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Román Navarro García-Vinuesa

Biografía

Navarro García-Vinuesa, Román. La Coruña, 28.II.1854 – 10.IX.1928. Pintor, profesor y militar.

Fue militar —llegó a alcanzar el grado de teniente coronel de Caballería— y profesor de Dibujo en su estudio, en el Colegio Dequit y en diversos colegios de la ciudad que se dedicaban a la preparación para el ingreso en las academias militares y en la Escuela de Artes y Oficios de La Coruña (puede afirmarse que la inmensa mayoría de los pintores coruñeses del último cuarto del siglo XIX y primero del XX se formaron en su estudio, entre ellos destacan Alfredo Souto y Francisco Llorens, y, como anécdota, se puede mencionar que de él recibió lecciones el joven Picasso durante su estancia en este centro), culminando sus tareas docentes en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Pero su gran vocación fue la pintura, y, aunque se especializó en la plasmación de caballos, que se convirtieron en los verdaderos protagonistas de sus cuadros y elementos fundamentales de la composición, como, por ejemplo, en Baño de caballos, hay que considerarlo como un pintor costumbrista, y con una manera de hacer que trae evocaciones de Rembrandt, Hals, Goya y Velázquez, reminiscencias que en ocasiones son muy nítidas pero en otras, en cambio, sobre todo en el retrato, se difuminan para hablar, sin embargo, de Raimundo Madrazo. Claro que su obra tampoco es ajena al hacer de los franceses Meissonnier, Gericault y Delacroix.

Navarro es, como se ha dicho, un pintor eminentemente costumbrista, aunque su temática se circunscribe a dos aspectos concretos: el regional y el militar. En el primero de ellos, todos aquellos estudiosos que se acercaron al pintor coinciden en resaltar como la obra más destacable La lechera, un óleo picaresco propio de aquellos años y en el que el autor se muestra preocupado por la captación de la anécdota, lo que muy bien pudiera tener su punto de arranque en El monaguillo de Ignacio Pinazo. En ella se ven todas aquellas características que ya habían definido a Román Navarro desde sus primeros momentos: esa valoración de la luz de carácter tenebrista; una gran libertad en la aplicación del color y la ejecución por medio de una pincelada que cada vez se hace más suelta, se diría que preimpresionista, aunque también es cierto que en la base seguirá imperando el dibujo; mientras que la composición seguirá siendo barroca, ya que todavía hay un predominio de la diagonal.

La segunda variante de esta temática, poco frecuente en la pintura española del momento —su presencia en un principio había estado ligada a las guerras del Magreb y luego a la de Cuba—, estaría representada por los cinco episodios de la Guerra de la Independencia que titula genéricamente como Proezas de Galicia, y en cuya ejecución muy probablemente este pintor-soldado tuviera en mente la obra de Gericault.

En estas pinturas de batalla, a diferencia de lo que suele ser lo habitual, Navarro escapa de la plasmación del horror de la guerra, para quedarse con la representación del esfuerzo y el vigor, y todo ello a través de la exaltación del color y de esas impecables posiciones que hace adoptar a los caballos tan magistralmente captadas y que muy probablemente sean fruto no sólo de sus grandes habilidades como dibujante, sino también como oficial del Ejército.

La representación de lo militar, debido al colorido de los pomposos uniformes de gala o de paseo con los que suelen estar vestidos sus personajes, era algo que resultaba muy de su agrado, al tiempo que propicio para poder hacer uso de esa paleta tan extraordinariamente viva de la que tanto gustaba, y que dominaba gracias al estudio de la pintura barroca europea. Entre las obras de esta temática cabe destacar La marcha militar, Paseo militar por el Parrote, Los lanceros de la reina, entre otras.

