Nació en el pueblo de Lanzasagudas, de la localidad vizcaína de Carranza, en el seno de una familia muy humilde, circunstancia que propició que partiera a temprana edad a Madrid, donde empezó a trabajar en una ferretería, propiedad de un pariente, de la que con el tiempo llegó a ser dueño. Posteriormente emigró a Cuba, de donde más tarde retornó al país natal y se estableció en la capital de España. Acumuló una gran fortuna con los dividendos que le reportaban las propiedades que tenía en América, así como con audaces y hábiles inversiones bursátiles y, sobre todo, inmobiliarias. Todo ello favoreció un notable ascenso social, del que son prueba fehaciente su magnífico palacio –ya derribado– en el madrileño Paseo de la Castellana o la circunstancia de que llegara a relacionarse con lo más granado de la sociedad, incluido el círculo de la familia real. [...]