado en época de las revueltas habidas al final del califato de Hišam II. Desde allí salió en compañía de sus partidarios en dirección a Córdoba. Antes, decidieron pasar por Granada, donde gobernaba el beréber sinḥāŷa Zawī b. Zīrī, que había participado en el ejército y en la política cordobesa desde tiempos de Almanzor. Al acercarse a Granada, envió una misiva a Zawī, exhortándolo a sometérsele, pero Zawī respondió negativamente a esta y otras cartas que le remitió. Al-Murtaḍà, enojado, decidió atacar, pero los beréberes se habían organizado para recibirlo y tras varios días de enfrentamientos, derrotaron al pretendiente y a los ejércitos que lo apoyaban, tanto musulmanes como cristianos.
Además de poner en fuga a los adversarios, consiguieron grandes riquezas como botín, pues tan seguros de la victoria estaban los atacantes que habían acudido a la batalla con los pabellones llenos de alhajas. El primero en huir fue Munḏir, seguido de Jayrān, mientras que los ‘Amiríes con al-Murtaḍà al frente resistieron algo más. En la huida, fue traicionado por Jayrān y Munḏir, que encargaron matarlo. Mientras ellos llegaban a Almería, ‘Abd al-Raḥmān fue asesinado cerca de Guadix, sin haber reinado un solo día. Su cabeza fue enviada a los traidores, quienes, no conformes con haberlo eliminado, la escarnecieron mientras bebían de alegría por su muerte. En cuanto a su adversario Zawī, envió el pabellón real de al‑Murtaḍà a al-Qāsim b. Ḥammūd en concepto de botín. Unos años más tarde, en 1025-1026, regresó a Ifrīqiya (actual Túnez), de donde era originario y donde acabó sus días honrado por los suyos.
Al-Murtaḍà es alabado en las fuentes por sus virtudes y, como ejemplo de su austeridad, se dice que nunca se vistió de seda.
De su familia se conocen dos hermanos, al‑Ḥakam el Ciego y Hišām III. Este último, después de la batalla de Granada, en la que también participó, se refugió en Alpuente, donde residió acogido por el emir Ibn Qāsim hasta 1029, aunque en 1027 había sido proclamado califa con el nombre de al-Mu’tadd. Respecto a sus descendientes, no se menciona más que a su nieto ‘Abd al-Raḥmān b. Sulaymān b. al-Murtaḍà con el que se interrumpe su linaje.
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María Luisa Ávila Navarro