Ruiz de Castro y Portugal, Fernando. Conde de Lemos (IV). Segovia, 11.VII.1505 – Madrid, 19.VII.1575. Noble, mayordomo mayor.
Hijo primogénito de la III condesa de Lemos, Beatriz de Castro, y de su primer marido, Dinís de Portugal, hijo a su vez de los duques de Braganza. Nació en Segovia el 11 de julio de 1505 y casó a edad muy temprana, con “voluntad de la Condesa su madre, y consulta de sus hermanos y de la Reyna de Portugal y duques de Bragança”, con Teresa de Andrade, Zúñiga y Ulloa, hija unigénita de Fernando de Andrade, II conde de Villalba, y de su primera mujer, Francisca de Zúñiga y Ulloa, condesa de Monterrey. El matrimonio, celebrado en la villa de Puentedeume, el 21 de septiembre de 1523, duró muy poco tiempo, pues Teresa falleció repentinamente en Madrid el 9 de octubre de 1528.
El personaje, que el 1 de mayo de 1543 fue favorecido por el Emperador con el título marquesal sobre su villa y mayorazgo de Sarria, tuvo una actuación relevante en la vida de su tiempo. Participó en diversas campañas militares; la primera en Italia, donde pasó “mucha neçesidad”, por lo que el Emperador le autorizó a empeñar hasta “cinquenta mil maravedíes de juro situados en rentas de la çiudad de Betanços”. Participó después en las campañas de Argel y, más tarde, le fueron encomendadas ya importantes misiones políticas y diplomáticas: en 1553 fue nombrado embajador ante la Santa Sede, dedicando desde el primer momento grandes esfuerzos a suavizar la animosidad del Papa contra los españoles, a quienes deseaba expulsar de Italia. En todo momento hizo gala de grandes dotes diplomáticas.
Es bien conocida su mediación en el asunto de las dos galeras que el prior Santaflor, de Lombardía, tenía puestas al servicio de los franceses, logrando que pasaran al servicio de los españoles; la respuesta del Papa fue contundente, pues mandó prender al prior, al cual llegó a amenazar de muerte. El de Castro, secundado por su hermano don Rodrigo, futuro cardenal y arzobispo de Sevilla, se encargó de resolver el espinoso asunto y negociar la libertad de Santaflor, lo que finalmente se logró. Pero el triunfo fue sólo pasajero; Pablo IV, que persistía en su empeño de expulsar a los españoles de Italia, envió como delegado al cardenal Caraffa, que tramó con los franceses la toma por sorpresa del Reino de Nápoles. Cuando don Fernando fue advertido de todo ello, rogó a Pablo IV que cesara de inmediato en sus propósitos, advirtiéndole que en caso contrario levantaría las tropas acuarteladas en aquel Reino. Al final, el Papa no tuvo más remedio que reconocer su impotencia y renunciar a sus pretensiones.
En 1570, tras la muerte de su madre, Fernando de Castro sucedió en la casa de Lemos. Por estos años residía ya en la Corte, donde asistía como mayordomo mayor a Juana de Portugal, infanta de España.
Pero tras la muerte de esta última, en 1573, su vida se eclipsó rápidamente, falleciendo en Madrid el 19 de julio de 1575. Conforme a su disposición testamentaria, su cuerpo fue depositado con el de su mujer en la conventual franciscana de Lugo, siendo posteriormente trasladado al Monasterio de San Vicente del Pino, en su villa de Monforte, a la cual benefició con diversas fundaciones.
De su matrimonio con Teresa de Andrade nacieron los siguientes hijos: Pedro Fernández de Castro Andrade y Portugal, que sucedió en la casa de Lemos; Nuño, fallecido siendo todavía niño; Francisca, casada con Rodrigo Jerónimo de Portocarrero, IV conde de Medellín; e Isabel, celebrada poetisa, casada con Rodrigo de Moscoso, IV conde de Altamira. Fuera del matrimonio, Fernando dejó además a Dinís, Rodrigo, María y Polonia.
Bibl.: E. Pardo de Guevara y Valdés, Don Pedro Fernández de Castro, séptimo conde de Lemos (1576-1622), vol. I, Santiago, Xunta de Galicia, 1997, págs. 89-92.
Eduardo Pardo de Guevara y Valdés