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Mariano Contreras Granja

Biografía

Contreras Granja, Mariano. Granada, 23.VII.1853 – 28.XII.1912. Arquitecto y director de la Alhambra.

Hijo de Rafael Contreras Muñoz, restaurador adornista de la Alhambra, y de Lina Granja Baena, cursó estudios en el granadino colegio de Nuestra Señora del Carmen e inició el bachillerato de ciencias, que concluyó en Madrid. Se formó en el taller de vaciados de arabescos, y participó con unos modelos alhambristas en la Exposición Universal de París de 1878, con los que obtuvo Medalla de Oro. Siguiendo la tradición familiar iniciada por José Contreras Osorio, se graduó en la escuela superior de Arquitectura en 1880, cumpliendo así la frustrada aspiración paterna. Durante el período de formación en Madrid, integró la comisión artística de la escuela, que se desplazó a Ávila para estudiar sus monumentos (1876), donde alcanzó un diploma del Ministerio de Fomento por méritos especiales en su carrera y medalla de primera clase por la Sociedad Central de Arquitectos en la exposición de trabajos de alumnos (1880). Pocos días después de recibir el grado, la Comisión Provincial de Monumentos de Granada lo designó como arquitecto auxiliar en las obras de conservación de la Alhambra, puesto al que se hallaba vinculado desde 1874 con estudios especiales de restauración y construcción. Ello suponía el último triunfo de Rafael Contreras, activo vocal de la comisión, para mantener su dominio absoluto sobre el conjunto nazarí, lejos de cualquier incómoda interferencia. La principal actividad del nuevo arquitecto de la Alhambra en estos años sería el proyecto fallido de traslación de los museos provinciales al palacio de Carlos V.

Mariano Contreras sucedió a su padre —por Real Orden de 18 de abril de 1890, y a propuesta de la comisión de Monumentos— en la dirección de la conservación de la Alhambra, “teniendo en cuenta las especiales prendas que reúne este candidato y sus profundos conocimientos en el arte árabe”. Su labor vino marcada por el continuismo restauracionista que había caracterizado la etapa anterior, alentada por su dominio en la técnica de los vaciados de arabescos, pero en competencia con otros talleres surgidos en Granada por estos años.

La personalidad difícil y poco carismática de Contreras —en relación a la de su progenitor— no hizo más que avivar la reacción a sus actuaciones al frente del monumento. La oposición encontró un sinfín de argumentos para criticar su inoperancia e incompetencia en el preciso momento en que los partidarios del conservacionismo estaban imponiendo sus tesis. A ello había que sumar una generalizada sensibilidad pública en asuntos patrimoniales, alentada por la presión mediática, hasta convertirse en asunto político, aprovechado de forma partidista como objeto de particular enfrentamiento.

El balance en la gestión del monumento estuvo dominado por la reposición de ornamentos —labores cada vez más cuestionadas desde la Administración Central— y por tímidas actuaciones en la consolidación de estructuras en la rauda y el partal, sin abordar los graves problemas de estabilidad que presentaban algunas áreas de los palacios como la galería de Machuca o el patio del Harem.

A su favor quedaría la cesión al Estado de la Torre de las Damas, y el inicio de las primeras actuaciones de carácter arqueológico en el recinto. Sin embargo, cualquier acierto quedó ensombrecido por un suceso que acentuó su desventura, como fue el grave incendio que en septiembre de 1890 destruyó la sala de la Barca y dañó seriamente el palacio de Comares.

Aunque las causas del siniestro nunca fueron aclaradas, la capacidad de Contreras quedó irremediablemente cuestionada y evidenciada la vulnerabilidad de un conjunto que carecía de las más indispensables medidas de seguridad.

Como resultado de su controvertida gestión se creó, por Real Decreto de 19 de mayo de 1905, la Comisión Especial de Conservación y Restauración de la Alhambra, a cuyo cargo y responsabilidad se destinaba todo el recinto monumental. Integrada por el propio arquitecto, junto a dos declarados conservacionistas, el continuo enfrentamiento entre sus miembros y la negativa de Contreras a firmar proyecto alguno de intervención para la comisión provocó su fracaso. Ante lo insostenible de la situación, y fuertemente presionado por la prensa, dimitió finalmente de su cargo en julio de 1906.

No sin cierta polémica había obtenido en 1881 la plaza de arquitecto provincial de Granada, asumió la dirección facultativa de todas las obras de construcciones civiles y elaboró informes acerca del estado de conservación en que se hallaban los monumentos de la ciudad (Alhambra, monasterio de San Jerónimo —del que fue arquitecto-conservador—, iglesia de San Juan de los Reyes, Capilla Real), e intervino en su restauración. Al ser nombrado director de la Alhambra hizo renuncia del sueldo provincial, pero no del cargo, por lo que en 1907 solicitaba el devengo de honorarios como arquitecto de la provincia. La diputación, incómoda ante un arquitecto inoperante que pretendía volver de la excedencia, decidió suprimir su plaza. Después de un complicado proceso judicial, Contreras solicitó la jubilación anticipada por enfermedad, a lo que la administración accedió en febrero de 1911.

Siguiendo la estela de honores y cargos que adornara la figura paterna, fue académico numerario de Bellas Artes de Granada y correspondiente de la de San Fernando (desde 1886), socio de mérito de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, vocal de la junta consultiva de Teatros (desde 1895) y de la comisión provincial de Monumentos de Granada (desde 1890), y comendador de la Orden de Isabel la Católica. Contrajo matrimonio con Josefa Careaga Moreno-Bravo, vizcondesa de los Villares y marquesa viuda de Torre Alta, de la que no tuvo descendencia.

El erudito cronista Francisco de Paula Valladar, su principal valedor, se refería a él como “un hombre de valía y de caballerosidad perfecta, que fue perseguido en vida por la adversidad más extrema; por los enconos más despiadados. [...] Entre las mallas de las redes políticas pereció Mariano Contreras, herido de muerte moral y materialmente desde la infausta noche del incendio de la Alhambra. [...] Mariano Contreras, hallábase pobre, enfermo incurable y olvidado de muchos que nunca debieron olvidar ni al padre, ni al hijo”.

 

Obras de ~: Restauración de la Puerta de Elvira, Granada, 1886; Restauración de la Capilla Real, Granada, 1893; Restauración del Mihrab de la Madraza, Granada, 1893; Restauración de la Cueva de la Menga, Antequera, 1894.

 

Bibl.: F. de P. Valladar y Serrano, El incendio de la Alhambra, Granada, Viuda e Hijos de P. V. Sabatel, 1890; “Crónica granadina. Mariano Contreras”, en La Alhambra, 355 (1912), págs. 574-576; Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, t. XV, Madrid, Espasa Calpe, 1913, págs. 254-255; J. Álvarez Lopera, “La Alhambra entre la conservación y la restauración (1905-1915)”, en Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada, 29-31 (1977), págs. 1-221; J. M. Rodríguez Domingo, La arquitectura “neoárabe". El medievalismo islámico en la cultura arquitectónica española (1840-1930), Granada, Universidad, 1997; A. M.ª Gómez Román, La Capilla Real de Granada: de la restauración a la conservación (siglos xix-xx), Granada, Universidad, 1998; J. M. Rodríguez Domingo, La restauración monumental de la Alhambra: De Real Sitio a monumento nacional (1827-1907), Granada, Universidad, 1998.

 

José Manuel Rodríguez Domingo