Sin embargo, el mayor número de cuadros giran en torno al retrato, sintiendo especial predilección por el cuadro de tamaño natural, así como por situar las figuras en posición de tres cuartos y ligeramente de perfil para así conseguir una mayor naturalidad. Un buen número de ellos son de personajes militares, pero, lo sean o no, a duras penas intentó ahondar en la personalidad de los efigiados, limitándose a quedar en lo superficial, aunque, eso sí, siempre buscando la naturalidad de las actitudes, rebosantes de simpatía y tranquilidad, como muestra en los retratos de D. Juan Fernández Latorre, La reina María Cristina, La reina Victoria Eugenia, Alfonso XIII, La infanta Eulalia de Borbón, D. Julio Wals Sanmartín, El general Mario Muslera, D. Eugenio Montero Ríos... y el del Cardenal Miguel Payá y Rico (colección Diputación de La Coruña), que es una de sus mejores muestras como retratista, aunque realmente es una obra de raíz ecléctica, ya que tiene claras reminiscencias del hacer de Rafael, así como de los grandes maestros del Barroco: de Frans Hals es la entonación a base de ocres y tierras del cortinaje que cae sobre el respaldo del asiento del cardenal; de Van Dyck, la soltura con que están ejecutados los encajes del roquete; de Rembrandt, la definición del rostro y de las manos a través de un foco de luz dirigido, mientras que el encuadre y el despliegue cromático a base de bermellones y granas, combinados con pequeñas notas de oro, azul y blanco, tienen como referente último el retrato velazqueño de El papa Inocencio X.

 

Obras de ~: El cardenal Miguel Payá y Rico, 1885; La reina María Cristina, 1886; Labradores en el casal, 1890; D. Luis Pardo Sánchez, 1892; D. Aureliano Linares Rivas, 1892; Guerra de África, 1893; La marcha militar, 1896; Soldados de maniobras, 1896; Veleros en la dársena, 1898; Escena campesina, 1900; Cabeza de caballo, 1902; Escena de D. Quijote de la Mancha, 1905; D. Juan Fernández Latorre, c. 1912; La reina Victoria Eugenia, c. 1914; D. Julio Wals Sanmartín, c. 1914; D. Eugenio Montero Ríos, c. 1914; Alfonso XIII, 1920; El señor Cristobo, c. 1923; María Bernaldo de Quirós, s. f.; Compañerismo, s. f.; Carmela, s. f.; Baño de caballos, s. f.; La lechera, s. f.; Una niña gallega, s. f.; La lechera y el viejo, s. f.; Un viejo, s. f.; Proezas de Galicia, s. f.; El lancero, s. f.; Los lanceros de la reina, s. f.; Niño con traje escocés, s. f.; Cazador de Bailén, s. f.; Paseo militar por el Parrote, s. f.; La infanta Eulalia de Borbón, s. f.; El general Mario Muslera, s. f.

 

Bibl.: J. Couselo Bouzas, La pintura gallega, Santiago, Porto y Cía., 1950; M.ª L. Sobrino Manzanares, “La pintura en el último tercio del siglo XIX”, y “Pintura”, en R. Otero Pedrayo (dir.), Gran Enciclopedia Gallega, vol. XXV, Santiago de Compostela, Gran Enciclopedia Gallega, 1972; J. L. Bugallal, “Exposición antológica de Román Navarro”, en Abrente, 8 (1976); Catálogo de Pinturas de Román Navarro, La Coruña, Diputación Provincial, 1976; M.ª D. Liaño Pedreira, Pintores gallegos en la Diputación, La Coruña, Diputación Provincial, 1976; M.ª L. Sobrino Manzanares, “La Edad Contemporánea”, en Historia del Arte Gallego, Madrid, Alhambra, 1982; M. González Garcés, “Apuntes para una exposición”, en Homenaje a pintores coruñeses, La Coruña, Diputación Provincial, 1983; E. Fernández Castiñeiras, “Plástica romántica”, en A Arte galega. Estado da cuestión, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 1990; M.ª L. Sobrino Manzanares y M.ª D. Liaño Pedreira, Catálogo del patrimonio artístico de la Diputación de A Coruña, vol. II, La Coruña, Diputación Provincial, 1991; F. Pablos, “Román Navarro”, en C. del Pulgar Sabín (ed.) y A. Pulido Novoa (dir.), Artistas galegos. Pintores. Novecentos, Vigo, Nova Galicia, 1998.

 

Enrique Fernández Castiñeiras

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